László József Bíró nacido en Budapest (Hungría) el 29 de septiembre de 1899 inventor nacionalizado argentino, autor de 32 inventos, entre ellos el bolígrafo, que le dio fama internacional.
Es conocido en países hispanohablantes como Ladislao José
Biro.
Cuando Ladislao tuvo la idea del bolígrafo, ya había
inventado un modelo de pluma fuente, una máquina para lavar ropa, un sistema de
cambios automático en los automóviles y un vehículo electromagnético.
Ladislao Biro ya no soportaba en su trabajo de periodista que su pluma fuente se echara a perder y le
manchara dedos y camisa, fue por eso que le pidió a su hermano Gyorgy, que era
químico le solicitó que ideara una tinta más espesa, que no dio resultado con
la pluma. Pero un día, mientras observaba a unos niños jugando en la calle con
una bolita, vio como una de ellas atravesaba un charco y al entrar en el piso
seco dibujaba un trazo de agua limpio y claro, tal como el que él necesita
lograr: la solución parecía sencilla, tenía que colocar una bolita en la punta de
un tubo con tinta, y que al girar esta dejara un trazo sobre el papel. No fue
fácil, pero finalmente lo logró.
Biro patentó su invento en el año 1938, en Hungría y también
en Francia.
En mayo de 1940, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, él y
su hermano emigraron hacia la Argentina junto con Juan Jorge Meyne, su socio y
amigo de origen judío que lo ayudó a escapar de la persecución nazi.
En 1940 un grupo inversor húngaro e inglés le propuso a Biró
fabricar su invento en la Argentina. Entonces Ladislao viajó a Buenos Aires
para terminar de conocer el éxito en 1944.
“En realidad, el sistema del bolígrafo ya había sido
inventado en 1888, antes de que los Biro nacieran. De todas maneras, el
mecanismo tenía fallas, entre ellas la falta de una tinta adaptable. Además, no
se había comercializado. Laszlo Biro patentó su bolígrafo en 1938, tanto en Francia
como en Hungría.” – dice Daniel Balmaceda en “Historias de las palabras”
En 1943, volvieron a patentarlo: conformaron la compañía
Biro-Meyne-Biro y con bajo presupuesto y no demasiados recursos mejoraron su
invento y lo registraron en la Argentina.
La definición del producto, registrado bajo la patente
57.892, es “Instrumento para escribir a punta esférica loca”.
En ese mismo año formaron la compañía Biro Meyne Biro y en
un garaje con 40 operarios.
Cuando les tocó bautizar a su lapicera, la llamaron birome (acrónimo
formado por las sílabas iniciales de Biro y Meyne) con tan bajo costo que no
llamaron demasiado la atención como para venderse en las librerías como una
herramienta de trabajo y hasta se vendían como juguetes para niños. Inmediatamente
le dieron la licencia del invento a la firma norteamericana Eversharp, que
luego fue comprada por Parker Pen (quien comercializó los bolígrafos Parker).
Marcel Birch, francés, también adquirió los derechos del invento, fabricando
los bolígrafos marca BIC. Biro y sus
socios terminaron quebrando, no conseguían financiamiento y hubo otros inventos
que no tuvieron valor comercial. Más tarde, uno de sus clientes lo contrató
para dirigir la fábrica de los bolígrafos Sylvapen.
Biro fue autor además de otros destacados inventos, como primer
lavarropas automático y la caja de cambios automática que la General Motors
compró no para fabricar, sino para que no la hiciera la competencia. De hecho,
Biró cuenta más de 300 patentes a nivel mundial, entre los que se encuentran
además el sistema retráctil para bolígrafos, una cerradura inviolable, la
bolilla del desodorante, el principio de sustentación magnética para trenes.
La primera fábrica de Biromes funcionó en Palermo.
En el 3050 de la calle Oro, en el barrio de Palermo
funcionó, entre 1941 y 1948 la sede de la primera fábrica de bolígrafos a nivel
mundial. La placa allí figura desde 2018.
En 1943 vendió su licencia a un grupo americano en dos
millones de dólares que a su vez entregaron el descubrimiento a Parker Pen, que
se quedó con el invento del argentino nacionalizado.
En Argentina el 29 de septiembre, día de su nacimiento, se
conmemora el Día del Inventor.
Al respecto, en su última entrevista antes de fallecer, Biro
afirmó:
"Mi «juguete» dejó 36 millones de dólares en el tesoro
argentino, dinero que el país ganó vendiendo productos no de la tierra sino del
cerebro".
A los 86 años, José Ladislao Biro falleció el 24 de octubre
de l985 en el Hospital Alemán de Buenos Aires.
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