El periodista Horacio Verbitsky insiste en la edición de ayer domingo de "Página/12" en continuar su obsesiva campaña contra el nuevo papa, Jorge Bergoglio. En un artículo titulado "La paloma se equivocó" intenta poner en ridículo al premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, quien en recientes declaraciones dijo que "hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura pero Bergoglio no".
El método utilizado por Verbitsky para descalificar al premio Nobel consiste en ofrecer el link a un video editado en abril del año 2005, cuando los cardenales llegaban a Roma para elegir al sucesor de Juan Pablo II. En ese video, Pérez Esquivel sostiene que "la actitud de Bergoglio se inscribe dentro de todas estas políticas pensar que todos aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas". A continuación Pérez Esquivel –que al parecer no estaba a favor de la designación de Bergoglio como papa en aquellos momentos– añade: "Un papa tiene que tener definiciones muy claras, muy concretas. Bergoglio es un hombre inteligente, es un hombre capaz, pero es una persona ambigua. Espero que el Espíritu Santo ese día esté despierto, y no se equivoque".
Cualquier persona medianamente informada en derecho puede rápidamente establecer la inmensa distancia que existe entre la acusación política de atribuir a alguien un pensamiento no favorable al trabajo político-social con los sectores más pobres que hacían algunos curas en aquella época de la grave acusación jurídica de haber actuado como entregador a dos sacerdotes a las autoridades militares por considerarlos subversivos. Es la sideral distancia que media entre emitir una simple opinión de la de haber actuado como colaborador necesario en la perpetración de un delito de secuestro de personas.
La visualización del video que recoge las declaraciones de Pérez Esquivel lo único que permite apreciar es la extrema frivolidad con la que se lanzaban –y se lanzan– las acusaciones sobre complicidad con la dictadura militar por personas que se auto adjudicaban el rol de fiscales inflexibles de los derechos humanos.
El video se convierte así en una prueba irrefutable del uso político de los derechos humanos para estigmatizar a los que circunstancialmente se consideraban adversarios políticos. Es muy fácil acusar a los otros de "no haber hecho lo suficiente". Sería interesante que estos fiscales tan rigurosos como Verbitsky informaran cuántos recursos de hábeas corpus presentaron o que acciones públicas en defensa de los derechos humanos adoptaron antes de 1983.
Publicado en Diario "Río Negro", 25 de marzo de 2013.
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