La izquierda se empecina contra Cristóbal Colón por Gustavo Chopitea.

A Cristina Kirchner no le gustaba ver a Cristóbal Colón desde la ventana de su despacho. Colón la perturbaba o intranquilizaba, quizás. Intelectualmente, cabe presumir, lo rechaza. Como si la hazaña de haber descubierto al nuevo mundo no hubiera sido mérito suficiente como para poder pasar a la inmortalidad y merecer nuestro respeto, desde una estatua.

Por ello la presidenta de los argentinos intentó primero remover autoritariamente la estatua, sin que ello fuera advertido. "De prepo". Le estatua, dicho sea de paso, estaba emplazada en una plaza municipal y es regalo de Italia a todos los porteños. Pero esos son aparentemente meros "detalles" para quien desde hace rato está en la cúspide misma del poder.

Como esa arbitraria decisión generó enseguida la indignación en los porteños, razón por la cual devino complicada de implementar, doña Cristina decidió entonces que la estatua del gran navegante, de pronto, "necesitaba" ser reparada, con suma urgencia. Para ello, la desmontó sin anuncios previos. Como consecuencia de este "atajo", ya no la ve desde su ventana.

Lo cierto es que ya Colón aparentemente no la perturba. Está acostado, en tierra, en una operación de "refacción", de plazo realmente incierto.

En paralelo, el Concejo Municipal de Managua, único autorizado a cambiar el nombre de las rotondas de la capital de la bolivariana Nicaragua de Daniel Ortega, acaba de descubrir que, subrepticiamente, sin que los concejales de la ciudad lo hubieran discutido, ni –mucho menos– decidido, la rotonda de la ciudad que tradicionalmente fuera llamada "Colón" ahora se denomina, sorpresivamente, Hugo Chávez.

Esto ocurrió porque otra mujer, en este caso la influyente primera dama nicaragüense, Rosario Murillo (para muchos, la dueña real del poder) lo dispuso. Ella misma presidió la ceremonia de "redesignación" de la rotonda. A la manera de una política subrepticia, la de los hechos consumados. Autoritariamente, entonces.

Pobre Colón. Nunca imaginó que, a tantos años de su "pequeño esfuerzo" náutico, su figura iba a generar de pronto tanta polémica en algunas de las mujeres más prominentes de la izquierda regional. Esto es, que tantas mujeres poderosas de Latinoamérica quisieran, de pronto –resentidas– borrar definitivamente el nombre del almirante de todos los espacios públicos. Algo así como "ni verlo", en consecuencia.

Increíble, pero pareciera ser así. Que Colón, gambeteando los peligros, nos hubiera acercado a la civilización y al resto del mundo –según surge de estas dos verdaderas "fábulas" contemporáneas– no tiene ninguna importancia. Nada. Extraño, ¿no?

Publicado en Diario "Río Negro", 10/8/2013.