Indalecio Gómez y el significado de la Patria por Germán Masserdotti.

 

Sobre la vida de Indalecio Gómez ya escribí en La Prensa en otra oportunidad (La Prensa, 11 de octubre de 2020). También me ocupé del tema del idioma nacional argentino en una fecha más reciente (La Prensa, 6 de julio de 2022). En ambos casos, me interesa recordar que una publicación de referencia obligada es la Horacio Sánchez de Loria Parodi Indalecio Gómez y su época. Sus ideas político-jurídicas (Buenos Aires, Cathedra Jurídica, 2012).

El mismo historiador argentino recuerda un episodio de la vida parlamentaria de Indalecio Gómez que ocupará el centro de atención de mi nota de hoy. Sánchez de Loria Parodi señala que el diputado nacional por Salta, en agosto de 1894, “intervino en el debate de un proyecto sobre la creación de un consejo de inspección de la enseñanza secundaria especial y normal. Como no llegó a tratarse en el recinto [de la Cámara de Diputados], dos años después volvió a presentarlo”. Destacando que, para Indalecio Gómez, la enseñanza secundaria “debía ser el espacio privilegiado para el cultivo de la inteligencia, del ingenio y de las bellas facultades nativas argentinas”, Sánchez de Loria Parodi refiere que se discutió si el Consejo de Instrucción Secundaria propuesto por el proyecto de ley “lo podían integrar extranjeros”. Gómez, partidario de qué sí lo fueran, teniendo en cuenta que el extranjero que no tomaba la carta de ciudadanía “nos daba un ejemplo sobre sus afectos a su patria”, agregó que existen dos conceptos de patria:

“(…) la patria de los intereses, de las comodidades, de los negocios, la patria comercial –ubi bene ibi patria– que se toma y se abandona como un traje de viaje y otra patria: la de origen, la del lenguaje, de las creencias alma mater de nuestros conocimientos que imprime el sello peculiar de la inteligencia y del carácter donde descansan los antepasados, de los cuales quizás alguno fue santo o héroe o sabio; la patria que no se olvida, la patria que no se renuncia, que no se debe renunciar jamás” (Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, t. I, Buenos Aires, 1894, p 491).

Las palabras de don Indalecio Gómez resultan por demás elocuentes. No obstante, ensayaré una breve glosa para nuestros días.

Antes, y en respuesta a un cordial comentario de un amigo respecto “Ubi bene ibi patria”, aclaro –como opinión– que el dictum citado por Cicerón en Cuestiones Tusculanas tiene, en algún sentido, “vida propia” más allá del contexto en el que haya sido forjado. No creo que un hombre culto y que había estudiado la cultura clásica –lengua latina incluida– como Indalecio Gómez podría atribuir a Cicerón un sentido materialista del dicho. 

Lo cierto es que el patriota salteño supo caracterizar, en pocas palabras, dos “espíritus”: el que concibe a la Patria vinculada –y reducida– a los intereses económicos, las comodidades, los negocios, la vida comercial y el que la concibe como alma mater.

La actualidad para la Argentina de las palabras de don Indalecio Gómez resulta patente y, todavía más, en tiempos “pre”, “durante” y “post” elecciones de todo tipo y pelaje: es decir, siempre.

Me detengo, dado que es lo principal, en el significado genuino de la Patria. En este sentido, es importante ver el vínculo que don Indalecio Gómez establece entre la Patria –la verdadera, no la de los mercachifles– y el lugar “donde descansan los antepasados, de los cuales quizás alguno fue santo o héroe o sabio”. Estas palabras me hicieron recordar a 1982. La Gesta, documental dirigido por Nicolás Canale y sobre el que, en La Prensa, ha escrito Agustín de Beitia hace unas semanas. Allí, uno de los veteranos de guerra de Malvinas (VGM), resalta que algunos de los familiares de los caídos prefieren que los restos mortales de sus seres queridos permanezcan en la turba malvinera. Una decisión que, ejemplarmente, reafirma la soberanía argentina en nuestras queridas Islas Malvinas. Porque esos muertos por la Patria –el 2 de noviembre, como lo recordó Gabriel Camilli en La Prensa, se celebra su día–, reposan en suelo patrio irredento. Y se trata de los restos mortales de esos santos, de esos héroes y de esos sabios que necesita la Patria –la auténtica, no con la que se ilusionan los mercachifles– para que, finalmente, logre ser restablecida en los fundamentos naturales y cristianos de los cuales nunca debió ser quitada.

Por lo dicho, y tratando de olvidar por un rato, al menos, a los que resuelven su “patriotismo” en hacer (solamente) buenos negocios, hagamos memoria de esos grandes argentinos como don Indalecio Gómez sin someterlos, al momento de comprender su figura, a categorías apriorísticas funcionales al discurso dialéctico que divide, una y otra vez, a los argentinos bien nacidos.

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/522399-Indalecio-Gomez-y-el-significado-de-la-Patria.note.aspx