¿Cuánto hay que modificar y cuánto hay que dejar de lo que hicieron los Kirchner? Cuántas veces escuchamos eso en los dos últimos años… Al final, fue la pregunta que terminó comandando la agenda de campaña: las estatizaciones (YPF, Aguas Argentinas, Aerolíneas), el sistema de jubilaciones, los subsidios, el Fútbol para Todos, la ley de medios, las retenciones, 678, las cadenas nacionales, la ausencia de conferencias de prensa, el estilo confrontativo, los patios militantes, la lucha contra las corporaciones, el INDEC, el código penal, el manejo de las reservas del Banco Central, la relación con los acreedores externos, la relación con el eje bolivariano, la asignación universal, los planes sociales, el impuesto a las ganancias para los salarios, etc., etc., etc.
Si la elección presidencial se resolviese por simple pluralidad de votos, hoy Scioli sería presidente. Pero… ¿el electorado hubiese votado igual de no existir la opción de la segunda vuelta? Probablemente no. Porque, si se miran los últimos tres años de opinión pública, la mayor parte del tiempo la sociedad quería cambio, aunque a veces lució confundida (y nos confundió a los que la auscultábamos…). Rigiendo el principio que “nunca sucede lo que no quiere la mayoría”, estamos más próximos a aterrizar en el territorio del cambio.
Tanto discutir del pasado, y tanta ansiedad por plebiscitar si había que darle o no continuidad a lo que hizo Cristina, que finalmente las campañas no pudieron salir del espejo retrovisor. Lo más probable es que el próximo presidente confronte menos, dé conferencias de prensa, mantenga el FPT pero le cambie la forma de financiarlo, mantenga la ley de medios aunque la actualice, mantenga la AUH, no elimine los planes sociales pero los reformule, no derogue las estatizaciones pero trate de manejar las empresas de forma más eficiente, elimine casi todas las retenciones, suba el piso de impuesto a las ganancias para los salarios, no haya más patios militantes, reformule el INDEC, y no dé marcha atrás con el sistema de jubilaciones. Si fuese una composición de música clásica, debería llamarse “Variaciones sobre la sinfonía de CFK”.
Entonces ¿habrá algo de nuevo? ¿O lo nuevo será la reformulación de lo viejo? Que no es lo mismo. Por eso llegamos al balotaje. Ninguno enamoró lo suficiente como para construir la mayoría exigida por la Constitución (y por eso Massa fue el tercero más votado en una elección presidencial desde 1983).
Las campañas terminaron debatiendo sobre un libro escrito -sobre todo- por Cristina Fernández de Kirchner. Los candidatos que llegan a la final se han visto obligados por la mayoría social a suscribir una parte, hacer enmiendas sobre el resto, o comentarios en los márgenes. Pero sigue siendo el libro de ELLA. Ninguno de los dos escribió un libro nuevo. Y esto incide.
Bugs Bunny siempre preguntaba “¿qué hay de nuevo, viejo?”
La respuesta no la tendremos el próximo domingo, sino no antes de 2017.
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