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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, enero 29, 2017

29 DE ENERO DE 1997: A 20 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DEL ESCRITOR ARGENTINO OSVALDO SORIANO.


Osvaldo Soriano, la voz de los perdedores solitarios.

A veinte años de su muerte, sigue siendo uno de los escritores más leídos de la Argentina. El autor que vivió parte de su adolescencia en Cipolletti dejó una extensa obra literaria y un corpus periodístico en el que abordó tanto la política como el deporte.

Osvaldo Soriano (Mar del Plata 1943 - Buenos Aires 1997), autor de las novelas “Triste, solitario y final” (1973), “No habrá más penas ni olvido” (1978) y “Cuarteles de invierno” (1980), dejó su huella en la literatura argentina con una obra en la que buscó construir la voz de “perdedores solitarios” para indagar en “una visión irónica de lo que deja la realidad” y a veinte años de su muerte, sigue siendo uno de los escritores más leídos de la Argentina.
Soriano murió el 29 de enero de 1997 a los 54 años, víctima de un cáncer de pulmón, dejando una extensa obra literaria y un corpus periodístico en el que se destacan sus crónicas sobre la pelea del 30 de octubre de 1974 en la que Muhammad Alí enfrentó y le ganó a un George Foreman de 25 años con 40 peleas invicto y amplio favorito, por nocaut al final del octavo round.
“El éxito verdadero es el cumplimiento de algunos de nuestros sueños y al fin de cuentas el único éxito es la felicidad, que es también la primera utopía”, aseguraba Soriano en una entrevista realizada por Pacho O’Donnell en 1996 y emitida por Canal Encuentro en 2016, en la que se definía como “un ser poco social” y delineaba algunas constantes de su obra: “los perdedores solitarios” y “la visión irónica de lo que deja la realidad”.
“El gordo”, como lo llamaban sus amigos, había vivido en Tandil pero su infancia había estado atravesada por los viajes de su padre José Vicente Soriano, inspector de Obras Sanitarias, por distintos pueblos de la provincia de Buenos Aires hasta que en 1953, cuando tenía 10 años, ese itinerario se detuvo en la ciudad de Cipolletti, en la provincia de Río Negro. Los paisajes, las vivencias de esos días en lugares del sur estuvieron presentes más tarde en sus novelas ya que Cipolletti, Allen, Barda del Medio, Neuquén y Plaza Huincul, fueron territorios elegidos para sus ficciones. Soriano vivió en la ciudad ubicada en el oeste rionegrino hasta mediados de los 60 cuando, ya comenzando su juventud, volvió a vivir a Tandil que fue un destino previo a su llegada, en 1969 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, a la ciudad de Buenos Aires con 26 años.
El hijo de ese trabajador de Obras Sanitarias y de la tandilense Eugenia Goñi dejó el secundario en tercer año y comenzó a trabajar como embalador de manzanas, mientras jugaba al fútbol y soñaba con dedicarse profesionalmente a ese deporte.
Más tarde hizo su ingreso a la metalúrgica Tandil, donde trabajaba como sereno durante la noche, y allí comenzó a escribir sus primeros cuentos. De esa manera incorporó un ritual que lo acompañaría siempre: escribir durante la noche. Según relataba, escribía hasta la madrugada y leía los diarios antes de irse a dormir.
Si bien su vínculo con el periodismo comenzó en esa ciudad, cuando publicaba columnas en el diario “El Eco de Tandil”, se consolidó cuando se convirtió en redactor de la revista “Primera Plana”. Después llegaron sus escritos en “Confirmado” y en los diarios “Noticias”, “El Cronista” y “La Opinión”. Además ejerció como corresponsal de “Il Manifiesto” italiano y fue uno de los fundadores del diario “Página/12”, donde trabajó como asesor de directorio y firmó como columnista de contratapas.
En 1976, tres años después de la publicación de su primera novela y con el comienzo de la dictadura cívico militar en Argentina, el escritor y periodista debió exiliarse y se instaló primero en Bruselas y luego en París. Al exilio se llevó el borrador de la novela “No habrá más penas ni olvido”, que se publicó en 1978. En esos años también publicó “Cuarteles de invierno”. En Bruselas conoció a Catherine Brucher, una enfermera que vivía en la ciudad de Estrasburgo, con quien compartió su exilio en París, más tarde se casó, regresó a la Argentina con la vuelta de la democracia y tuvo a su hijo: Manuel. Con la vuela de la democracia, sus novelas fueron llevadas al cine: “No habrá más penas ni olvido” (1983), y “Una sombra ya pronto serás” (1994), dirigidas por Héctor Olivera, y “Cuarteles de invierno” (1984), dirigida por Lautaro Murúa.
Soriano regresó definitivamente al país en 1984 y se instaló en Buenos Aires donde escribió y firmó desde mayo de 1987 hasta el 27 de julio de 1996 contratapas del diario “Página 12”, entre las que estaba la sección “Llamada Internacional”, en la que trazaba su mirada sobre la política nacional con una conversación telefónica de un corresponsal que escribía por encargo sobre el menemismo.
Publicado en Diario "Río Negro", sábado 28/01/2017.

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