Misa en la Basílica de San Pedro en Honor de la Virgen María de Guadalupe.
El Papa exhortó hoy a defender a nuestros pueblos originarios y sus tradiciones de aquello que termina haciendo “estéril todo lo heredado de nuestros mayores; que termina haciendo sentir”, especialmente a nuestros jóvenes, mujeres, indigenas y afroamericanos “poca cosa por pertenecer a tal o cual cultura”.
“La Madre de Dios es figura de la Iglesia y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle”, dijo el papa Francisco en la homilía con motivo de la Fiesta Litúrgica de la Beata Virgen María de Guadalupe este martes 12 de diciembre de 2017 en la Basílica de San Pedro.
Una Iglesia de “rostro pobre, de desempleado, de niño y niña, anciano y joven para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa”.
“Sino”, – insistió – al contrario, “para que cada uno al igual que Isabel y Juan Diego pueda sentirse portador de una promesa, de una esperanza y pueda decir desde sus entrañas: «¡Abba!, es decir, ¡Padre!» (Ga 4,6) desde el misterio de esa filiación que, sin cancelar los rasgos de cada uno, nos universaliza constituyéndonos pueblo”.
Según la tradición el 9 de diciembre de 1.531 ocurrió la primera de 4 apariciones de la Virgen de Guadalupe al indígena llamado Juan Diego.
Francisco invitó en definitiva, a “defender a nuestros pueblos de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos”.
Denunció el “intento homogeneizador que termina imponiendo —bajo slogans atrayentes— una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir”.
“Hermanos, en este clima de memoria agradecida por nuestro ser latinoamericanos, cantemos en nuestro corazón el cántico de Isabel, el canto de la fecundidad, y digámoslo junto a nuestros pueblos que no se cansan de repetirlo: Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”, añadió.
El Papa reflexionó sobre la lectura del Evangelio del encuentro entre María e Isabel quien exclamó (Lucas 1-39-48): ”¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!”.
Al respecto, subrayó dos aspectos: “Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad y bajo el signo de la fecundidad”.
La esterilidad que en otros tiempos significaba “castigo divino” fruto del propio pecado”. En esta línea comparó esta “vergüenza”, este “sentirse poca” a las condiciones actuales de marginación social, la persona “estigmatizada.
Exclusión de indigenas, afroamericanos, mujeres…
Así, se vislumbra “en el indiecito Juan Diego (canonizado en 2002) cuando le dice a María yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, […], no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme”.
El Papa se refirió a ese sentimiento de sentirse poca cosa “en nuestras comunidades indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones”.
Igualmente, se refirió a “muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica”.
Rememoró a los “jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo”. Situación juvenil que pone en peligro el “constituir una familia”.
Poca cosa se consideran “muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual”, añadió.
La fecundidad de Dios en los últimos y descartados
En referencia a la reflexión de Isabel “bajo el signo de la fecundidad”, Francisco indicó que “es ella la primera en reconocer y bendecir a María”.
En ella, “entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición”.
De igual manera, insistió que “lo vemos en Juan Diego. Fue precisamente él, y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo”.
Francisco recordó que “la madre (de Dios)” es capaz “de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición”.
“Pareciera que una y otra vez Dios se empecina en mostrarnos que la piedra que desecharon los constructores se vuelve la piedra angular”, manifestó.
El Pontífice aseguró que “en medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad miremos la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe”.
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