Con apoyo estatal, un emprendimiento en las sierras cordobesas genera frutales, hortalizas, pasturas, cabras y hasta peces. Por María Lorena Rodríguez.
En el Valle de Traslasierra, el INTA Villa Dolores –Córdoba–
diseñó y apoya unemprendimiento agroecológico que genera más de 45 mil kilos de
alimento en diez hectáreas. Caracterizado por la diversidad, el sistema tiene
plantaciones de frutales, olivos, nogales, hortalizas y pasturas, estanques
para acuicultura y un tambo caprino.
La Matilde es un emprendimiento agroecológico ubicado en 60 hectáreas del Valle
de Traslasierra –Córdoba–, donde hasta hace tres años había nogales
abandonados, ganado disperso y ningún cultivo por la falta de agua. En diez de
sus hectáreas, la finca –diseñada por el INTA Villa Dolores– genera más de 45
mil kilos de alimentos: produce vid, frutales, olivos, nogales, hortalizas y
pasturas, tiene reservorios de agua para acuicultura y hasta incorpora un tambo
caprino.
“La biodiversidad permite superar las variables económicas
del mercado, ya que si cae el precio de un producto, los agricultores pueden
sortear la crisis gracias a la gran canasta de alimentos que generan”, explicó
César Gramaglia, del INTA Villa Dolores y asesor del proyecto.
De igual modo, señaló que los rendimientos son similares en
sistemas agroecológicos y convencionales –de acuerdo con otras experiencias de
la región–. “La ventaja de lo agroecológico es que, al evitar la compra de
insumos, el costo total de producción disminuye entre un 15 y 20% y aumenta el
margen de rentabilidad”, observó.
Gramaglia destacó el impacto del agregado de valor en origen
en el esquema productivo que, en el caso de la leche caprina, aumenta la
rentabilidad en más de un 300%. Según calculó, un kilo de queso se vende a $200
y requiere 8 litros
de leche para su elaboración, lo que equivale a $64 de costo de producción.
Por su parte, las hortalizas se venden en fresco o en
conserva, mientras que las aromáticas y medicinales se desecan con energía
solar y se ofrecen al público de manera fraccionada. También se elaboran dulces
de frutas y está previsto el desarrollo de una línea de aceite de oliva y vinos
orgánicos, como iniciativas de agregado de valor.
“La producción que se genera no abastece los mercados
tradicionales, sino que es transformada en productos secundarios y
comercializada en forma directa, desde la misma finca para reducir la cadena de
intermediarios”, señaló el técnico.
En las treinta hectáreas de bosque autóctono que rodean la
finca, el emprendimiento lleva adelante un proyecto de turismo para el cual se
instaló una posada de adobe y un restaurante, próximos a inaugurarse. Las
veinte hectáreas restantes se venden como parcelas de 2.500 m2 para la
construcción de viviendas ecológicas. Debido a la falta de agua para riego,
algunos estudios verificaron la existencia del recurso en el subsuelo y eso
permitió realizar una perforación que, mediante una bomba, llena una represa y
abastece un sistema de riego por goteo. “Como el caudal era aún insuficiente,
se hicieron excavaciones en los desniveles del terreno que, impermeabilizadas
con mantas plásticas, recolectan el agua de lluvia”, agregó Gramaglia.
Estos reservorios regulan la temperatura y humedad del
ambiente y refractan la luz solar. Asimismo, propician el desarrollo de la
acuicultura para autoconsumo y son una fuente hídrica en situaciones de
incendio.
Nutrientes y plagas
En cuanto al manejo de las malezas y la fertilidad de los
suelos, el ingeniero Gramaglia indicó que el estiércol extraído del tambo
caprino se reutiliza para producir abonos orgánicos que aumentan la fertilidad
de la tierra y mejoran el rendimiento de los cultivos. La mencionada práctica
se complementa con la siembra de pasturas entre las líneas de las plantas,
frutales y viñedos que, a su vez, sirven para preparar abonos y como alimento
del ganado.
Por su parte, el técnico del INTA que apoya el
emprendimiento indicó que “las malezas se controlan sólo en la zona de
proyección de los frutales, mientras que se dejan crecer en el espacio entre
plantas para fomentar la biodiversidad y constituir un reservorio de enemigos
naturales, fundamental en el control de plagas”, analizó.
Posteriormente agregó: “Cuando se logra un equilibro
biológico, el mismo sistema productivo neutraliza los inconvenientes que lo
pueden afectar y no se requieren insumos para controlar”, finalizó el
especialista.
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