La Madre Corredentora: inteligencia católica y prejuicio protestante.
Una de las características propias del catolicismo es la armonía entre la fe y la razón y, por lo tanto, entre las ciencias que se inspiran, correspondientemente, en cada una de ellas: la teología y la filosofía. En el caso de la razón, podría ampliarse a otros saberes humanos en estrecha conexión con la sabiduría natural.
En este sentido, conviene recordar el primer párrafo de una carta encíclica olvidada como Fides et ratio ( 1998) de san Juan Pablo II: “La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.
En la Fides et ratio, además, san Juan Pablo II recuerda de qué manera la filosofía (principalmente la metafísica) se pone al servicio de la teología a los efectos de poner en práctica el intellectus fidei a partir del auditus fidei. Por el auditus fidei oímos a Dios en su Palabra; por el intellectus fidei procuramos, en la medida de lo posible, comprender algo del misterio divino.
MATER POPULI FIDELIS
¿Qué tiene que ver lo dicho arriba con la Virgen María como Madre Corredentora?
El pasado 4 de noviembre de 2025, en la Curia General de la Compañía de Jesús (Roma), el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, presentó Mater Populi Fidelis, la Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación.
En lo que importa al objeto de esta columna, es importante citar completo el número 22:
“Teniendo en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención, es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María. Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana, porque ´no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos´ (Hch 4,12). Cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente. En este caso, no ayuda a ensalzar a María como la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, porque el peligro de oscurecer el lugar exclusivo de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvación, único capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito, no sería un verdadero honor a la Madre. En efecto, ella, como ´esclava del Señor´ (Lc 1,38), nos señala a Cristo y nos pide hacer ´lo que Él os diga´ (Jn 2,5)”.
IDEAS A MODO DE TESIS.
Dado que, ahora, es imposible detenerse en un análisis exhaustivo sobre este número del documento, señalaré algunas ideas a modo de tesis que podrían desarrollarse mejor en otra oportunidad:
1) En este documento falla el auditus fidei. La Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, junto con los teólogos y doctores de la Iglesia, entre los que podría destacarse el más reciente de ellos, san John Henry Newman, un protestante convertido al Catolicismo, nos dan cuenta de la especial colaboración de la Virgen María, Madre de Dios, en la obra de la Redención.
2) En este documento falla el intellectus fidei. Si se hubiera intentado comprender el “dato revelado” sobre la Virgen María como Madre Corredentora con el auxilio de las enseñanzas de santo Tomás de Aquino, se habría arribado a otra conclusión. La forma mentis en la hechura de la Nota responde a otra inspiración que no es la del Doctor Común de la Iglesia.
3) De lo primero y de lo segundo se sigue una conclusión: la impugnación del título de Corredentora respecto de la Virgen María, Madre de Dios, no es una manifestación amable de la inteligencia católica sino un ejemplo ilustrativo del prejuicio protestante.
Ampliar cada una de estas ideas, evidentemente, exigiría más espacio. Lo que no quita apuntar, al menos, tres consideraciones:
1 - En la Iglesia hace falta sacudirse esa mentalidad protestantizadora que, además de errónea, es anacrónica.
2 - Lo mejor que puede hacerse por un auténtico ecumenismo es mantener íntegra la Fe Católica. Al fin de cuentas, el ecumenismo consiste en el regreso de los cristianos separados que, habiendo atentado contra la Unidad de la Iglesia, deben volver a reintegrarse, lo cual exige profesar una sola Fe, incluidas las mariológicas.
3 - Llama la atención el celo puesto por defender el carácter de único Salvador de Jesucristo y el olvido o silenciamiento que se hizo de la Declaración Dominus Iesus (6 de agosto de 2000), a 25 años de su publicación.
Para quien quiera profundizar en el tema, le recomiendo Redención de Cristo y Corredención de María
de fray Alberto García Vieyra, O. P. (Mikael, Año 11, N° 33, Tercer Cuatrimestre de 1983).
Hasta la próxima, si Dios lo quiere, salvo que el Tribunal del Santo Oficio nos prohíba escribir y publicar.
Publicado en LA PRENSA.

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