Días atrás vi por televisión un programa estupendo. Estaba dedicado a la carrera Buenos Aires - Caracas, realizada en octubre de 1948. Y me resultó especialmente grato pues tengo muy presente esa carrera, que en casa seguimos con entusiasmo a través de una radio armada por Valdés, que era un inventor de curiosos aparatos que vivía en el pueblo de Pirovano, próximo al campo donde vivíamos. Entre otras cosas, Valdés había inventado y construido un bote, impulsado por una enorme hélice sobre cubierta. Cuando fue a probarlo en una laguna cercana, todo el pueblo acudió para presenciar la experiencia. El bote partió raudamente y, por resultar ingobernable, se incrustó en el juncal de la otra orilla.
Pues bien, a través de esa radio, oímos el desarrollo de la extensa carrera, relatada por Luis Elías Sojit y comentada por su hermano Manuel, Corner. Fue entonces cuando Sojit popularizó la muletilla "coche a la vista'', que empleaba para anunciar la aproximación de un auto.
CUPECITAS.
Eran éstos las clásicas cupecitas, de dos puertas, con los guardabarros recortados, varios buscahuellas y la tapa del baúl de lona. Mi amigo Luis Morgan, que hablaba bien francés y era amigo de la precisión, señalaba que a las tales cupecitas había que decirles cupecitos, pues el termino cupé es masculino.
El único de los coches que no era cupé sino cuatro puertas era el Dodge de Jorge Rodrigo Daly.
Los seguidores de esas competencias de turismo de carretera más que a corredores apoyaban a las marcas del auto que conducían. Y estaban devididos entre fanáticos de Ford y de Chevrolet, salvo la citada excepción de Rodrigo Daly.
Yo era hincha de Ford y de Oscar Alfredo Gálvez, Tito, El Aguilucho, que, con su hermano Juan, eran los más destacados pilotos de esa marca. Fangio corría con Chevrolet y, en aquella carrera, tuvo un grave accidente en el que murió su acompañante Daniel Urrutia. Otros corredores que recuerdo eran Eusebio Marcilla -El Caballero del Camino, que auxilió a Fangio-, Daniel Musso, Pablo Gulle, Esteban Fernandino, Esteban Sokol. Éste duró poco en la competencia: a poco de largar frente a la sede del Automóvil Club, cayó en la fuente que está al pie del Monumento de los Españoles y allí quedó su coche.
Oscar se cansó de ganar etapas, pese a que el motor de su coche tenía un cilindro fisurado y al final de cada una de ellas tenía que emparcharlo con chicle. Pues el chicle al calentarse se endurece.
Pero, en la última etapa, el auto de Tito dijo basta, la etapa la ganó el mendocino Víctor García y la carrera Domingo Marimón.
A Marimón le decían Toscanito porque siempre tenía uno en la boca. Costumbre que había adquirido para evitar contagios, pues pasaba cadáveres de contrabando desde una provincia a otra, eludiendo así el pago de los impuestos correspondientes.
Al regreso de Caracas, se corrió otra carrera entre Lima y Buenos Aires que ganó El Aguilucho.
Publicado en Diario "La Prensa", jueves 11 de febrero del 2021.
http://www.laprensa.com.ar/498988-Buenos-Aires-Caracas.note.aspx
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