"Todos hablan del neoliberalismo -me comentó mi amigo el novelista-. Incluso dicen que hemos entrado a una nueva fase mundial del capitalismo. Pero te confieso que, por más que trato, no consigo entender bien de qué hablan. Y menos cuando algunos meten a Menem y a Macri en la misma bolsa." Le respondí que, como siempre, el significado de una palabra había que buscarlo en su uso y que, por eso, echar un rápido vistazo histórico podía servirnos a los dos. "¿Por qué a los dos?", me preguntó. "Porque yo mismo quisiera comprender mejor hacia dónde se dirige el gobierno."
Todo arrancó con el liberalismo. En Europa, en los siglos XVII y XVIII comenzaron a crecer las ciudades y con ellas, una burguesía que se enfrentaba, por un lado, al poder político de los reyes y de los nobles, y, por el otro, al poder espiritual de los papas y de los obispos. De ahí las dos separaciones fundamentales que iban a instalar los ideólogos liberales: una, económica, entre Estado y mercado; y otra, política, entre Estado e Iglesia.
"Si me vas a dar una clase, pido más whisky", se sonrió mi amigo. "No, no. Quería fijarle un punto de partida a nuestra historia, que explica la gran fuerza transformadora que tuvo el liberalismo y que culminó en el siglo XIX. Claro que al ingresar al siglo XX, el propio liberalismo había sufrido ya una separación importante." "¿Cuál?" "Se bifurcaron el liberalismo político, defensor de la república y de las libertades individuales, y el liberalismo económico, defensor de la propiedad privada y del mercado." "Mozo, dos whiskies más, por favor."
En realidad, lo que iba a agregar era sencillo. Tanto que, en los años 20, en una famosa polémica con Luigi Einaudi, el gran Benedetto Croce propuso simplemente que, para evitar confusiones, al liberalismo económico se lo llamase liberismo, tal como en efecto ha ocurrido en Italia. (Si lo hubiéramos hecho también aquí, habríamos despejado un equívoco: entre 1880 y 1916, la "república oligárquica" fue decididamente liberista y muy poco liberal). Sólo que, a la vez, había otros procesos que estaban en pleno desarrollo: uno, la concentración del capital en grandes monopolios; dos, la creciente expansión internacional de estas megaempresas; y tres, una feroz desregulación financiera que fue una de las causas de la crisis de 1929/30 y de la Gran Depresión que la siguió.
"Es a raíz de eso que el papel del Estado pasa a ser central en todas partes, ¿no?" "Exactamente. Pero no nos engañemos. El mercado siempre dependió del Estado. Sin ley no puede haber contratos exigibles y tampoco derecho de propiedad, como su mismo nombre lo indica. Y para que haya ley tiene que existir el Estado. Esto dicho, es cierto que su papel se expandió fuertemente, en contextos tanto autoritarios como democráticos. Y más todavía después, en la Europa de posguerra." "Cuando aparecieron los Estados de Bienestar que aplaudíamos de chicos." "Nosotros, sí. Pero los capitalistas, cada día menos."
Sucede que los gobiernos europeos advirtieron que la producción en masa -el llamado fordismo- exigía una demanda sostenida que pudiera absorberla, de manera que los gastos bélicos del Warfare State fueron reemplazados por los gastos sociales del Welfare State y se le dio una prioridad absoluta al pleno empleo. Se iniciaron así los llamados "treinta años gloriosos", que marcaron el momento de máxima armonía entre el capitalismo y la democracia liberal. Pero el esquema tenía dos puntos flojos: la inflación y la caída de la tasa de la ganancia. Fueron los desencadenantes de la crisis de los 70, junto con los aumentos en el precio del petróleo y la competencia asiática. Fue entonces cuando un liberismo renovado comenzó a volver por sus fueros, al mismo tiempo que el capital financiero desplazaba del centro de la escena al capital industrial. Y digo "renovado" porque, a diferencia del liberismo clásico, éste acepta (y reclama) la intervención estatal siempre que sea a su favor. Así fue como llegaron al gobierno dos íconos de estos cambios: Margaret Thatcher (1979) en Gran Bretaña y Ronald Reagan (1980) en EE.UU., y ambos se dedicaron a desregular los mercados, a bajar drásticamente los impuestos a los ricos, a contener y reducir los salarios reales y a subir las ganancias capitalistas.
"¿Y el neoliberalismo?" "De él estamos hablando, mi amigo. Es el nombre que le dieron a este proceso en los Estados Unidos. Debieron agregarle el prefijo «neo» para diferenciarlo del liberalismo que, en ese país, siempre tuvo connotaciones políticas progresistas y ha sido partidario de la intervención del gobierno en la economía para asegurar una mayor igualdad. Ahora cambiaron las reglas del juego, que pasó a ser dominado por las grandes corporaciones internacionales. En el último medio siglo, el comercio mundial se multiplicó por 15 y, revolución informática mediante, cada día del año el promedio de las transacciones financieras que se realizan en el mundo supera al total de las reservas del conjunto de los bancos centrales. La otra cara de la moneda es que la mayoría de las economías desarrolladas no crecen o crecen poco, lo mismo que los salarios. Mientras tanto, aumentan el desempleo y el subempleo y la concentración de la riqueza alcanza niveles desconocidos. En EE.UU., el 1% de la población posee bastante más del 40% de la riqueza y el 80%, menos del 7%. Peor aún: casi todas las elecciones las ganan allí los candidatos que logran reunir más dinero. O sea que los lazos entre las corporaciones y los políticos son más que estrechos." "Las famosas puertas giratorias. Un día, CEO, y al otro, ministro. Pero supongo que hay diferencias entre los países." "Claro que sí, y es lo que te debe haber confundido. El paradigma neoliberal ha probado ser muy flexible. Por ejemplo, los manuales coinciden en que la dictadura de Pinochet fue su expresión más pura y en que, después, los gobiernos de la Concertación mantuvieron el modelo. Con esto, en los últimos 20 años se cuadruplicó el PBI chileno, pero, por un lado, las corporaciones transnacionales se han venido llevando de lejos la mayor tajada y, por el otro, la distribución del ingreso es una de las peores del mundo. En cambio, los países escandinavos incorporaron buena parte de la agenda neoliberal, especialmente las privatizaciones, pero sus gobiernos mantuvieron una amplia protección social pese a los recortes, siguen existiendo sindicatos poderosos y la igualdad relativa bajó, pero continúa siendo considerable." "Como para que un pobre escritor como yo no se confunda. ¿Y por casa cómo andamos? ¿El gobierno es neoliberal?"
Le dije a mi amigo que el repaso histórico comparativo me confirmó en la idea de que, por más pragmático que quiera ser, al macrismo lo guía una lógica neoliberal que está teniendo que adaptarse a nuestras circunstancias. En los países desarrollados, el nuevo liberismo de los 70 cobró fuerza luego de tres décadas de prosperidad y uno de sus objetivos fue frenar los supuestos "excesos" de la democracia, de la participación y de la igualdad. El crecimiento había sido notable, eran muy bajas la desocupación y la pobreza y muy elevados los salarios. Macri intentó provocar de entrada un shock económico al estilo de los ChicagoBoys. Su gobierno liquidó el cepo, salió del default , eliminó las exenciones al agro y a la minería, suprimió el impuesto a los dividendos, redujo los subsidios, se abrió al mundo y pidió ser miembro titular de la OCDE, acérrima defensora de los principios neoliberales. No tenía un plan, pero tampoco lo precisaba: para eso estaban el mercado y las grandes corporaciones. A la vez, a éstas les pidió varios de sus CEO para ocupar cargos públicos. Pero las cosas no salieron bien.
"¿Por qué?" "Porque, a diferencia de las economías desarrolladas de los años 70, veníamos de cuatro años de estancamiento y de una década y media sin aumentos de productividad; carecíamos de una división de poderes auténtica y de instituciones medianamente sólidas; la corrupción era rampante; casi un tercio de la población estaba por debajo de la línea de pobreza y cerca de la mitad de la fuerza de trabajo, en la informalidad; la mayoría de los datos del Indec eran falsos; la inflación resultaba imparable; la tasa de inversión no superaba el 17% por año, y se calculaba que había unos 400.000 millones de dólares fuera del circuito legal." "En un país así yo no meto plata." "Es lo mismo que pensaron los grandes inversores y por eso, para su sorpresa y sin perjuicio de los halagos que recibió, el shock de Macri no funcionó. De ahí el actual cambio de rumbo, que apela al gradualismo y a la búsqueda de los acuerdos económicos, sociales y políticos que antes no le habían interesado." "¿Te parece bien?" "El abandono de la estrategia inicial, sí. Pero falta conocer todavía el Plan Productivo con el que se preparan a negociar los acuerdos." "Me tengo que ir. Si me preguntan, ¿qué digo?: ¿Macri es neoliberal o no?" "Su orientación básica es sin duda neoliberal. Y, a la vez, como te subrayé y dentro de ciertos límites, el paradigma neoliberal es bastante flexible. Veremos qué resulta."
Publicado en Diario "La Nación", miércoles 26 de octubre de 2016.
http://www.lanacion.com.ar/1950373-el-gobierno-de-macri-es-neoliberal?utm_source=FB-LN&utm_medium=Cali&utm_campaign=1950373
Publicado en Diario "La Nación", miércoles 26 de octubre de 2016.
http://www.lanacion.com.ar/1950373-el-gobierno-de-macri-es-neoliberal?utm_source=FB-LN&utm_medium=Cali&utm_campaign=1950373
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.