Padre, deja ya de joder con la pelota por MARCELO A. ANGRIMAN.
Joder es una palabra tan ordinaria como descriptiva. Definida como el molestar o fastidiar a alguien, su significado cuadra perfecto en lo que hace un padre desubicado que dice alentar a su hijo.
Un progenitor jode cuando conspira contra su hijo y cuando no entiende que el deporte formativo es educación y juego.
Educación informal, por cuanto la iniciación deportiva bien llevada, es una aliada en la responsabilidad, el compartir, el respeto a las normas, el cuidado del propio cuerpo, la constancia, la autoestima y la superación.
Juego por que el disfrutar y divertirse en edades tempranas, debe estar siempre por encima del ganar.
Sin embargo hay adultos que pretenden transpolar el deporte profesional con sus peores prácticas, al juego de los niños, como si se tratara de un Boca-River en miniatura.
Convertidos en verdaderos energúmenos, vociferan, exclaman, agreden y joden. Joden a los chicos, a los demás espectadores, a los entrenadores y al deporte. Joden, siempre joden.
Saltan al escenario de manera patética, desplazando a los verdaderos protagonistas que son los pequeños.
Como sostiene el licenciado Marcelo Roffé, autor de “Mi hijo el campeón”, la mayoría de los padres que así se comportan buscan en su vástago su salvación o bien, lo que ellos no pudieron ser. Lejos de convertirse en un apoyo, son un agente estresor para sus hijos.
Patología esta, que se ha extendido y que ha llegado a su paroxismo con la muerte del entrenador del Club Unión de Munro Fernando Pereiras en manos aparentemente del tío de un jugador, cuando la víctima intentaba evitar una agresión entre futbolistas.
Para que semejante locura tenga freno y la pérdida del técnico fallecido no sea en vano, es menester aplicar una sanción ejemplar al homicida e implementar una serie de medidas que no admiten mayor dilación.
En ese orden la alianza instituciones-dirigencia, entrenadores y padres dirigida a comprender cuál es el fin del deporte formativo, adquiere una importancia trascendental. Es hora de entender que estamos frente a un problema de adultos, no de niños.
En tal sentido, todo lo que se pueda avanzar a la hora de generar conciencia y educar a los mayores, será clave a la hora de combatir tanto desatino.
Seis propuestas
Sirvan a humilde título enunciativo, algunas propuestas que podrían establecerse en dicha dirección:
1.- Colocar en todos los accesos a campos de juego un cartel que diga: “El deporte formativo y la violencia son incompatibles”, tal como lo ha propuesto Francisco con sus escuelas emergentes.
2.- Notificar a los padres por escrito la finalidad educativa del deporte formativo y dar charlas en las que participen padres e hijos.
3.- Aplicar el derecho de admisión en caso que se verifiquen agresiones físicas o verbales por parte de los espectadores. Tal potestad ha tenido que ser ejercida por la Liga de Fútbol Infantil de San Francisco Córdoba en múltiples ocasiones, ante la reiteración de hechos violentos que tuvieron como protagonistas a los progenitores. En su momento, el Consejo Directivo de la Unión de Rugby del Alto Valle dio a conocer la imposición de una pena que le impide por 99 años participar de eventos deportivos a un padre que, fuera de sí, atacó a un árbitro durante un partido de rugby.
4.- Evitar la competitividad hasta los 12 años. Hay un marcado consenso respecto a que hasta esa edad, el juego debe ser principalmente recreativo y lo competitivo pasar a un segundo plano; buscando que los chicos estén la mayor parte del tiempo activos. Existen fundamentos anatómicos, fisiológicos, sociales y ante todo de psicología evolutiva que abonan dicha postura.
5.- Relativizar los resultados, comprendiendo que muchas veces el perder enseña más que las victorias. Debe quedar en claro que la entrega de un grupo en búsqueda de un objetivo tiene tanta o más importancia que el resultado concreto, puesto que el esfuerzo forma y el segundo, en algunas ocasiones, deforma.
6.- Leer reglas de fair play antes de comenzar los partidos por parte de los jugadores menores, tal como lo ha implementado la AFA en algunas categorías.
En la medida que exista un microclima educativo entre dirigentes, padres y entrenadores es posible comenzar un cambio.
Para aquellos que tienen como deporte joder a sus hijos, hago propias las palabras del licenciado Roffé: “Si usted quiere un campeón en su casa, vaya y entrénese. Mientras tanto deje que su hijo juegue y disfrute en paz”.
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