Debuta el "voto estratégico" en una presidencial. La segunda ronda electoral, propuesta en 1972 y vigente desde la reforma constitucional de 1994, nunca se había aplicado en comicios para el Ejecutivo nacional. Por amplia ventaja del ganador o retiro del rival, siempre se definió en una votación. Los efectos que puede tener en el sistema político argentino.

Los candidatos del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, y de Cambiemos, Mauricio Macri, se enfrentarán este domingo en el primer balotaje presidencial de la historia argentina, un sistema definido por la reforma constitucional de 1994 pero que hasta ahora no había sido puesto en práctica a nivel nacional, aunque sí se han presentado experiencias provinciales y locales. Esta realidad le ha dado características especiales a la campaña electoral y dará lugar a un escenario político muy particular, con un presidente fortalecido por el voto mayoritario y un Congreso equilibrado, producto de las elecciones de octubre pasado.

Elegir entre Scioli y Macri será para muchos confirmar su primera opción, pero para buena parte del electorado el comicio será definir entre lo que el radical Rodolfo Terragno presentó irónicamente como "una elección entre el menú fijo de pasta o pollo" de una aerolínea. "Para algunos será ingrato votar a Macri pero sólo hay dos opciones, como en el avión", explica en una reciente entrevista al diario "El País" y puntualiza: "Mi partido es más de centroizquierda, el suyo más de centroderecha, pero la democracia exige convivencias".

Desde el kirchnerismo "puro" también se admite que Scioli no hubiera sido su primera opción en una elección abierta, pero apuestan a que su candidatura logre conservar lo principal del "modelo" representado por la presidenta Cristina Fernández.

Para los defensores del sistema, como el politólogo italiano Giovanni Sartori, el balotaje "posibilita que el elector exprese una opción sincera en la primera rueda y luego ejerza un voto estratégico en la segunda instancia, reorientando conscientemente sus preferencias, considerando los resultados de la primera elección". Al mismo tiempo, la segunda vuelta no sólo permite dotar de más legitimidad al gobernante, porque confirma un presidente con amplio respaldo popular y permite que el ciudadano dirima en forma directa la contienda, sino que además limita la atomización política al obligar a las agrupaciones a negociaciones interpartidarias entre la primera y la segunda vuelta que pueden convertirse en coaliciones de gobierno.

Para los críticos del mecanismo, además de un mayor coste económico y dilación del proceso electoral, la segunda vuelta puede favorecer "coaliciones artificiales", es decir acuerdos coyunturales para ganar que luego no se trasladan al gobierno por diferencias políticas. Y consideran que la doble vuelta puede crear problemas de gobernabilidad en los sistemas presidencialistas como el argentino, cuando el candidato ganador en la primera votación no obtiene la presidencia en el segundo turno, pero su fuerza mantiene una mayoría en el Congreso.

Macri llega a la recta final de campaña como claro favorito en las encuestas, aunque con un margen muy difícil de establecer y encuestadoras muy prudentes a la hora de dar resultados, ya que la volatilidad y la desconfianza hacia los candidatos han sido características de los electores durante el último año del proceso electoral. Los votos que definieron que el candidato de Cambiemos impidiera el triunfo en primera vuelta del Frente para la Victoria y lograra una "victoria simbólica" en esa primera ronda pese a salir segundo a casi tres puntos de Scioli se definieron en los últimos cuatro días antes de los comicios, según la encuestadora que anticipó el cambio de clima político y más cerca estuvo de los resultados de octubre, Elypsis. En una entrevista con "Debates", su director ratificó la tendencia para esta segunda ronda (ver aparte). Su colega Mariel Fornoni, de Managment&Fit, que mide para "Clarín", aseguró hace poco que una dificultad con la que se encuentran es que los indecisos (para ella un 11%) no dan muchas pistas para proyectarlos. "Dos tercios son votantes de Sergio Massa (tercero en la primera ronda). Y responden todo al medio: quieren cambio, pero con continuidad; no tienen imagen ni buena ni mala del gobierno, nunca votaron a Scioli ni a Macri y muchos ni siquiera se acuerdan a quién votaron en el 2011", describió.

Publicado en Diario "Río Negro", viernes 20 de noviembre de 2015.