El accidentado suelo del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko ("Chury") fotografiado desde el módulo Philae instantes antes de posarse, con alguna dificultad, en su superficie. |
DARMSTADT, Alemania - A cientos de millones de kilómetros de la Tierra, una sonda espacial europea hizo historia ayer al aterrizar sobre la superficie helada y polvorienta de un cometa que surca el espacio a velocidad vertiginosa. Fue un logro pionero que busca respuestas a los misterios sobre el origen del universo y, en particular, de la vida en la Tierra.
Sin embargo el histórico momento tuvo algunos inconvenientes con el anclaje del módulo de exploración al suelo de "Chury", algo que si bien no parece poner en riesgo la misión, deberá ser evaluado en las próximas horas.
El robot de exploración de la sonda espacial Rosetta, denominado Philae, se desprendió de Rosetta como estaba previsto ayer y aterrizó unas siete horas después sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko ("Chury", cariñosamente) ubicado a unos 510 millones de kilómetros de la Tierra y en órbita alrededor del Sol.
Para evitar que rebotase sobre la superficie del cometa, Philae está dotado de un sistema de arpones en las patas, destinados a asegurar su anclaje inmediato. Sin embargo, existe preocupación de que los arpones de anclaje no se hayan accionado correctamente.
"Hay indicios de que pueden no haberse activado, lo cual puede querer decir que estamos sobre suelo blando y que no estamos anclados", dijo a la prensa el director de vuelo de Philae, Stephan Ulamec.
El propio artefacto "tuiteó" en su cuenta: "Estoy en la superficie pero mis arpones no han funcionado. Mi equipo está trabajando duro para tratar de saber por qué".
Si Philae no está pegado al suelo, esto podría dificultar que algunos instrumentos, como la perforadora encargada de tomar muestras del suelo, lleven a cabo su misión, declaró a la AFP el jefe del proyecto Rosetta en el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Toulouse (Francia), Philippe Gaudon.
Philae "está posado en la superficie" del cometa y "nos está hablando", anunciaron en una explosión de júbilo los responsables de vuelo Andrea Accomazzo y Stephan Ulamec, desde el centro de operaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Darmstadt, Alemania.
Desde el 6 de agosto y tras más de 10 años de viaje interplanetario, la sonda no tripulada europea Rosetta se desplaza a escasas decenas de kilómetros junto al cometa, escoltando al cuerpo celeste en su desplazamiento a medida que se aproxima al Sol.
El módulo Philae cuyo aterrizaje desencadenó una salva de aplausos en el centro espacial alemán, permitirá explorar directamente el núcleo del cometa, es decir la parte sólida que por el efecto de la radiación solar genera la "coma" o cabellera y deja una cola a veces visible de gases y polvo.
"Es un gran paso para la civilización humana", dijo Jacques Dordain, director general del programa espacial europeo. "Somos los primeros que lo logramos --dijo-- y eso quedará para siempre".
Por su parte, la NASA consideró este logro como "el avance del momento en la exploración" del sistema solar y "un hito para la cooperación internacional".
A la velocidad de la luz, los datos enviados a la Tierra mediante señal de radio demoran 28 minutos y 20 segundos en llegar al centro de operaciones de Darmstadt.
El cometa se encuentra actualmente viajando entre las órbitas de Júpiter y de Marte. Mide unos cuatro kilómetros de diámetro, con una forma irregular con dos núcleos.
A causa de su tamaño reducido el cometa apenas genera fuerza de gravedad, por lo que fue suficiente un leve impulso mecánico desde la sonda Rosetta para lanzar la operación de aproximación de Philae: siete horas de lenta caída libre que alcanzó la velocidad de un metro por segundo (3,5 km/h) en el momento del impacto.
Repleto de instrumentos de observación, Philae carece de sistema de desplazamiento autónomo, tiene el tamaño aproximado de una heladera y pesa unos 100 kilos.
La superficie del cometa está cubierta de polvo, su temperatura es de unos 70ºC bajo cero y a pesar del "aterrizaje" exitoso nada garantiza la ausencia de imprevistos.
El lugar en la superficie del cuerpo celeste escogido para posar al módulo fue bautizado Agilkia, nombre que hace referencia al Antiguo Egipto, al igual que Philae, la isla del Nilo donde estaban los jeroglíficos que permitieron descifrar la piedra de Rosetta.
El contacto en el espacio se produjo tras 6.400 millones de kilómetros de recorrido interplanetario que costó 1.300 millones de euros.
El viaje espacial iniciado en marzo de 2004 empezó con la sonda sobrevolando varias veces Marte y la Tierra para tomar impulso utilizando la fuerza gravitacional de los planetas y así ganar velocidad.
Luego tuvo un período de hibernación que le permitió ahorrar energía, antes de ser "despertada" nuevamente desde la Tierra al aproximarse a su meta.
Los cometas son agregados de polvo y hielo primordial, escombros restantes del proceso de formación del Sistema Solar ocurrido hace 4.600 millones de años.
Por eso Philae intentará analizar directamente con sus instrumentos esta "bola de nieve sucia" y descifrar las claves para comprender cómo los planetas se formaron alrededor del Sol.
Una de las teorías es que los cometas, al interactuar con la Tierra, ayudaron a sembrar la vida en ella, al traerle agua y moléculas orgánicas.
Si todo sale bien, Rosetta y su robot seguirán enviando información cuando el cometa esté en el punto de su trayectoria más cercano al Sol, en agosto de 2015.
Luego se anticipa que bajo el efecto del polvo y las proyecciones deje de escrutar los secretos del cuerpo celeste y se dé por finalizada la misión.
AFP, AP, DPA. Publicado en Diario "Río Negro", 13 de noviembre de 2014.
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