El Rey sin corona.
En marzo de 1982, Carlos Reutemann se retiró de la Fórmula 1, en donde dejó una maca imborrable y sólo le faltó el título, que se le escapó en la última carrera de la temporada 81. Para muchos fue el eterno segundo, para muchos más, uno de los íconos de nuestro automovilismo. No pudo ser profeta en su tierra, pero fue parte de nuestros domingos deportivos.
POR OSVALDO ALVAREZ.
Este marzo que se está yendo, aparece impregnado de recuerdos, anécdotas, fotos que le han ganado al paso del tiempo. ¿El protagonista de este capítulo?
Un
A pesar de las lecturas y enfoques del momento, y de las desmentidas oficiales, aquel padecimiento del argentino en el GP de Estados Unidos sonaba a consecuencia de la rebeldía del santafesino en Brasil (a principios de ese 81) cuando desobedeció la orden de Frank Williams de dejar pasar a su compañero de equipo, Alan Jones, quien era el vigente campeón del mundo. Tanto fue así, que en ese GP que cerraba la temporada en la ciudad estadounidense, ganó el australiano y el festejo del equipo Williams sonó a turbio y descortes, al menos, con su piloto 2, a quien se le había escapado nada menos que el título.
Justamente marzo también es mes de la efeméride correspondiente a aquella rebelión, que dejó estampada la foto del cartel
Lo cierto es que con su salida de la Fórmula 1, el automovilismo argentino dejó de tener presencia por años. Y si bien aparecieron esporádicamente Miguel Angel Guerra (corrió unos metros apenas con un Osella), Ricardo Zunino (piloto suplente de Brabham), Norberto Fontana (suplencia en el equipo Sauber), Esteban Tuero (una temporada con Minardi) y Gastón Mazzacane (Minardi y el Prost), ninguno pudo igualar la trascendencia de Carlos Reutemann en la Máxima.
El curriculum del santafesino marca que en Fórmula 1 obtuvo 12 victorias, 45 podios, 6 pole positions y 6 récord de vueltas, en 146 carreras corridas, además de dos triunfos en carreras fuera de campeonato; fue subcampeón en 1981 y tercero en 1975. Fue elegido por equipos de la talla de McLaren, Brabham (cuando era propiedad de Bernie Ecclestone), Ferrari, Williams y Lotus.
Debutó en la Fórmula 1 en enero de 1971, con un McLaren, en una competencia sin puntos para el campeonato mundial; fue tercero en el autódromo de la Ciudad de Buenos Aires. Pero, oficialmente el estreno se dio en 1972, en General Paz y Roca. Incluyó la pole y no ganó por el desgaste prematuro de los neumáticos, con lo cual finalizo séptimo.
Tras los GP de Argentina, Brasil y Sudáfrica, la Fórmula le daba marcha a su temporada europea. Entonces, los domingos por la mañana la cita era una sola: tempranito el mate, las facturas y la TV o la radio para alentar a Reutemann. Después seguía el TC en la ruta, el asado del viejo o los fideos de la vieja. Y por la tarde el fútbol.
Reutemann era parte de los domingos de los argentinos. Los relatos de González Rouco, de Alberto Legnani, Alberto Hugo Cando o de Héctor Acosta sonaban como plataformas de transporte hacia esos circuitos lejanos. Aprendimos geografía, porque nos enteramos en dónde estaban Zolder (Bélgica), Zandvoort (Holanda), Anderstop (Suecia), Jarama (España), Silverstone o Brand Hatch (Inglaterra), Paul Ricard (Francia), Imola, Monza (Italia). Era una liturgia hacer fuerza por ese santafesino callado, parco, poco simpático y mucho de timidez. Tenía sus soldados, aunque no los conocía.
El mal trato típico del argentino se hizo carne en él. Marcado como "eterno segundo'', como "perdedor'', el
Sin embargo, el
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