EL FAROL COLORADO.
A comienzos del siglo XX era uno de los más célebres prostíbulos de la Isla Maciel, que albergaba pupilas francesas y polacas importadas por la organización judía de trata de blancas Zwi Migdal, la misma que tenía desde 1911 un camposanto propio que el pueblo llamaba “El Cementerio Rufián” (actualmente abandonado, ubicado sobre el límite lateral norte del Cementerio Israelita de Avellaneda).
En esa época, la prostitución era el centro económico de la Isla Maciel. Todos los comercios vivían de las prostitutas: ellas compraban en el almacén, en la farmacia, en la tienda de ropa. Una publicación de la época da cuenta de que la “Princesa Matilde”, la madama de “El Farol Colorado”, se encargaba incluso de abonar los jornales de los equipos de médicos higienistas, vacunadores y desinfectadores, que seguramente prestaban atención a las chicas del lugar.
Más de cuarenta eran los prostíbulos que existían en la zona, cuya fama llegaría a alcanzar ribetes míticos en todo el conurbano bonaerense, y el movimiento constante de dinero permitía el puntal pago de prebendas a distribuir entre políticos, cafishos y policías.
Así lo describía Enrique Cadícamo:
Hubo hace muchos años, en la Isla Maciel,
un turbio atracadero de la gente nochera,
ahí, bajaba del bote, la runfla calavera,
a colocar su línea y tirar su espinel.
Se llama ese puerto El Farol Colorado.
Y en su atmósfera insana, en su lodo y su intriga,
floreció la taquera de la lata en la liga,
de camisa de seda y de seno tatuado.
Al entrar se dejaban, como en un guardarropa,
los taleros, revolver’s y los cabos de plata.
La encargada era una criolla guapa, ancha y mulata,
que estibaba las grasas en la proa y la popa.
La pianola picaba los rollos de los tangos.
El cine picaresco iba horneando el ambiente
y del patio llegaba una copla indecente
en la voz de un cantor de malevo arremango.
Cuando de alguna pieza se oía la jarana
de la hetaira que a veces no se mostraba activa,
una frase en polaco de la regenta, iba
como un chirlo en las nalgas de la más haragana.
Fuente de información: www.revisionistas.com.ar
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