Un gran absurdo por Patricia Gordon.
“Sin clientes no hay trata” se ha convertido en estos
últimos años en una frase políticamente correcta que nos muestra, apenas, un
eslabón de la cadena. Tampoco hay trata sin policías, jueces, políticos,
funcionarios, famosos y poderosos que sostengan el delito.
Más allá de las buenas intenciones de quienes verdaderamente
luchan por los derechos de las mujeres y mas allá de la utilización de un
fenómeno que no se combate por la superficie sin abordar sus causas más
profundas (pero que evidentemente sirve a la hora de los votos), lo que está
detrás de la ley que pretende sancionar al prostituyente se presenta como un
gran absurdo en un país en el que el negocio está sostenido por los grandes
sectores de poder.
El sinsentido parte de una cultura que históricamente
reprime la sexualidad, al punto tal que “habilita” el comercio sexual
escindiendo las posibilidades de encuentro amoroso y recortando las libertades.
Los consumidores de prostitución son muchas veces esos
hombres comunes que han sido reprimidos, al igual que las mujeres, por los
dogmas e imperativos de una cultura de la dominación. Y también son poderosos
que para celebrar y para viajar contratan servicios sexuales. ¿Les va a llegar
la ley también a ellos?
Sería deseable poder erradicar las causas que llevan a
muchas mujeres a ingresar en un circuito donde terminan siendo, humilladas,
violadas, drogadas y explotadas.
Sin acceso a la educación, trabajo, salud, y sin erradicar
las mafias de crimen enquistadas en los lugares de poder, aún judicializando al
consumidor de prostitución: hay trata.
Patricia Gordon Presidenta de ong EnRED, red solidaria de
capacitación y tratamiento en violencias, abuso sexual y trata de personas de
Mar del Plata.
FUENTE DE INFORMACIÓN:
Diario "La Mañana de Neuquén", domingo 11 de agosto de 2013.
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