Nuevas evidencias históricas afirman que la única uva
originaria de Argentina nació en las estancias jesuíticas de Mendoza a
comienzos del siglo XVIII.
Un estudio realizado por el historiador Pablo Lacoste volvió a agitar el misterio en torno a la única uva criolla argentina con proyección internacional. Publicado por Wines of Argentina en 2014, en él se afirma que el Torrontés podría haberse originado en Mendoza y no en Salta o La Rioja, contrariamente a lo que se creía.
Lacoste, fiándose de una ingente documentación notarial, en la que se detallan los viñedos anteriores a 1850 en la Capitanía General de Cuyo y el Reino de Chile, pasa revista a la larga historia del Torrontés. Según su tesis, esta uva criolla debió haber nacido en alguno de los solares en los que trabajaban los jesuitas a comienzos del siglo XVIII. ¿Qué uvas le dieron origen y cómo obtuvo su nombre?
Las criollas del continente
Desde la conquista de América los poblados coloniales tuvieron sus parras de uvas para hacer vinos corrientes y para consumo en fresco. Conocidas como Mision en California, País en Chile, en el nuestro se las denominó Criollas. Componen un universo de diversos colores, entre las que destaca la Criolla negra y la Cereza, como las más plantadas en nuestro medio.
Según la documentación reunida por Lacoste, también era así en 1850, cuando la criolla negra representaban poco más de la mitad del viñedo entre Argentina y Chile: “los datos compulsados –escribe– revelaron la presencia de 64.505 ejemplares (56%). Por testimonios de cronistas y viajeros se sabe que era la cepa hegemónica”, sostiene en el paper Variedades De Uva En Chile Y Argentina (1550-1850).
Sin embargo, los jesuitas no la tenían en la misma estima que a la uva Italia. Con ese nombre se conocía a la Moscatel de Alejandría, que ingresaron a Mendoza proveniente de chile a comienzo del siglo XVIII. Según la contabilidad realizada por Lacoste, para 1850 la uva Italia representaba una de cada diez plantas si se excluía a la Criolla Negra.
Y aquí es donde interviene la genética moderna para determinar el origen del Torrontés. Siguiendo el estudio realizado Cecilia Agüero y publicado en American Journal of Enology and Viticulture en 2003, esta uva nació del cruzamiento entre Italia y Negra Criolla, con cuyo ADN coincidiría. Lo que lleva a Lacoste a hipotetizar que ese cruzamiento natural tuvo lugar en alguno de los solares cultivados por los jesuitas.
El historiador concluye que, “de acuerdo a las fuentes examinadas hasta ahora, se puede estimar que el torrontés nació en Mendoza. La causa aparente se encuentra en el liderazgo de los jesuitas. Ellos introdujeron el cultivo de la uva de Italia en la viña del Colegio de Nuestra Señora del Buen Viaje, y desde allí, se propagó por la región. (…) Mendoza fue su principal polo de interés. Por lo tanto, su integración genética con la uva negra pudo ocurrir en cualquier zona de esta región, teniendo Mendoza mayores oportunidades. Además, el informe hasta ahora más antiguo que menciona la existencia de torrontés –escribe Lacoste–también corresponde a Mendoza”.
Más allá de quién o quiénes la propagaron por el actual territorio nacional, llevándola hasta La Rioja y Salta, si se originó en Mendoza, aún queda una pregunta por responder: ¿quién la bautizó con el nombre de Torrontés?
Lost in traslation
Así como las toponimias esconden historias curiosas, el bautismo del Torrontés también lo hace. Lacoste bucea en la bibliografía disponible y afirma que el nombre proviene de un típico error de traducción. En su tesis, sostiene, probablemente fue Daimán Hudson, el naturalista mendocino, el que primero describió esta variedad particular en La Rioja y, al consultar a los hombres de ciencia del siglo XIX acerca de uvas similares, la registró en los Anales de la Sociedad Rural como Torrontés, una homónima cultivada en España.
Para más confusión, cuando el escritor Eusebio Blanco, en su afán por mejorar la vitivinicultura mendocina tradujo los tratados franceses de enología de Henry Machard, empleó el término Torrontés como sinónimo de Sauvignon Blanc. Por suerte, el ingeniero Alberto Alcalde terminó con la confusión en 1989, cuando se publicó su tratado de ampelografía llamado Cultivares Vitícolas Argentinos. En ese libro, se documenta al Torrontés según los tres grupos de vides que encierra su nombre: el riojano, el sanjuanino y el mendocino, de los que sólo el primero tiene potencial para dar vinos perfumados y sabrosos, con proyección global.
¡Extra! Sabores florales
Única variedad de uva producida y propagada en Argentina, el Torrontés se distingue del resto por una condición sencilla: huele intensamente a flores blancas, como jazmín o azahar. Y esos aromas, terminan ofreciendo sabores primaverales al paladar, donde se ofrece como un blanco austero, algo delgado y de paso chispeante en sus versiones más modernas. En nuestro medio, son los que se cultivan en Salta los más expresivos.
Fuente: http://www.vinomanos.com/
Publicado en WINESUR.COM
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