¿Qué tienen en común el piquetero barbudo con una de las heladerías más exclusivas del país? “Mi abuelo puso la primera heladería Pérsico en La Plata, y después la siguió mi papá. Mis hermanos y yo militábamos, y nunca continuamos con el legado, si seguíamos capaz hoy tendríamos algo”, dice Pérsico entre risas, aclarando que los actuales dueños no son sus parientes. Por un juicio, con el que no tuvo nada que ver, la heladería Persicco tuvo que ponerse dos “c”. Sin embargo, el político heredó algo de la mística familiar: “Hago muy buen helado, aunque soy berreta y mi gusto preferido es clásico, el dulce de leche”.
El político, que se define como un gran cocinero –“siempre hago las ollas populares para los compañeros”–, hace rato perdió contacto con su familia. Durante la época en que pasó a la clandestinidad, durante la dictadura, dice que sólo vio a sus padres “una o dos veces” en casi una década. Luego rechazó una herencia millonaria, algo que a varios de sus hijos no les gustó. “Todo padre quiere construir un porvenir para sus hijos: yo no hice eso, nunca les dije ‘estudien’ o ‘ponete un negocio’. Por mí, si viven en la villa mejor”.
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