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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, julio 07, 2020

El adiós a Ennio Morricone: cuatro películas para recordar al Maestro.

El adiós a Ennio Morricone: cuatro películas para recordar al Maestro.

El compositor de melodías inolvidables falleció ayer en Roma, a los 91 años. Sus cuatro bandas sonoras ineludibles. 
Ennio Morricone no componía bandas sonoras. Componía música para cine: de ahí su dignidad. De ahí la importancia de sus melodías, que actuaban en los filmes como un personaje más, hasta el punto de independizarse y vivir por sí solas en el imaginario de la gente.
Por eso Morricone, fallecido a los 91 años ayer, fue durante sus últimas décadas la estrella de festivales y grandes conciertos al aire libre, en los que socializaba su música ante los grandes lagrimones de los que lo conocieron por “Cinema paradiso”, “La misión” o cualquiera de sus celebradas 500 composiciones para cine. Solo se retiró el año pasado, con nueve décadas venerables que le pedían ya un descanso, después de seis nominaciones al Oscar (lo ganó en 2016 por “Los 8 más odiados”) y uno honorífico.
Fue ayer, hospitalizado en una clínica de Roma tras haber sufrido una caída en la que se fracturó el fémur, que la llama de su genio empezó a menguar y, ya presintiendo el fin, se despidió de los suyos: “Yo, Ennio Morricone, he muerto”, escribió en una carta que después se hizo pública. “Una sola razón me lleva a despedirme de todos de este modo y pedir un funeral privado: no quiero molestar a nadie”, apuntó. Y así fue.
La última aparición pública de Morricone fue hace pocos días, cuando junto a John Williams (88) recibió el premio Princesa de Asturias de las Artes en España, por la enorme contribución de ambos a la historia del cine y de nuestra educación sentimental. Por eso ahora queremos recordarlo destacando sus cuatro “bandas sonoras” (término que él combatía) más emblemáticas. Escucha obligada para hoy.

1- “El bueno, el feo y el malo” (1966)

Por el tándem que formó junto a Sergio Leone, Morricone terminó siendo también sinónimo de spaghetti western. Basta nombrar “La muerte tenía un precio”, “Por un puñado de dólares”, “Érase una vez en América” y ésta película, un envío cuasi experimental del que brotan campanas, flautas, armónicas, arpas, voces de soprano y guitarras eléctricas. El climax del final, con la tensión que condensan la música y las miradas, es una de las escenas más famosas del cine.

2- “Érase una vez en el Oeste” (1968)

El dúo con Leone fue inmenso porque él era un director que le daba espacio (y protagonismo) a la música en sus películas. La prueba está en el final de esta película, en el que ya nos es imposible disociar la mirada triste de Claudia Cardinale de la inmensa melodía que escribió Morricone: una voz de soprano brota desde un lugar recóndito de la orquesta y anuncia la despedida, en una secuencia que sigue poniéndonos la piel de gallina.
Ennio Morricone no componía bandas sonoras. Componía música para cine: de ahí su dignidad. De ahí la importancia de sus melodías, que actuaban en los filmes como un personaje más, hasta el punto de independizarse y vivir por sí solas en el imaginario de la gente.

Por eso Morricone, fallecido a los 91 años ayer, fue durante sus últimas décadas la estrella de festivales y grandes conciertos al aire libre, en los que socializaba su música ante los grandes lagrimones de los que lo conocieron por “Cinema paradiso”, “La misión” o cualquiera de sus celebradas 500 composiciones para cine. Solo se retiró el año pasado, con nueve décadas venerables que le pedían ya un descanso, después de seis nominaciones al Oscar (lo ganó en 2016 por “Los 8 más odiados”) y uno honorífico.
Fue ayer, hospitalizado en una clínica de Roma tras haber sufrido una caída en la que se fracturó el fémur, que la llama de su genio empezó a menguar y, ya presintiendo el fin, se despidió de los suyos: “Yo, Ennio Morricone, he muerto”, escribió en una carta que después se hizo pública. “Una sola razón me lleva a despedirme de todos de este modo y pedir un funeral privado: no quiero molestar a nadie”, apuntó. Y así fue.
La última aparición pública de Morricone fue hace pocos días, cuando junto a John Williams (88) recibió el premio Princesa de Asturias de las Artes en España, por la enorme contribución de ambos a la historia del cine y de nuestra educación sentimental. Por eso ahora queremos recordarlo destacando sus cuatro “bandas sonoras” (término que él combatía) más emblemáticas. Escucha obligada para hoy.

1- “El bueno, el feo y el malo” (1966)

Por el tándem que formó junto a Sergio Leone, Morricone terminó siendo también sinónimo de spaghetti western. Basta nombrar “La muerte tenía un precio”, “Por un puñado de dólares”, “Érase una vez en América” y ésta película, un envío cuasi experimental del que brotan campanas, flautas, armónicas, arpas, voces de soprano y guitarras eléctricas. El climax del final, con la tensión que condensan la música y las miradas, es una de las escenas más famosas del cine.

2- “Érase una vez en el Oeste” (1968)

El dúo con Leone fue inmenso porque él era un director que le daba espacio (y protagonismo) a la música en sus películas. La prueba está en el final de esta película, en el que ya nos es imposible disociar la mirada triste de Claudia Cardinale de la inmensa melodía que escribió Morricone: una voz de soprano brota desde un lugar recóndito de la orquesta y anuncia la despedida, en una secuencia que sigue poniéndonos la piel de gallina.

3- “Cinema Paradiso” (1988)

¿Quién más que Morricone para ambientar la historia de un melancólico director de cine que recuerda su juventud? En 1988, él ya era un compositor experimentado y puede que el tema también haya tocado en él resortes biográficos, puesto que él también vivió la posguerra siendo apenas un adolescente. En la película, de Giuseppe Tornatore, conocemos a Salvatore, un niño que aprende el oficio de proyectista de la mano de Alfredo, un viejo cinéfilo que, con cada función, entretenía y le vendía sueños a un pueblito siciliano. En el climax de la película, el Salvatore adulto descubre los cortes que la censura hacía sobre las viejas películas: una sucesión de los besos más hermosos del cine.
4- “La misión” (1986)
Para este filme, que tuvo mucha repercusión entre nosotros por ambientarse en las misiones jesuíticas, Morricone compuso uno de sus clásicos. Al principio pensó que el tema y el escenario ya tenían una mística y una épica por sí solos.... ¿qué más podía aportar la música? Él mismo rebatió su propio prejuicio. Hoy cualquiera puede silbar “El oboe de Gabriel”, una melodía de increíble simplicidad y comunicatividad inmensa, que cuando escuchamos en contrapunto con la secuencia coral “On Earth As It Is In Heaven” sabemos qué es lo sublime.
Publicado en Diario "Los Andes" de Mendoza, 7 de Julio de 2020.

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