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| FAMILIA GRISANTI. |
50 mil toneladas de frutas al año: el gigante de la
Patagonia que nunca dejó de estar a la vanguardia.
Ayer, con la conservación en atmósfera controlada y hasta un
barco de exportación propio, y hoy con las cámaras de maduración presurizada,
Tres Ases ha hecho de la innovación la base de su éxito y resiliencia. Los
hitos y los desafíos a lo largo de su historia en la fruticultura del Alto
Valle.
En el Alto Valle del río Negro hay una firma cuya historia
es un ejemplo de resiliencia apoyada en el progreso técnico: hablamos de Tres
Ases, una de las empresas frutícolas más importantes de Argentina. Nació como
un emprendimiento familiar comercial impulsado por inmigrantes italianos,
creció de la mano de la innovación (primero con las cámaras de atmósfera
controlada, hoy con la presurización), atravesó una fuerte crisis originada en
los años de la hiperinflación argentina y, aun así, logró transformarse para
volver a ser protagonista central del sector.
Con sede central en Cipolletti (Río Negro), hoy la compañía
está en plena transición: mantiene el ADN familiar que la caracterizó desde
siempre, pero avanza decididamente hacia la profesionalización de su gestión.
En ese proceso, la mirada moderna de su presidente, Gabriel Grisanti, y la
incorporación de perfiles como Alejandro Sartor (adjunto al Directorio) explican
por qué Tres Ases vuelve a ser una referencia absoluta en la región y el país.
Esta es la historia de cómo una firma pionera supo reinventarse sin perder su
esencia.
Fruticultura en Río Negro: la empresa siempre innovadora.
Antes de ser una empresa, Tres Ases fue una idea. Su raíz se
remonta a 1914, cuando Enrique Grisanti (abuelo de Gabriel), nacido en Italia,
instaló un puesto de frutas y verduras en el mercado de Bahía Blanca. Ese fue
el puntapié inicial. Con el fin de ampliar y fortalecer su red comercial, en
1941 la familia desembarcó en el Alto Valle, alternando su actividad con la
campaña del cítrico en Entre Ríos. La empresa formal nacería en 1960, pero para
entonces ya había experiencia productiva: en 1957 se habían adquirido las
primeras chacras en Villa Elvira, Cipolletti. Las mismas siguen siendo un
importante bloque productivo de Tres Ases, y fueron visitadas por Río Negro
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| Foto de la planta de empaque de Tres Ases en 1977. Foto: gentileza. |
La segunda generación, conformada por Enrique y Segundo
Grisanti (padre y tío de Gabriel), apostó por la innovación sin titubeos.
Alrededor de 1970, “viajaron a Italia, consiguieron la representación de una
empresa, y así Tres Ases construyó las primeras cámaras de atmósfera controlada
de la región”, relata Gabriel. Ese salto tecnológico enorme les permitió
extender la vida de poscosecha y vender fruta hasta la siguiente temporada. Fue
la chispa de un cambio estructural en el sector.
En aquellos años, Tres Ases también construyó un frigorífico
en el puerto de Ingeniero White y, en 1969, se convirtió en la única firma
frutícola del Alto Valle con buque exportador propio. Fue bautizado como
“Cipolletti” y construido en el astillero Río Santiago para abastecer los puertos
del
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| Tres Ases tuvo barco de exportación propio: el histórico buque Cipolletti. Foto: gentileza. |
“Acompañando al barco y a la atmósfera controlada, se
consolida una marca comercial muy fuerte, muy vinculada a una jugada ganadora o
a una jugada de éxito que tiene traducción en todos los idiomas y culturas”,
describe Gabriel Grisanti con respecto a la elección de Tres Ases como
denominación, y revelando el ambicioso objetivo de llegar a todo el mundo con
las peras y manzanas norpatagónicas.
El relacionamiento con productores fue otra piedra angular
del modelo Tres Ases. La empresa supo articular redes de provisión con familias
históricas de la región, convirtiéndose en un actor integrador. Esa visión (una
marca comercial fuerte, un proyecto de alcance global y un espíritu innovador
permanente) moldearía su identidad durante las siguientes décadas.
1989: el origen de un problema… y de su solución.
La hiperinflación de fines de los años ochenta encontró a
Tres Ases en plena reconversión productiva: plantaciones tradicionales estaban
siendo reemplazadas por sistemas intensivos en espaldera, un cambio tecnológico
indispensable pero costoso. “El financiamiento más largo disponible en ese
momento en la Argentina era a seis meses, y el 97% del pasivo cuando ingresé a
la empresa vencía en menos de 180 días, que además había que renovar”, recuerda
Gabriel, que se incorporó a la dirección en 1991. La ecuación era insostenible.
La empresa tuvo que achicarse, desprenderse de activos y
centralizar su administración en Cipolletti. El proceso concluyó en 1999 con un
concurso de acreedores que ordenó el pasivo y permitió respirar. Fueron años
extremadamente duros, pero también decisivos. La inversión que había generado
la crisis (la reconversión de las chacras) fue la llave del futuro. La
modernización productiva estaba hecha; solo faltaba un contexto favorable.
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Ese “viento de cola” llegó en 2002 con la devaluación. Para
entonces, Tres Ases era un “velero liviano”, en palabras de Grisanti: una
estructura eficiente, con costos ajustados y plantaciones tecnológicamente
renovadas. Cuando soplaron los vientos adecuados, la empresa estaba lista. Y
despegó con fuerza.
Despegue, innovación y un nuevo modelo comercial desde el
Alto Valle.
Tras la resolución del concurso comenzó una etapa de
crecimiento continuo. Con los tres hermanos Grisanti que conforman la tercera
generación (Gabriel, Enrique y Gustavo) ya firmes en Peras de Tres Ases, en el
Alto Valle.
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| Peras de Tres Ases, en el Alto Valle. Foto: gentileza. |
Uno de los hitos fue la incorporación de la clasificación
óptica, que reemplazó personal de clasificación manual y permitió ampliar
estándares de calidad y eficiencia. Al mismo tiempo, Tres Ases reformuló su
modelo comercial. Ya no se trataba solo de vender productos: la empresa decidió
vender soluciones. Incorporó importaciones estratégicas y amplió su abanico de
frutas hasta superar las veinte referencias, entre producción propia, compras a
productores regionales e importaciones. El objetivo: garantizar abastecimiento
continuo y calidad uniforme para clientes de Argentina.
Ese enfoque convirtió a Tres Ases en un proveedor integral:
peras, manzanas, carozos, membrillos, bananas, paltas, cítricos contraestación,
nueces y más. La clave estaba en la logística, el know-how, la maduración
controlada y la consistencia. “Para cada cliente se construía una relación de
confianza a largo plazo, que normalmente demanda entre tres y cinco años hasta
consolidarse. Y una vez consolidada, el factor determinante deja de ser el
precio: lo que importa es la confiabilidad”, explicó Alejandro Sartor.
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| El emblemático establecimiento de Tres Ases en el casco urbano de Cipolletti. Foto: Juan Thomes. |
Con ese objetivo, Tres Ases se asoció con el mayor
importador de banana de Argentina y está próxima a iniciar la maduración de
frutas en cámaras presurizadas de última tecnología en la ciudad de Cipolletti.
“Será la primera planta de maduración presurizada de la Patagonia, y nos
permitirá abastecer bananas, paltas, peras y otras frutas listas para ser
consumidas en la región y en el norte de Patagonia”, explicó Sartor.
La eficiencia productiva siguió siendo una prioridad. Todo
cuadro que rinde menos de 37.000 kilos por hectárea se reemplaza con plantas
nuevas. El rendimiento promedio actual ronda las 42 toneladas entre peras y
manzanas. Otra máxima de Tres Ases es que toda nueva hectárea debe implantarse
con tecnología e infraestructura de punta. El crecimiento siempre estuvo atado
a la calidad.
El presente de Tres Ases, un gigante de la Patagonia.
Hoy Tres Ases es una de las firmas frutícolas más
importantes del país. Opera 1.100 hectáreas (70% propias, 30% arrendadas),
distribuidas desde San Patricio del Chañar (Neuquén) hasta Cervantes (Río
Negro). Produce peras, manzanas, carozos y membrillos, con una estructura que
combina tradición y modernidad. Más de 2.300 personas trabajan en temporada
alta, con 180 permanentes. El 60% de la producción propia se exporta, mientras
que la mitad de las 50.000 toneladas anuales comercializadas se destina a
mercado interno.
Pero el cambio más profundo está en la organización. Tres
Ases avanza hacia un esquema de gestión profesionalizada, donde perfiles
técnicos y comerciales especializados toman protagonismo. En ese camino,
Alejandro Sartor encarna la nueva etapa: una mirada estratégica, foco en la
logística, la diversificación y el desarrollo comercial de largo plazo.
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| Alejandro Sartor, adjunto al Directorio de Tres Ases. Foto: Juan Thomes. |
Esa profesionalización no borra la esencia familiar: la
complementa. Gabriel Grisanti refleja esa síntesis a la perfección. Heredó de
su padre valores como la integridad, el esfuerzo y la visión integral del
negocio; a eso le sumó una perspectiva moderna, tecnológica y orientada al
servicio. Tres Ases también es eso: una empresa que empezó siendo familiar, que
hoy se profesionaliza, y que en ambos modelos encuentra la misma identidad. Una
firma que fue pionera hace sesenta años con la atmósfera controlada y que hoy,
con cámaras presurizadas y un enfoque comercial global, vuelve a estar en la
vanguardia.
Tres Ases no solo sobrevivió a un ciclo adverso: lo
convirtió en plataforma. Y hoy vuelve a liderar un sector que necesita
exactamente eso: innovación, calidad, eficiencia y una visión de largo plazo. Como
su historia lo demuestra, esa siempre fue su jugada ganadora (como los tres
ases en el póker).
Publicado en RURAL del Diario Río Negro.
Domingo 23 de noviembre del 2025.
Enlace de interés.
Los Grisanti: tres generaciones de fruticultores.
https://guillermopirriargentino.blogspot.com/2011/07/los-grisanti-tres-generaciones-de.html









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