En enero de 1969 se dio el puntapié inicial a una de las obras más emblemáticas de la región, la represa de El Chocón. En ese marco se dio una de las manifestaciones más largas, donde los trabajadores pusieron por encima de todo la defensa de sus derechos.
La huelga se inició el 16 de diciembre de 1969, luego de que tres delegados fueran despedidos, si bien luego se logró la reincorporación gracias a la participación de monseñor Jaime De Nevares.
Entre otros, los reclamos pasaban por la parte humana de la gente que vivía en la villa. Según la palabra de los obreros, existían otros problemas que exigían solución. Rememoramos esos puntos, tal cual lo publicado por nuestro diario: “No existen categoría y trabajamos diez horas mínimas diarias para obtener un salario como el que corresponde a un peón (...) hay constantemente afectados por la toxicidad de los productos químicos que se utilizan en los túneles y no existe ninguna clase de seguridad en el trabajo. (...) hay total carestía de mercaderías de primera necesidad; la asistencia médica es casi nula, mientras avanza el índice de tuberculosos; el comedor de obreros de Impregilo-Sollazzo se encuentra en pésimas condiciones de salubridad y abundan las indigestiones tóxicas por consumición de comidas en mal estado”. En ese comunicado, también se dejaba aclarado que “la huelga era el último camino que deseábamos seguir, pero nos vimos obligados a tomarlo”.
La crónica del día siguiente narra: “Siempre agrupados en orden y entonando el Himno Nacional, los mil quinientos obreros permanecieron a poca distancia del edificio de la administración Impregilo-Sollazo, hasta que lentamente se dirigieron hacia sus campamentos”.
La obra era faraónica y necesaria, pero la pelea por sus derechos y condiciones laborales dignas, también.
Publicado en Diario "Río Negro", 9 de diciembre de 2017.
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