Murió Niki Lauda, el legendario tricampeón de Fórmula 1.
En 1976, el austríaco sobrevivió a un grave accidente en el Gran Premio de Alemania: sufrió graves quemaduras que le dejaron marcas de por vida.
Su nombre aparece en las páginas gloriosas del
automovilismo. Andreas Nikolaus Lauda, o simplemente Niki, murió a los 70 años.
Fue tricampeón mundial de la F1 y uno de los pilotos más importantes en la historia
de la máxima categoría
Nacido en Viena el 22 de febrero de 1949, Lauda debió
desafiar a su familia para convertirse en piloto. Sus padres no querían que se
dedicara al automovilismo y dejara su incipiente carrera como hombre de
negocios, para seguir el legado familiar, que incluía banqueros y financistas.
Pero a Niki lo apasionaban los autos: sabía de mecánica y tenía la ambición de
ser el mejor. Su apellido, sin embargo, le iba a servir de ayuda.
“En 1972 logré entrar en la F1, tras acordar con March un
patrocinio de 250.000 dólares, una fortuna entonces. Los patrocinadores no
cumplieron y tuve que pedir un préstamo a un banco, aprovechando el nombre de
mi familia, de buena posición en el mundo industrial”, recordó Lauda en alguna
entrevista.
Sus temporadas en March (entre F2 y F1) no fueron como las
soñaba: el auto no le permitió mostrar su potencial en la pista. Además, como
segundo piloto, el monoplaza más rendidor se lo quedaba el sueco Ronnie
Peterson. Por eso, su salida estaba anunciada; en 1973 pasó al British Racing Motors
(BRM) donde tuvo como compañero a un hombre que le cambió su futuro. Era Clay
Regazzoni, quien lo recomendó a Ferrari.
Un Lauda incrédulo atendió el llamado de Luca de Montezemolo
para ser piloto de Ferrari. Y Lauda fue el encargado de devolverle la gloria a
la escudería, tras una década sin títulos después de aquel conseguido por el británico
John Surtees en 1964.
En 1975, en su segundo año en Italia, Lauda ganó cinco
Grandes Premios (Mónaco, Bélgica, Suecia, Francia y Estados Unidos) y le sacó
19,5 puntos al brasileño Emerson Fittipaldi, el campeón defensor, para quedarse
con su primer título en la F1.
Estaba en el mejor momento de su carrera cuando protagonizó
uno de los accidentes más terribles del automovilismo en el mundo. El 1° de
agosto de 1976, la lluvia había afectado el circuito de Nürburgring pero, al
comenzar el Gran Premio de Alemania, los 22 kilómetros de la pista estaban
secos y por eso varios pilotos cambiaron de neumáticos durante la competencia.
En la segunda vuelta, después de la curva Berwerk,La Ferrari 312T2 impactó
contra el muro. Volvió a la pista envuelto en fuego y fue chocado por el auto del
estadounidense Brett Lunger. La imagen paralizaba al mundo, mientras el piloto
Arturo Mezario trataba de sacar del auto a un Lauda inconsciente.
Rápidamente, Lauda fue trasladado al hospital de Mannheim,
donde incluso esa misma noche recibió la extremaunción. Pero el austríaco
sobrevivió y seis semanas después volvió a correr.
Aunque Ferrari había contratado al argentino Carlos
Reutemann para reemplazarlo durante su recuperación, Lauda solo se perdió las
citas de Austria y Holanda. Apenas 41 días después del accidente, y pese a los
dolores que le representaba ponerse el caso por las graves quemaduras sufridas
en su cabeza, se presentó en Monza para participar del GP de Italia; llegó
cuarto.
El accidente de Lauda le permitió a James Hunt darle pelea
en la lucha por el título: ganó en aquella final de Alemania y luego en
Holanda, Canadá y Estados Unidos. Sin embargo, el austríaco fue quien llegó a
la última fecha en Japón como el líder del campeonato, con tres puntos de
ventaja sobre el inglés.
La lluvia, como en aquella jornada en Nürburgring, se
presentó en Fuji. La reunión de los pilotos, muchos atemorizados por salir a
correr en esas condiciones, no prosperó y la presión fue más fuerte: la final
se corrió igual.
Fittipaldi fue uno de los primeros en abandonar: “No se
puede correr así”, dijo. En la segunda vuelta, quien le puso un freno a la
competencia fue Lauda, cuando marchaba 16° y no podía ver lo que pasaba delante
suyo por la lluvia. “En la vida hay cosas más importantes que un título de
Fórmula 1”, cuentan que le dijo a Mauro Forghieri, director técnico de Ferrari.
Ese abandono le costó su segunda estrella: Hunt, con un tercer puesto se llevó ese
título por apenas un punto.
Lauda no se desplomó. Tras aquel subcampeonato, llegó su
segundo título. En 1977, su temperamento frío y calculador se adueñó de él; no
necesitaba apretar el acelerador a fondo, sacaba ventaja previendo los errores
ajenos y sacando ventajas de su Ferrari. Así, logró el título a dos carreras
del final, con el cuarto puesto en el GP de Estados Unidos. La relación con
Enzo Ferrari no era la mejor y por la tensión que había en el equipo, el
austríaco decide no presentarse en Canadá ni Japón. Luego, anunció que ya no
tenía motivación para seguir en la escudería italiana.
Entonces, se llevó el 1 al equipo Brabham, donde solo ganó
dos carreras en 1978. En 1979, con 30 años, se retiró y se dedicó a compañía de
vuelos chárter Lauda Air. Ese tiempo sabático duró dos años hasta que McLaren
lo convenció para volver en 1982 y dos años después conquistó su tercer título.
En 1984, Lauda fue campeón de la Fórmula 1 con apenas medio
punto de ventaja sobre Alain Prost. Ganó las carreras de Sudáfrica, Francia,
Gran Bretaña, Austria e Italia. Aunque el francés, compañero suyo en McLaren,
luchó hasta el final, las victorias en el GP de Europa y en el de Portugal no
alcanzaron. Y Lauda no le dio revancha.
En 1985, finalmente, anunció su retiro de la actividad y
retomó sus negocios en la aviación comercial. Con el tiempo, Austrian Airlines
absorbió Lauda Air y en 2003 se unió con Air Berlin para fundar la low cost
Niki.
Los problemas de salud por aquel accidente en Alemania no
tardaron en aparecer. Sus pulmones rápidamente presentaron queja por los gases
tóxicos que respiró en 1976.
Además, antes de este último trasplante, se realizó dos
trasplantes de riñón; fueron en 1997 y 2015, cuando su novia Birgit, con la que
luego contrajo matrimonio, le donó uno.
También intentó a través de cuatro operaciones hacerse
trasplantes de piel: pero su sistema rechazó cada uno de ellos y Lauda ya no
quiso volver a intentarlo y adoptó su característica gorra roja para ocultar
las cicatrices de su cabeza.
Volvió a acercarse a la categoría con Mercedes, que lo
convocó como director no ejecutivo en 2012, con una participación del 10 % en
el accionariado del equipo y un contrato que regía hasta 2020.
Como piloto, participó de once años en la Fórmula 1, en los
que cosechó 25 victorias en Grandes Premios, tres títulos mundiales, un retiro
inconcluso y un accidente que estuvo a punto de costarle la vida.
Pero todo eso lo convirtió en uno de los íconos del
automovilismo, que hoy llora su muerte.
Publicado en Diario "Clarín", 20/05/2019.
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