Algunos autores espirituales lo llaman "varón justo". Es el ejemplo de un hombre que vivió la justicia. Su rectitud de vida lo llevó a dar cumplimiento a aquello que los designios divinos le fueron señalando. Se ajustó a la misión, enorme misión, que le confió la divina providencia al "necesitarlo" como padre en la tierra, del Hijo de Dios vivo. Y no le fue fácil.
Porque lo primero que tuvo que hacer fue aceptar una realidad misteriosa como la del embarazo de María. No actuó "pensando mal" de lo que veía (como solemos hacer los hombres pecadores) sino aceptando esa realidad, ininteligible para él, como venida de Dios: una circunstancia "adversa" de la vida. Es decir, José no desconfía pese a que su primera impresión puede haber sido de perplejidad: ¿Cómo María llegó a ese estado si no convivía con él? Decidió entonces abandonarla sin denunciarla, en secreto, porque incluso el mismo Evangelio de Mateo dice "que era justo" (Mt. I, 19). En ningún momento, entonces, la juzgó a María. ¡Cuánto ejemplo para nosotros, prejuiciosos y mal pensados cotidianos!
Este respeto de José a lo misterioso que se manifestaba en su vida corriente, lo prepara para entrar en contacto con lo sagrado. Y viene entonces el ángel en sueños a decirle "José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque lo que se ha engendrado en ella es obra del Espíritu Santo" (Mt. I, 20).
LA OBEDIENCIA.
Y aquí aparece otra virtud hoy en día muy olvidada: la de la obediencia. La que le debemos en primer lugar a Dios, nuestro Creador, y luego a todos los que son sus vicarios o representantes: al Papa, al obispo, a los padres, a los mayores, a los dirigentes de cualquier ámbito. Tal vez José haya tenido planes para su vida junto a María que debió dejar de lado en primer término por tener que abandonarla en secreto y en segundo lugar por esta misión que Dios le comunica a través del ángel Gabriel. Es entonces que se convierte en padre adoptivo con otro "fiat" (hágase) como el de María.
José nos enseña entonces que la obediencia a Dios y a los sueños (a esas corazonadas, a esas mociones del Espíritu Santo a veces tan sutiles) hacen que nuestro paso por la tierra tenga sentido más allá de las dificultades. Porque en todo hemos de buscar hacer su Voluntad.
Poco tiempo después, nuevamente el ángel le avisa en sueños que debía tomar al Niño y a su Madre y huir a Egipto (Mt. II, 13). Y nuevamente José cumple, obedece sin demoras, enfrenta las adversidades porque sabe que Dios no lo abandonará. El exilio de la Sagrada Familia parece interpelar a nuestro mundo actual tan lleno de inmigraciones y destierros por todas partes. ¡Cuánta confianza en los designios de Dios, en esas inspiraciones, necesitan los padres de familia que deben huir buscando un lugar seguro, donde vivir en paz, donde poder conseguir el sustento diario!
El misterio gozoso de la presentación del Niño en el templo muestra otra virtud de José: el cumplimiento de lo establecido por la ley ¡pese a que su hijo era el Hijo de Dios y su esposa era la Inmaculada! José no se considera ajeno a esta obligación de circuncidar al Niño y a la purificación de su esposa. Al presentarse en el Templo lleva las dos tórtolas que la ley manda. Y no sabemos cómo habrá sido su reacción ante los dichos de Simeón sobre la espada de dolor que atravesaría el Corazón de María. Pero podemos imaginarlo asintiendo, aceptando, diciendo "Dios proveerá".
La última aparición de José en los evangelios ocurre cuando con María "pierden" a Jesús en el templo. Imaginamos la desazón de José pero no lo sospechamos desesperado como nos ocurre a nosotros cuando perdemos, no ya a un ser querido sino cosas materiales ínfimas como puede ser una llave, una lapicera, o cualquier otro objeto. José y María buscan preocupados pero sin desesperación. Y cuando su Hijo les explica que había de ocuparse de las cosas de su Padre celestial, José baja la cabeza una vez más. No con resignación, sino con gozosa aceptación del misterio divino.
En definitiva, la vida de San José está rodeada de misterio, de asuntos sagrados a los que asiste y, de su parte, de aceptación, cumplimiento y obediencia a lo que Dios manda. Un modelo para nosotros. También maestro de vida interior, porque nosotros hemos de conocer cuál es la Voluntad de Dios para nosotros en la oración, en el silencio como el de José...No dejemos de invocar diariamente a este varón justo que está tan cerca de María y de las tres personas de la Santísima Trinidad.
Diario "La Prensa", domingo 21 de marzo del 2021.
http://www.laprensa.com.ar/500127-El-misterio-de-San-Jose.note.aspx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.