Después de un año y medio de meternos miedo, este lunes el Gobierno anunció sorpresivamente una serie de medidas de liberación de restricciones. La más llamativa fue la de la no obligación del uso del barbijo al aire libre. Entre la situación epidemiológica del día anterior a las elecciones y el del anuncio no hubo ningún dato pandémico nuevo que no fuera el continuo descenso de los indicadores: casos, hospitalizaciones y fallecimientos. El único acontecimiento fue político: la aplastante derrota del oficialismo en las PASO y el escandaloso minué de la semana posterior entre el presidente y su inmediato superior, la vicepresidenta.
El resultado de ese baile fue un nuevo gabinete que se vio
obligado a mostrar una nueva cara. La primera expresión de ese rostro fue el
anuncio compartido entre la ministra de Salud, Carla Vizzotti y el nuevo jefe
de Gabinete, Juan Manzur. El dato político, no sanitario, es que no existía
ninguna posibilidad de que ese anuncio lo hiciera el presidente. Su autoridad
moral para un cambio de perspectiva sanitario fue demolida por él mismo, por las
urnas y por su jefa política.
¿MEDIDA ACERTADA O PELIGROSA? CÓMO LES FUE A LOS PAÍSES QUE
PERMITIERON PRESCINDIR DEL BARBIJO AL AIRE LIBRE.
Si bien la sorpresiva apertura no estaba respaldada por la
historia previa de quienes la comunicaban, es cierto que los números sí
permitían imaginar una vida más normal en la Argentina; si no era ahora,
¿cuándo? Los casos bajan ininterrumpidamente desde hace casi cuatro meses lo
mismo que los fallecimientos. Las camas de terapia intensiva están tan
desprovistas de casos de Covid-19 como al comienzo de la pandemia. La positividad,
que siempre daba alta en nuestro país por escasez de testeos, está muy por
adentro de los parámetros requeridos por la OMS. Ya estamos en plena primavera,
se acerca el caluroso octubre y la tan anunciada variante delta -por razones
que no conocemos plenamente- no irrumpió como se temía. Eso permitió que la
vacunación –aun con las dificultades conocidas- avanzara. En estos momentos,
Argentina cuenta con el 45 % de su población con doble vacunación. Para dar un
panorama de lo que eso significa, consideremos que cuando el Reino Unido hizo
una apertura total, mucho mayor a la anunciada este lunes entre nosotros,
apenas tenía el 53 % de su población con el esquema de vacunación completo.
Basta ver cualquier partido de la Premier League con sus estadios repletos de
gente sin barbijos para entender lo que implica en términos de vida social.
Si los datos para la Argentina son satisfactorios y permiten
avanzar en las aperturas, los de la ciudad de Buenos Aires –que por movimiento
y densidad preanuncia lo que sucederá en el resto del país con unas semanas de
anticipación—son mejores todavía.
A partir del 1° de octubre se podrá circular al aire libre
sin el uso del barbijo.
ADIÓS AL BARBIJO. ¿UNA MEDIDA ADECUADA O ALGO ANTICIPADA?
En el sistema público la ocupación de camas de terapia
intensiva por Covid-19 ronda el 8%, en el privado está por abajo del 20%. Los
casos diarios se cuentan por alrededor de poco más de una centena en una ciudad
de tres millones. Hay clases presenciales sin burbujas (aunque con el
imperdonable barbijo infantil) sin que apareciera más que un publicitado brote
aislado sin consecuencias médicas. La positividad ronda el 2%. Por otra parte,
CABA tiene a la totalidad de su población de riesgo completamente vacunada y a
buena parte de los adultos fuera de la zona de riesgo con altos porcentajes de
doble vacunación. Si había un gobierno que tenía la posibilidad de adelantarse
al de la Nación en anuncios que trajeran esperanzas y reactivación era el de la
Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, por algún motivo, sus autoridades
sanitarias no quieren seguir los pasos del gobierno nacional.
Se viene una nueva batalla, amigos. Una justa y ética. Chicos
sin barbijos. Con datos y referentes de afuera #ActualizacionDeProtocolos
pic.twitter.com/xwC7GCai3o
— simpática y puntual 🕯🕯🕯
(@muypuntual) September 19, 2021
Uno de los países más afectados por la variante Delta fue
Inglaterra. ¿Saben cómo van los chicos a la escuela primaria en Inglaterra? Sin
barbijos.
Vacunaron a la población adulta y priorizaron que los chicos
tuvieran escolaridad presencial.
Ahora el criterio de aislamiento ⤵️
— María José Navajas 🕯🤍💚
(@majo_navajasOK) September 18, 2021
La explicación quizás esté en la discordancia entre emisor y
mensaje. Que quienes hayan tomado la decisión de abrir antes no tenían el menor
empacho en calificar de “asesinos” a quienes ejercitaban al aire libre o
simplemente tomaban sol hace más difícil de aceptar una medida que objetivamente
parece razonable.
¿Se acuerdan de que hace 8 días si uno le pasaba la lengua a
un sobre se moría?
— Bugman (@Mr_Bugman) September 21, 2021
Bueno, como en la pandemia anterior, Manzur hizo un anuncio
"revolucionario" al día siguiente de asumir. Antes, cambió la forma
de medir casos y muertos de AH1N1 para que la tasa bajara. Ahora, liberó
barbijos al aire libre y abrió boliches. Qué bueno que nadie tiene memoria acá.
— Alejandra Folgarait (@alefolgarait) September 21, 2021
¿Ustedes se acuerdan de que Alberto llevó a la justicia la
decisión de la ciudad de abrir las escuelas y las quiso mantener cerradas
echándole la culpa a los chicos discapacitados, a las Mamis que se agolpaban y
a los nenes que jugaban con los Barbijos?
— Hernán Charosky (@charosky) September 21, 2021
El súbito viraje del Gobierno complicó la percepción de las
cosas y generó un quiebre más allá de la grieta. Como si fuera un cuadro de
doble entrada, los tuiteros se dividieron en la clásica diferenciación K-antiK
pero también barbijo-antibarbijo. Con lo cual las dos posiciones antagónicas se
convirtieron en cuatro: kirchneristas pro y anti-liberación del barbijo y
antikirchneristas con la misma disyuntiva respecto de las restricciones. Se
expresaron en las redes con su expresividad habitual.
Inconsolables las viudas del barbijo. Qué sé yo, no lo
piensen como un adiós sino como un hasta luego.
— Malcom Gomez (@malcomgomez) September 21, 2021
Manzur bajó el cuadro de Pedro Cahn
— ArielTarico (@TaricoAriel) September 21, 2021
Igual hay un montón de gente a la que le cagaron la cabeza
para siempre y está en modo Hiro Onoda tirandole alcohol a la bolsa de las
compras y usando barbijo sola arriba del auto y van a seguir asi por años
— Pablo (@chichedepo) September 21, 2021
Alicia Castro (ex embajadora de Venezuela) criticó a
#Vizzotti:
"Elecciones no se ganan escuchando covidiotas"
"No se deja atrás la pandemia c más viajeros sin
vacunar, ni eliminando barbijos y autorizando concentraciones pic.twitter.com/9UUENhfd35
— Silvia Marquez (@SilviaMarquez24) September 22, 2021
El marxismo clásico utilizaba las categorías estructura y superestructura. La estructura era determinante y eran las relaciones económicas. La superestructura era todo el aparato social y cultural que se armaba por sobre esa base y que era explicada por ella. La situación actual del coronavirus en la Argentina es que hay una superestructura de discusiones, pero sin su estructura viral por debajo. Se discute sobre el barbijo, sobre la combinación de vacunas, sobre la presencia de los chicos en las aulas, sobre si hay riesgo en las escuelas, si la delta viene o no viene, si aparece la variante mu, si el contacto estrecho y el testeo, sobre los varados, los protocolos y el riesgo de la birome en el acto eleccionario. Se discute obsesivamente sobre un virus que, en este momento en nuestro país, en la práctica, es un padecimiento menor.
Sacáme proscripciones y prohibiciones. Dame informaciòn, tests rápidos en el hogar y vacunas. Menos paternalismo.
— Juan Schmukler (@JSchmukler) September 22, 2021
En el siglo XX la medicina buscó dejar el paternalismo en
las interacciones médico-paciente yendo hacia un modelo de toma compartida de
decisiones. El paciente decide, nosotros informamos y acompañamos. No entiendo
por qué salud pública es diferente.
— Juan Schmukler (@JSchmukler) September 22, 2021
Por Gustavo Noriega.
PUBLICADO EN DIARIO “LA NACIÓN”.
22 de Septiembre del 2021.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.