Una oda a la torta frita.
Por Jorge Castañeda.
Que si es de origen alemán, que si llegó desde España... como sea, la torta frita está enraizada en la tradición, y sobre todo, en la costumbre que dice que cuando está nublado o llueve, hay que hacerlas.
Las tortas fritas son una delicia para el paladar. De simple elaboración son apropiadas para la merienda de la tarde acompañadas indefectiblemente con mate amargo.
Son infaltables loa días de lluvia y degustarlas es una fiesta. Se dice que “pese al surgimiento de nuevos manjares de la cocina dulce, esta preparación de la gastronomía rioplatense nunca pasa de moda y la tradición de prepararlas se sostiene en el tiempo. Es al día de hoy, que los días de lluvia, es muy común escuchar la típica frase: “Llueve, está para tortas fritas”.
Dicen que esta tradición se instaló durante la época de la colonia, ya que cuando llovía salían las mujeres a recoger esa agua que se suponía era más pura y limpia”.
Con respecto a su origen “hay quienes sostienen que esta sencilla preparación proviene de Alemania y se cree que llegó al Río de la Plata de la mano de inmigrantes españoles del sur, ya que tenía arraigo en la cocina andaluza. Los árabes le decían “sopaipilla” a esta torta, término que a su vez proviene del germano “suppa” y que significa pan mojado en líquido”. Ese mismo apelativo se les da en Chile, tal vez debido a la in migración alemana sobre todo en el sur del país.
Veamos algunos ingredientes (pueden variar): ½ Kilo de harina leudante – 1 cucharada sopera de grasa – Una cucharada de sal – Aceite de girasol – Un vaso de agua templada.
Sobre sus diferentes nombres digamos que para Argentina y Uruguay son “tortas fritas”; en Paraguay “pirecas”; en el Perú “cachangas”; en Chile y la Región de Cuyo “sopaipillas”. Me recuerdo que algún amigo trasandino me explicaba que algunas sopaipillas tenían el agregado de zapallo. En el viejo continente, en Alemania, por ejemplo, se las denomina “kreppel”.
Yo me atrevo a decir que “como las que hacía mi madre, ninguna”. Livianas, romboidales, sabrosas, exquisitas. ¿Tendrá algo que ver el remanido complejo de Edipo?
Lo cierto es que son ricas y sencillas. Infaltables en esas tardes lluviosas en las que alegran el tedio y la nostalgia. Y la mejor manera de levantarse de la siesta, esa costumbre tan nuestra.
Si acaso algún forastero visita Valcheta, mi pueblo, en la Panadería “El sueño” encontrará el manjar de las tortas fritas rellenas con jamón y queso. Una fiesta para el paladar y el buen gusto.
La canción las glosa de esta manera: “Es costumbre en el pago / cuando la lluvia lo invita / las criollas tortas fritas / mientras pasa el mal tiempo. / Se amasa con sentimiento / harina, grasa y sal muera / y después como dice la abuela / hay que comerlas calentitas. El aroma cuando se frita / ni bien llueve invade el barrio / antigua costumbre del pago / que hoy me pongo a recordar / guainita la quiero invitar / mientras pasa el temporal / venga que vamos a matear / está lindo pa las tortas fritas”.
Dadme una torta frita y cambiaré el mundo.
Publicado en Diario Río Negro.
https://www.rionegro.com.ar/cultura/una-oda-a-la-torta-frita-3516310/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.