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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, diciembre 18, 2022

Una defensa de San José.

 

POR TOMAS I. GONZALEZ PONDAL.

Tiempo atrás en este suplemento apareció un artículo de mi autoría titulado "Apología del Patriarcado" (20.11.2022), artículo que no ha sido bien interpretado por algunos y hasta ha merecido la crítica de un protestante en lo que es el Correo de Lectores del diario (29.11.2022). Asumo directamente de que se ha tratado de un protestante, atento a que, si tal crítica la hizo un católico, el yerro manifiesta una ignorancia supina. 

Vengamos a las palabras de mi crítico: "Si queremos ser justos y fieles a Cristo y Su palabra, veremos que José es descripto en los Evangelios con un solo calificativo: "Justo" (Mateo 1:19), y que jamás se lo llama padre de Jesús sino que ƒste era "hijo de José, como se creía" (Lucas 3:23)". También agrega que hoy lo llamaríamos padre putativo. Este rigorismo propio del protestantismo (¡y una de las paradójicas incoherencias de su libre examen!) no resiste el menor análisis. Sabemos que María fue siempre Virgen, que ha concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; que San José no fue padre carnal de Jesús. Pero de algún modo fue padre, y de algún modo no está mal decirle padre. Es una estupidez basarse en que el texto bíblico solo diga "este era hijo de José" y no nombre la dicción padre. Sería como decir que el texto bíblico también se equivoca al decirle "hijo", atento a que en realidad no fue hijo carnal; entonces con tal criterio el mismo crítico debería acomodar la cosa y decir: "en todo caso hoy lo podríamos llamar "hijo putativo"". Para el que no mal interpreta no hace falta tamañas rigurosidades superficiales. Pasa eso cuando falta la Tradición viva como segunda columna de la Revelación. El protestantismo debe meditar mucho el capítulo 1, 18-25 de San Mateo.

Pero hay más aún. Tampoco es cierto que "los Evangelios" (expresión usada por el crítico) nunca le haya dicho "padre" a San José. Así, por caso en el evangelio según San Lucas, en el capítulo II encontramos la profecía de Simeón. Y cuando Simeón le dice a José y María la profecía, el texto bíblico expresa: "Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de ƒl" (2, 33). También San Lucas en ocasión de la ida anual a Jerusalén, nos dice: "Sus padres iban cada año a Jerusalén" (2, 41). Y de nuevo: "Al verlo, sus padres quedaron admirados y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo te estábamos buscando" (2, 48). O sea papá y mamá, esto es, José y María. De modo que, una vez más, marco el desacierto de mi crítico, desacierto que se agrava al presentarse diciendo: "Si queremos ser justos y fieles a Cristo y Su palabra". No parece darse esa justeza ni esa fidelidad a la palabra inspirada. 

Se trata también de un mínimo de sentido común. Notemos que cuando nos enteramos de que alguien adoptó a un niño, bien sabemos que el adoptante es un padre adoptivo; no obstante eso, el hijo le dirá "padre", y cuando nosotros nos dirigimos a ese chico adoptado, le preguntamos lisa y llanamente: "¿Cómo está tu papá?", mas no le decimos: "Oye, ¿cómo está tu padre adoptivo?"

Pero ahí no quedó el asunto. El crítico hizo también este comentario: "De manera que no hay más protector de la Iglesia que Cristo. Nadie tiene derecho a poner su nombre por encima del de Cristo. Exhibir el rol -y el deber- de ser buen padre de familia como atributo para ser patriarca y protector de la Iglesia es una afrenta al que dio su vida por ella: "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25)." La afrenta está, por caso, en negar que la Escritura llame padre a quien, conforme hemos probado ¡y con la Escritura! que sí llamó padre. Y afrenta es, una vez más, la rigurosidad que carece del mínimo sentido común. Hemos visto que por disposición divina San José fue protector de la Sagrada Familia. El es quien, por caso, por anuncio angelical, protegiendo al Niño-Dios y a María, los conduce a Egipto para que un perverso gobernante no los dañase. Ahora bien, si San José devino protector del mismísimo Niñito-Dios en esta tierra, ¿no podrá acaso ser protector de la Esposa fundada por Cristo, y que se llama Iglesia Católica? Y eso no implica obstáculo alguno a la protección universal de Cristo sobre la Iglesia por El fundada. En fin. sucede que el protestantismo no quiere entender -¡aperiantur aures tuae!- que no se trata de solo Escritura. Se lo decimos con San Juan evangelista: "Jesús hizo también muchas otras cosas: si se quisiera ponerlas por escrito, una por una, creo que el mundo no bastaría para contener los libros que se podrían escribir" (21, 25). ¡Les falta la Tradición!

Uno de los grandes sacrificios que el hombre moderno debe afrontar es el de manejar correctamente su libertad, y eso en un mundo que, por doquier, le deja servido en bandeja la constante tentación de usarla mal. Ciertamente siempre fue un sacrificio, pero hoy más que nunca. 

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/523692-Una-defensa-de-San-Jose.note.aspx

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