El pedido de beatificación de Eva Perón, que hizo esta semana la Confederación General del Trabajo (CGT), puede demorar varios años antes de que sea analizado por el Vaticano, y deberá primero contar con la aprobación de las autoridades de la Iglesia en la Argentina.
La llegada de una persona a la santidad puede truncarse incluso antes de llegar a manos del Papa para su estudio, y debe tener fuertes pilares de justificación para ir abriéndose paso en un marco en el que, en la actualidad, hay unos 2.500 casos pendientes propuestos por 450 postuladores de todo el mundo.
El primer paso de las causa de beatificación debe ser iniciado en la diócesis donde murió el candidato, en este caso, Buenos Aires, y debe ser apadrinada por el obispo diocesano y por un postulador.
La etapa conocida como “fase diocesana” de una causa puede demorar decenas de años, y se basa en la presentación a la Santa Sede de un informe sobre la vida y las virtudes de la persona.
La Santa Sede, por medio de la Congregación para las Causas de los Santos, examina el informe y dicta un decreto diciendo que nada impide iniciar la Causa (Decreto “Nihil obstat”), convirtiendo a la persona en “Siervo de Dios”, el primero de los pasos hacia la santidad.
Una vez que el Vaticano emite esa resolución, el obispo diocesano dicta el decreto de introducción de la causa del ahora Siervo de Dios. Una vez que se obtiene la designación de “Siervo de Dios”, la fase diocesana empieza el camino hacia la declaración de “Venerable”, que comprende cinco pasos.
La primera etapa es el proceso sobre la vida y las virtudes del Siervo de Dios, en la que un Tribunal Eclesiástico «ne pereant probationes», designado por el obispo, recibe los testimonios de las personas que lo conocieron.
La segunda etapa es el proceso de los escritos, en el que una comisión de censores, señalados también por el obispo, analiza la ortodoxia de los escritos del Siervo de Dios.
En el paso siguiente, un relator de la causa elabora el documento denominado “Positivo”, que debe incluir además testigos de las obras de la persona candidata, así como de los ejes de su obra y vida.
Luego, una Comisión de Teólogos consultores discute el “Positivo” y pasa sus conclusiones a un grupo de cardenales que elaboran la propuesta que, en la quinta y última etapa, llega a manos del Papa, para que eventualmente dicte el decreto de Heroicidad de Virtudes para que el Siervo de Dios pase a ser considerado Venerable.
Este camino puede demorar también varios años, según el impulso que se le a la causa. Un ejemplo es el del empresario católico Enrique Shaw, que es Siervo de Dios desde 2001, y recién a fines de este año sería declarado venerable, según fuentes consultadas por Télam.
Una vez considerado “venerable”, el candidato ya está en camino hacia la “beatificación”; para la que debe demostrar que ha intercedido en un milagro, a través de la demostración de que no hay “explicación científica” a alguna obra en la que haya sido invocado, o que fue un “mártir”, como el caso reciente de Enrique Angelelli y su asesinato en la última dictadura.
En caso de que se busque probar su milagro, el obrar del venerable es analizado por dos médicos peritos, que examinan el caso y luego lo elevan a una comisión de ocho teólogos que estudian el nexo entre el hecho marcado por la consulta médica y la intercesión atribuida. Recién entonces el Papa puede firmar el decreto de beatificación.
Para la santidad, el último paso en el camino de la canonización, se requiere además la aprobación de un segundo milagro, cuya demostración debe seguir los pasos del primero, pasando por el consejo de médicos y por el de teólogos.
Publicado en Diario "Río Negro", 16 de Mayo de 2019.
Un pedido de la CGT.
Por qué el Vaticano no puede declarar santa a Evita
No reúne los requisitos para ser canonizada, a pesar de su entrega a los pobres.
Para no pocos peronistas, sobre todo para muchos de quienes fueron sus contemporáneos, Eva Duarte de Perón fue una santa por su abnegada entrega a los pobres. Más aún: el hecho de haber seguido ayudando a tantos necesitados y haber reivindicado sus derechos cuando su salud estaba gravemente amenazada por un cáncer de útero -que derivó en su prematura muerte- llegó a ser considerado como un verdadero martirio. De hecho, a los pocos días de su deceso, el sindicato de los canillitas envió una carta al Vaticano pidiendo la apertura del proceso de canonización para que sea proclamada santa, solicitud que la Santa Sede, diplomáticamente, desestimó. Aunque su "canonización" popular constituiría un hecho innegable.
Casi 70 años después, aprovechando la singular circunstancia de un Papa argentino –al que, además, le atribuyen ser peronista- y la perspectiva que permite el paso del tiempo –un factor este último que la Iglesia valora mucho-, la CGT anunció que impulsará una campaña para que, ahora sí, la “Jefa espiritual de la Nación”, como la declaró el Congreso tras su muerte, llegue a los altares. Historia no le falta en este aspecto a la central obrera. Tras el renunciamiento de Eva Perón a la candidatura a la vicepresidencia, su entonces secretario general, José Espejo, dijo en un acto por el Día de la Lealtad que “la decisión tiene la grandeza de los mártires y de los santos”. Al día siguiente fue “Santa Evita”.
¿Pero es posible que semejante solicitud pueda prosperar esta vez? ¿Reúne quien fuera la segunda esposa de Perón los requisitos para la apertura de un proceso canónico inicialmente de beatificación, para determinar si puede ser reconocida como beata, y que, eventualmente, se completa con el de canonización, para establecer si puede ser considerada santa? En la Iglesia dicen que no, porque Evita puede haber sido una mujer ejemplar, pero hace falta además una práctica religiosa que ella no tenía.
Por lo pronto, el pedido de apertura de la causa de un católico debe hacerse en la diócesis donde murió, en este caso, el arzobispado de Buenos Aires, a cuyo frente está hoy el cardenal Mario Poli. Para que la acepte hace falta una sólida argumentación. De ser así, inicia un minucioso estudio del candidato, que incluye el estudio de sus escritos y discursos y la toma de testimonios.
En el caso de que el estudio resulte satisfactorio, ya considerado el postulado como Siervo de Dios, el arzobispado gira la causa a la congregación para la Causa de los Santos del Vaticano, donde se efectúa un segundo análisis de su vida y obra. Si se concluye que vivió su fe “en grado heroico”, o sea, de una manera excepcional, es declarado “venerable”. Luego hace falta que se compruebe que Dios obró un milagro por su intercesión –en general, una curación inexplicable a los ojos de la ciencia, por lo cual interviene una junta médica- para que sea declarado beato. Si se le comprueba un segundo milagro, es proclamado santo.
En caso de que la muerte de la persona propuesta fue un asesinato y se compruebe que fue por “odio a la fe” –o sea, que es un mártir- no hace falta el milagro. Así ocurrió con el obispo Enrique Angelelli, dos de sus sacerdotes y un catequista, ultimados durante la última dictadura, que recientemente fueron declarados beatos. El Papa –que es el que pone la firma en estos casos- puede eximir del milagro, como Francisco hizo en el caso de Juan XXIII. Pero se trata de una situación absolutamente excepcional. Todo este proceso puede llevar años y hasta décadas, sobre todo si las pruebas de santidad no son suficientemente contundentes.
Ahora bien: el hecho de que Eva Perón es considerada por muchas personas como una mujer muy bondadosa y entregada a los pobres no es motivo suficiente para la Iglesia como para ser declarada beata, dijo una calificada fuente eclesiástica a Clarín. Hace falta –agregó- una práctica religiosa y una ortodoxia doctrinal. No alcanza –concluyó- con decir que se cree en Dios o que se actúa inspirado en los principios cristianos.
Publicado en Diario "Clarín", 15 de Mayo de 2019.
Fotos: Web.
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