En un país tan futbolero como el argentino, puede afirmarse que el vino blanco pierde por goleada frente al tinto. Según un reporte del Observatorio Vitivinícola Argentino, sólo un 25 % de los vinos despachados en 2016 fueron blancos, frente a un 71% de tintos. Es decir, la rivalidad no califica para superclásico, porque el ganador siempre es el mismo. Tal vez porque, como un Maradona o un Messi, el crack que llevamos como insignia y nos representa en el mundo es el Malbec, que deja lejos a cualquier Torrontés, Chardonnay o Sauvignon Blanc autóctono que pelee por el ascenso. Pero también, y sobre todo, por una serie de mitos muy arraigados que cuesta desterrar. A saber:
Que son de menor calidad que los tintos
“Esto fue cierto hasta fines de la década del 70, cuando los blancos se elaboraban a partir de mostos oxidados y daban como resultado vinos sin frescura, en los que la expresión de la fruta estaba totalmente apagada”, explica Laura Sotelo, sommelier y Brand Ambassador de Bodega Zuccardi. “Eran épocas en las que el foco se ponía en el volumen y no en la calidad”, agrega Matías Prezioso, Presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers, quien además señala que en ese tiempo, el consumo de blanco era más elevado que en la actualidad. “Cuando en los 90 la producción de vinos comenzó a apuntar a mejorar la calidad, todo el trabajo y el estudio se puso en las variedades de uvas tintas, que por factores geográficos se dan naturalmente bien en zonas como Mendoza, San Juan y Salta. Pero eso empezó a cambiar con los años a medida que los enólogos locales evolucionaron y exploraron nuevas regiones y climas”, asegura Prezioso.
Matías Chiesa, director de The Riesling Wine, empresa dedicada a la importación de blancos alemanes y franceses, coincide y ejemplifica: “En Argentina, enólogos como Ale Vigil, los hermanos Michelini, David Bonomí y Sebastián Zuccardi, por nombrar algunos, se atreven a romper con el tabú y logran ejemplares de nivel internacional”.
Que dan dolor de cabeza
“Este prejuicio tiene su origen en la época (también años 60-70) en que era necesario agregar cantidades elevadas de anhídrido sulfuroso durante la elaboración, a fin de frenar la oxidación y la fermentación espontánea de las uvas. Este elemento, que hoy se usa en dosis mínimas porque las uvas llegan sanas y enteras a las bodegas, provocaba la migraña”, desarrolla Sotelo. Y apunta que, actualmente, lo que puede dar de cabeza no es el tipo de vino, sino su consumo en exceso.
Que no van bien con el asado
“Uno de los mayores puntos a favor del vino blanco es su versatilidad a la hora del maridaje. Aunque la combinación del tinto con el asado es natural, no hay que quedarse en la simplificación ‘carnes rojas con tinto y pescados con blanco’”, observa Prezioso. Y puntualiza: “La materia prima principal de un plato no es el único factor a considerar en el maridaje. El método de cocción, la salsa y la guarnición pueden ser determinantes. Si uno piensa en un carpaccio de lomo, un blanco será mejor que el tinto”. De modo que, en este caso, sí conviene un buen Malbec, Cabernet Sauvignon o Tannat para la carne de vaca a la parrilla, pero no hay que descartar un buen blanco para la picada previa (quesos y embutidos) o las achuras.
Que son vinos “femeninos”, que prefieren las mujeres
“¡Otro mito!”, responde Sotelo sin dudar. “Es verdad que los blancos, por su ausencia de taninos, son más suaves al paladar y suelen ser una buena puerta de entrada para los bebedores menos experimentados, sean hombres o mujeres. Pero por mi experiencia puedo asegurar que hay muchas chicas que eligen tintos con mucho cuerpo y hombres felices con un blanco dulce. No es una cuestión de género sino de cuán acostumbrado o entrenado esté el paladar”, concluye.
Se toman siempre muy fríos. Van mejor en verano que en invierno, de día que de noche.
“Si bien es cierto que deben consumirse a menor temperatura que los tintos, el frío excesivo no es bueno, ya que aplaca los aromas y adormece el paladar. Lo ideal es beberlo a 7 o 9°C si es un blanco joven y ligero, y de 8 a 11° si es un blanco con cuerpo”, dice Sotelo. En cuanto al momento de disfrutarlo, “depende de las ganas, la comida que lo acompañe y la situación. No hay una norma, se puede disfrutar a cualquier hora todo el año”, afirma Sotelo.
Injustamente ninguneados durante décadas, los blancos piden pista en el país de los tintos. Y animarse a probarlos y elegirlos en diversas ocasiones puede ser un camino de ida.
Imágenes internet.
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