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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, noviembre 21, 2015

El destino trágico de Scioli por James Neilson.

Daniel Scioli tiene buenos motivos para sentir rabia. En los meses últimos, el mundo se puso en su contra. Luego de sobrevivir al naufragio del menemismo, logró soportar con paciencia estoica doce años de maltrato kirchnerista con su fama de ser un hombre democrático, moderado, dialoguista y nada vengativo intacta. Para frustración tanto de Cristina como de los líderes de las diversas agrupaciones opositoras, hasta hace muy poco pareció que un destino benévolo había decidido que Scioli, el hombre de fe, esperanza y optimismo que congeniaba con casi todos, sería el próximo presidente de la República. Si bien no era un orador convincente, un administrador eficaz o un caudillo nato, merced a su imagen emoliente disfrutaba de un nivel impresionante de aprobación, razón por la que Cristina finalmente lo ungió como su sucesor.
Pero entonces todo se vino abajo. Para desconcierto de Scioli mismo y también, es de suponer, de Cristina, el motonauta reciclado en político exitoso no resultaba ser tan imbatible como muchos habían previsto. Al acercarse las primarias, se hizo evidente que su techo electoral apenas superaba su piso. En opinión de los asesores de campaña, para conseguir más votos independientes tendría que romper con Cristina para mostrar que él es el jefe y ella pronto sería una expresidenta cuyo poder tiene fecha de vencimiento, pero en tal caso hubiera corrido el riesgo de perder el respaldo del gobierno nacional.
Para asegurárselo, Scioli se kirchnerizó. Sin embargo, luego de subrayar su condición de militante nacional y popular fogoso al hablar como uno en el debate televisivo del domingo pasado, el candidato y sus adláteres procurarían dar a entender que ellos también quieren cambiar muchas cosas. Huelga decir que ya les es demasiado tarde. Aunque nada es cierto en este mundo, parecería que el sucesor de Cristina no será Scioli sino su viejo amigo, Mauricio Macri.
Pase lo que pasare, la carrera política del motonauta parece destinada a terminar muy mal. Perder una elección que creía ya ganada le sería un golpe muy cruel, pero en tal caso podría consolarse pensando que la derrota habría servido para ahorrarle una humillación aún mayor. En la fase final de la campaña, advirtió una y otra vez al país que, de triunfar Macri, habría un ajuste terrible, una devaluación devastadora, mucho más desempleo, salarios de hambre y un sinfín de otros males, pero que sí él resultara ser el elegido no ocurriría nada parecido. Por el contrario, todo seguiría más o menos igual.
¿En serio? Como Scioli, Silvina Batakis –autora ella de un ajuste fenomenal en la Provincia de Buenos Aires–, Miguel Bein, Mario Blejer y compañía sabrán muy bien que al gobierno que asuma el mes que viene no le será posible mantener la tasa de cambio actual, postergar por mucho tiempo un ajuste feroz, continuar utilizando el sector público como una esponja para absorber a desocupados crónicos y militantes políticos o impedir que se reduzca el poder adquisitivo de los salarios y los planes. Un hipotético presidente Scioli, pues, pronto se encontraría en una situación muy parecida a la de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, la que, para ganar una elección difícil, insistió en que jamás pensaría en ajustar nada, sólo para reconocer poco después que había heredado de sí misma un "modelo" tan malhecho que no tendría más opción que la de permitir que Joaquim "manos de tijeras" Levy pusiera en marcha un programa draconiano de austeridad. Desde aquel momento la mayoría abrumadora de los brasileños quisiera verla destituida.
Con todo, en comparación con Scioli, Dilma tiene suerte: aún cuenta con el apoyo de Lula y sus partidarios, pero Scioli no podrá confiar en que Cristina y los suyos lo defiendan contra quienes lo denunciarán por no cumplir sus vehementes promesas electorales. Como la presidenta se ha encargado de recordarnos, a ella le preocupa muchísimo más el futuro de su "modelo" que aquel de la persona que a partir del 10 de diciembre ocupe la Casa Rosada, aun cuando se tratara de su sucesor designado.
Lejos de procurar proteger a un eventual presidente Scioli de los muchos que lo acusarán de ser un infiltrado neoliberal, Cristina, sus incondicionales y la gente de La Cámpora encabezarían los ataques so pretexto de que lo único que realmente importa es "el modelo" socioeconómico que construyeron mientras estuvieron en el poder. El que no haya más plata en el Banco Central, que el tipo de cambio, parecido al vigente en los últimos días de la convertibilidad, ya haya causado estragos en muchas partes del país y otros detalles igualmente nefastos no los conmoverá.
Aunque Macri se ha esforzado últimamente por convencernos de que dista de ser el monstruo neoliberal de la propaganda kirchnerista, de ganar las elecciones no vacilará en culpar a Cristina por el estado calamitoso de la "herencia" que reciba como premio, de tal modo justificando las medidas ingratas que le sería necesario tomar. Mal que le pesare, Scioli tendría que obrar de manera virtualmente idéntica, pero por cierto tiempo le sería arriesgado ensañarse con los directamente responsables del desaguisado, personajes como Cristina y Axel Kicillof, ya que en teoría formarían parte de la coalición gobernante.
La tarea que le espera al triunfador del domingo será muy pero muy ardua. De ser otras las circunstancias, sería mejor que la emprendiera un gobierno de ideas y modalidades muy distintas de las actuales, pero puede que, para evitar malentendidos, conviniera que ganara Scioli. A través de las décadas, los gobiernos populistas festivos o rencorosos que tanto han contribuido a depauperar el país se han visto seguidos por otros que serían calificados de "liberales" que, andando el tiempo, serían acusados de ocasionar todos los males económicos que intentarían remediar.
Para reducir el riesgo de que el ciclo destructivo así supuesto continúe repitiéndose hasta que el ingreso per cápita de la Argentina sea inferior al boliviano, sería preciso que un populista, aun cuando sea uno tan dubitativo y atípico como Scioli, estuviera en el poder a la hora de pagar los costos de años de insensatez politizada. Para Macri perder ante Scioli cuando todas las encuestas lo ven como el ganador sería una lástima, pero desgraciadamente para él y los demás integrantes de Cambiemos sería del interés de quienes piensan como ellos que el ciclo kirchnerista durará por lo menos algunos meses más.
Publicado en la columna de opinión del Diario "Río Negro", viernes 20 de noviembre de 2015.

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