Erich Priebke, el comandante SS del ejército nazi que ejecutó 335 personas en las Fosas Ardeatinas de Roma y vivió durante décadas en Bariloche, cumplió hoy 100 años entre protestas para que pida disculpas y contra las condiciones en que cumple su condena, que muchos consideran muy benévolas.
"Una vergüenza, una desgracia", gritaban los manifestantes en Roma ante la puerta de la vivienda donde el ex oficial alemán cumple arresto domiciliario, mientras el nieto de Priebke trataba de ingresar con botellas de champán, informó la agencia Euronews.
Una asociación de familiares de algunas de las víctimas pidió al exnazi que "encuentre el coraje de pedir perdón", pero Priebke jamás se declaró arrepentido por su papel en la masacre.
Uno de los dirigentes judíos de Roma, Angelo Sermoneta, declaró a la BBC que "ni la Roma judía ni la ciudad en su conjunto pueden permitir que este personaje ande paseando por el barrio, haciendo sus compras o disfrutando de privilegios".
"Tiene 100 años", agregó Sermoneta, "no se trata de lastimarlo, de guillotinarlo, matarlo en la cámara de gas o la silla eléctrica. Sólo pedimos que se quede en su casa y no se haga ver. Despierta en otros demasiados recuerdos del mal que hizo."
Priebke, antiguo capitán de las SS fue extraditado a Italia desde la Argentina, donde residía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial como un respetado vecino de la ciudad rionegrina de Bariloche, después de que lo reconociera un reportero gráfico estadounidense.
Interpelado en la calle por el periodista, Priebke, ataviado como un jubilado más, con saco gris y sombrero negro, se vuelve hacia la cámara para responder: "Sí, estuve allí. Eran órdenes emitidas desde el comando. Una orden era una orden y tuve que cumplirlas".
Más tarde, en la cobertura del proceso judicial en su contra en Italia, "Río Negro" reveló que Priebke era un "peso pesado" que huyó ayudado por la Iglesia. La revelación hecha por el ex-SS a este medio ratificó una vieja sospecha: que existió "la ruta de los monasterios" o "de las ratas".
Priebke vive hoy en un departamento del último piso de un edificio cercano al centro de Roma, en una calle tranquila. Dispone de una terraza, que sombrea una parra y cercan plantas de geranio. Bajo custodia, se le permite entrar y salir.
Se lo ha visto hacer sus compras, pasear por un parque cercano o cenar con amigos en restaurantes de Roma.
Los fusilamientos se cumplieron según órdenes del propio Adolfo Hitler, para vengar la muerte de 33 soldados alemanes, víctimas de una bomba callejera instalada en Roma por una partida de guerrilleros comunistas.
Las represalias y los asesinatos masivos de civiles eran pan de todos los días en los territorios que se alzaban contra las tropas nazis de ocupación alemanas. La orden de Hitler era que en menos de 24 horas tenían que haber diez italianos muertos por cada soldado caído en el atentado.
Fuente de información: Télam.
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