Las tres primeras patentes argentinas.
Desde 1866 hasta el 1900 se presentaron 4.475 solicitudes y
fueron concedidas 4.113 patentes.
El 4 de octubre de 1866, Durante la presidente de Bartolomé
Mitre (1862-1868) se conformó la Oficina de Patentes, nombrándose Comisario a
don Daniel Maxwel y subcomisarios a los ingenieros mecánicos Carlos Enrique
Pellegrini –padre de quien años después sería presidente de la República-, y
Tomás Allen, y los profesores de química Miguel Puiggari y Tomás Perón –abuelo
de Juan Domingo Perón.
#1
El 1 de diciembre de 1866 se les concedió a los inventores
Antonio Carcenac y Santiago Barrere la patente por un invento para la
conservación de cueros, lanas sucias y sebos.
#2
El 20 de diciembre de 1866 se le concedió a Severo Pizarro
la patente por la invención de un dispositivo para extraer agua por medio de un
balde.
#3
El 23 de diciembre de 1866 se le concedió a Manuel Eguía,
Guillermo H. Laurence y Jorge Parkes la patente
por una bomba para líquidos, de la que era inventor el mecánico
residente en la Argentina, Samuel Pollock.
Fuente: CRESTO, J.J. (2004) "140 AÑOS DE REGISTROS DEL
PROGRESO : MARCAS Y PATENTES" BUENOS AIRES: JORGE ROSSI CASA EDITORIAL.
Publicado en INPI. http://www.inpi.gob.ar
¿Cuál fue la primera marca registrada de Argentina?
Se trata sin dudas de una de las bebidas clásicas argentinas, con cientos de años de historia, y con un “récord” no conocido por muchos: haber sido la primera marca registrada de la historia del país.
Tal como informa el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, los orígenes de las marcas y patentes en la Argentina se remontan a 1864, año en que fue promulgada la Ley de Patentes. En 1866, en pleno crecimiento del modelo agroexportador, se concede la primera patente de invención argentina a Antonio Carcenac y Santiago Barrere por un invento para la conservación de cueros, lanas sucias y sebos.
Diez años después se sanciona la Ley de Marcas, cuando tan sólo siete países poseían legislación marcaria. Al año siguiente, la Argentina registra la primera marca nacional, la “Hesperidina”, un licor con “propiedades curativas estomacales” inventado y fabricado por Melvine Sewell Bagley, un inmigrante de origen norteamericano.
Obviamente, este señor Bagley, es ni más ni menos que el mismo de las galletitas y los chocolates. La Hesperidina es una bebida argentina a base de corteza de naranjas amargas o agrias, y dulces de frutos inmaduros los cuales tienen gran contenido de flavonoides (hesperidina, neohesperidina y narangina). Su sabor es suave, dulce, y se la suele mezclar con agua tónica, gaseosa de lima y limón, o con diferentes cócteles.
El Doctor en letras Pedro Luis Barcia, transmitió el siguiente relato: "El viejo Bagley, el que fabricaba las galletitas, norteamericano de origen, inventó esta bebida y la llamó Hesperidina, porque el mito dice que cuando los griegos navegaban por las costas de Valencia, las naranjas, en medio de las hojas verdes, parecían frutos de oro, frutos de oro del jardín de las Hespérides. Y como estaba hecho con cáscara de naranja lo llamó Hesperidina. Lo curioso es que era una bebida común en los boliches del siglo XIX. No precisamente el vino tinto, que es muy posterior. Primero fue la ginebra, después la Hesperidina, y luego el vino tinto”.
El nombre de esta bebida recuerda al jardín de las Hespérides, ya que en las islas donde se encontraba tal jardín se encontraban también mágicas o doradas manzanas custodiadas por las Hespérides. Tales "manzanas doradas" serían las naranjas que, acorde el mito griego, solo Hércules pudo llevar a lo que hoy es Europa.
E inclusive, mucho antes que la Coca Cola hiciera lo propio, Bagley registró también la particular forma de sus botellas de Hesperidina.
Por Diego Di Giacomo.
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