Los Montoneros, reivindicados en la misma plaza en que Perón
los echó.
En la misma Plaza de Mayo en la que el presidente Juan
Domingo Perón los echó y los llamó "imberbes", los Montoneros
encontraron su reconocimiento. Las Abuelas, las Madres de Plaza de Mayo-Línea
Fundadora y otras entidades de derechos humanos reivindicaron anteayer
"las luchas de los 30.000 detenidos-desaparecidos" y la militancia de
las organizaciones armadas, lo que reaviva -luego de más de 30 años de
democracia- un escenario en el que el país estaba sacudido por la violencia.
Con los Montoneros se reivindicó a la organización armada
que cobró notoriedad en 1970 y se abrió paso a sangre y fuego. Su bautismo fue
el secuestro de Pedro Eugenio Aramburu, que Mario Firmenich ideó y ejecutó con
Carlos Gustavo Ramus, Norma Arrostito y Fernando Abal Medina. También hubo
elogios para el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y otras corrientes del
peronismo revolucionario y la tradición guevarista.
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, Firmenich fue
capturado en Brasil y condenado a reclusión perpetua (limitada a 30 años por el
tratado de extradición), aunque quedó libre en diciembre de 1990 por el indulto
de Carlos Menem. Aunque el terrorismo de Estado cometió después otras
atrocidades, su foja estaba teñida de violencia: el asesinato de Arturo Mor
Roig, el secuestro de los hermanos Born, la muerte del empresario Francisco
Soldati, el atentado a Juan Alemann, la bomba en el comedor de la
Superintendencia de la Policía Federal, donde murieron 24 personas, y otra
bomba en el dormitorio del jefe de la Policía Federal, Cesáreo Cardozo, entre
otros ataques.
Tras respaldar a Héctor J. Cámpora en los comicios
presidenciales de 1973 y establecer lazos con gobernadores -Oscar Bidegain
(Buenos Aires), Ricardo Obregón Cano (Córdoba), Miguel Ragone (Salta), Jorge
Cepernic (Santa Cruz)-, Montoneros participó en junio de ese año en la masacre
de Ezeiza, cuando por el baño de sangre en que derivó la interna peronista, no
pudo aterrizar en el aeropuerto el chárter que transportaba a Perón desde su
exilio. El asesinato de José Ignacio Rucci, dos días después del triunfo
electoral del viejo líder, marcó un quiebre. En septiembre de 1974, dos meses
después de la muerte de Perón, la organización pasó a la clandestinidad.
En ese tiempo, Montoneros sumó a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR), que habían alcanzado publicidad con el incendio de trece
supermercados Minimax, en tiempos de Onganía. Uno de sus líderes, Roberto
Quieto, desapareció tres meses antes del golpe militar.
Como señala Pablo Giussani en Montoneros, la soberbia
armada, Firmenich y sus seguidores "absorbieron del peronismo toda esa
carga ideológica de derecha" y formaron una "conducción política
verticalizada e instrumentadora". Ya en la clandestinidad, la represión
militar multiplicó la violencia y llevó a la organización a su desmembramiento,
pese a la contraofensiva que intentó desde el exterior en 1979, con Fernando
Vaca Narvaja, Roberto Perdía y Rodolfo Galimberti, entre otros dirigentes,
algunos de los cuales fueron acusados de mantener contactos con militares.
Los méritos del ERP.
Estela de Carlotto y Taty Almeida reivindicaron también al
ERP, el brazo armado que en 1974 ocupó el monte tucumano y desafió al gobierno
constitucional de Isabel Perón. Uno de sus líderes, Enrique Gorriarán Merlo,
intervino en el intento de fuga de dirigentes de una cárcel de Rawson, lo que
derivó en la masacre de Trelew, en 1972.
El ERP era el brazo armado del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT) y uno de sus jefes era Mario Santucho, abatido en un
enfrentamiento con el Ejército, en 1976, meses después del frustrado ataque al
Batallón de Monte Chingolo, que provocó casi 60 bajas en la organización
armada.
Ya en el exilio, Gorriarán Merlo participó de la célula que
en 1980 asesinó en Paraguay al ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza.
Recuperada la democracia, formó el Movimiento Todos por la Patria y, sobre el
final del gobierno de Alfonsín, encabezó en 1989 el ataque a La Tablada, que
dejó 33 guerrilleros, 14 militares y cuatros policías muertos. Detenido en
México, fue condenado a prisión perpetua en 1995 y luego indultado, en 2003,
por el presidente Eduardo Duhalde.
Varios testimonios indican que Néstor Kirchner, sucesor de
Duhalde, estuvo en la Plaza de Mayo el día que Perón echó a los Montoneros, en
una columna de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional. Pero no
hay registros de que se haya retirado con los militantes echados y hoy
reivindicados.
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