En silencio pasó hace pocos días el sesquicentenario del fallecimiento del general Manuel de Olazábal, ocurrida en Buenos Aires el 22 de julio de 1872 y cuyos restos descansan en el cementerio de la Recoleta.
Había nacido el 30 de diciembre de 1800 en el hogar del comerciante vasco Benito José de Olazábal y de Matilde de San Pedro Llorente. Tercer hijo de los ocho que tuvo el matrimonio, se educó con las comodidades propias de su clase y fue testigo durante setenta y dos años de nuestra historia en el siglo XIX.
En enero de 1813, un mes antes del combate de San Lorenzo, ingresó como cadete al Regimiento de Granaderos a Caballo y si bien no participó de esa acción lo hizo en el sitio de Montevideo. Pasó al Ejército de los Andes, estuvo en Chacabuco donde además de la medalla que se le otorgó, guardó para siempre en su cuerpos las heridas que sufrió. Estuvo en la campaña del Sur de Chile, en Maipú y volvió al sur donde mereció la recomendación del coronel Rudecindo Alvarado.
Obtuvo licencia para regresar a Mendoza en marzo de 1819 y el 3 de agosto se casó con Laureana Ferrari, muchacha de una familia local, muy vinculada a la causa patriota; ya que junto con otras damas patricias fue la que bordó la Bandera de los Andes.
Siguió su carrera en San Juan y Mendoza, y participó de la batalla del Médano en la que fue derrotado el general chileno José Miguel Carrera, luego fusilado. Sobre este episodio escribió en 1858 un folleto refutando algunas apreciaciones del historiador trasandino Benjamín Vicuña Mackenna. Participó en la campaña del Brasil y vuelto al país en el combate de Navarro que culminó con el trágico fusilamiento del gobernador Manuel Dorrego.
TERRIBLE MATANZA.
Se desempeñó en diversos destinos, hasta 1835 en que fue dado de baja por Rosas. Opositor a éste, pasó a Corrientes con su familia y participó en la terrible matanza de Pago Largo, donde murió el gobernador de esa provincia don Genaro Berón de Astrada. Pasó a la Banda Oriental y estuvo en Cagancha, donde tuvo Mitre su bautismo de fuego. Al final del gobierno de Rosas volvió a Buenos Aires, donde fue dado de alta en noviembre de 1850 con el grado de coronel y prestó después de Caseros algunos servicios a la Confederación. Por ley del 24 de setiembre de 1868, el presidente Sarmiento incluyo el nombre del benemérito Olazábal, entre los guerreros de la Independencia.
Fue el primer argentino que saludó a San Martín, al pie de los Andes cuando en 1823 volvía al país. Dejo de ese instante una magnífica descripción en sus Memorias, tal era el afecto que le profesaba el Libertador que lo llamó "hijo'' al darle el abrazo. Volvió a estar con San Martín en Montevideo, después de contemplar melancólicamente Buenos Aires sin desembarcar.
Don Adolfo P. Carranza recordó en un folleto que trajo a la memoria Raúl de Labougle que en la casa paterna de la calle Florida se organizaba una simpática tertulia de la que eran habitués Bernardo de Irigoyen y su mujer Carmen Olascoaga, Luis Sáenz Peña y la suya Cipriana Lahitte y que el coronel Olazábal que jugaba al tresillo con el poeta José Mármol.
PROCLAMA.
En 1871 Olazábal estaba en Mercedes en la provincia de Buenos Aires, y se encontró de casualidad con los Carranza, que ya empezaba a declinar físicamente, su mujer había muerto el año anterior después de medio siglo juntos.
En el aniversario de Maipú escribió esta proclama que es una síntesis acabada de su vida: "A través de 54 años que se cumplen hoy de ese gran día, de tanto batallar desde los muros de Montevideo hasta el Ecuador para dar libertad a un mundo, de guerra civil, de guerra con el Imperio del Brasil, y la lucha fratricida porque ha pasado la República Argentina, apenas quedamos de pie, diez de los generales, jefes, oficiales, y tropa, de los que con el primer criollo de la América tuvimos la gloria de mostrar el pabellón de Mato, desde las cumbres que sirven de mansión al Cóndor''.
El matrimonio Olazábal fue padre de ocho hijos, que llegaron cuando el matrimonio se estableció desde 1828 y nacieron en Buenos Aires, Corrientes y la Banda Oriental, lo que habla de la abnegación de esas mujeres corriendo la suerte de sus maridos; continuada en una destacada descendencia.
Una calle de Buenos Aires lleva el nombre de Olazábal por ordenanza del 27 de noviembre de 1823 y es un homenaje conjunto a Manuel y a sus hermanos Félix, Gerónimo y Benito que sirvieron a las órdenes de San Martín a la vez que una plazoleta recuerda a quien evocamos en su sesquicentenario.
Bien lo definió Carranza a Olazábal junto a los héroes de su tiempo: "Una generación de gigantes''.
PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/519332-Manuel-de-Olazabal-un-soldado-de-San-Martin.note.aspx
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