"Dios puede valerse, de todo hombre, para darnos un testimonio que trascienda el tiempo y la historia. La vida de Enrique Shaw es un don para nuestra Patria y para la Iglesia, rezamos confiados para que ella, un día pueda presentarlo como faro y referente".
La reflexión pertenece al obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, quien junto con el licenciado Fernán de Elizalde, fue uno de los disertantes del ciclo de conferencias que bajo el título "Grandes católicos argentinos contemporáneos" se realizó en esta Capital, con especial detenimiento en la figura del empresario Enrique Shaw, fallecido en Buenos Aires el 27 de agosto de 1962, y cuya causa de beatificación y canonización, como "laico metido en el corazón del mundo", impulsa el Papa Francisco, a punto tal que podría llegar a ser el primer empresario del mundo en ser proclamado santo.
Debido a sus virtudes heroicas, el Sumo Pontífice, en un gesto significativo, lo declaró "venerable" el 24 de abril de 2021.
Enrique nació el 26 de febrero de 1921 en París -Francia-, hijo de los argentinos Sara Tornquist Altgelt, de ascendencia alemana, y de Alejandro Shaw, de ascendencia escocesa. Su mamá Sara falleció cuando él tenía 4 años, pero antes de morir, pidió un último deseo: que Alejandro su padre (abogado), le diera una educación en la fe católica. Su vida y vocación de líder empresarial e inspirador para los jóvenes de hoy (Enrique fue padre de nueve hijos) se refleja en textos narrativos que cuentan los sucesos relevantes de su vida, a lo cual se agrega la película biográfica "El apóstol sonriente", estrenada en 2015.
DECALOGO DEL EMPRESARIO.
En su Decálogo del Empresario, el propio Shaw puntualizó la importancia de asimilar que la responsabilidad ética y social están por sobre la mera búsqueda de alta rentabilidad. "Esta consideración se aplica a temas tales como el bienestar y empleo de los trabajadores, el comportamiento desleal con los competidores, la publicidad engañosa o la búsqueda de privilegios públicos", indicó. También anotó en su libreta personal que "virtudes del empresario son: eficacia, energía e iniciativa. el empresario ha de ser Cristo en la empresa".
Surge no obstante frente al "caso Shaw", y en el intrincado juego de intereses del mundo laboral, un incómodo interrogante: ¿Podría un empresario de clase social alta (aunque con criterios de justicia social), llegar a los altares? Mientras voces críticas apuntan contra el supuesto "paternalismo" de Enrique Shaw -esto es, la proyección hacia diversos ámbitos de normas de autoridad o protección tradicionalmente asignadas al padre de familia-, cabe inferir desde otro punto de vista, y con fundamento en la confianza mutua y la reciprocidad dentro del seno de la empresa, que es posible combinar una trayectoria empresarial eficaz y exitosa con valores éticos, y a su vez impregnados en el mensaje del Evangelio. En esa línea sobresale, como ejemplo de acción social, la tarea cumplida por Shaw en su carácter de director de Cristalerías Rigolleau, en la tradicional planta industrial de Berazategui (la "ciudad del vidrio") en la provincia de Buenos Aires, donde logró que los obreros adquirieran un sentido de pertenencia a la compañía.
UN DEBER DE SERVICIO.
Organizaron el ciclo de conferencias el Centro de Estudios Cruz del Sur, la Corporación de Abogados Católicos, la Fundación Emilio Komar, el Centro Cultural Universitario ARS IURIS, y la Academia del Plata. A su vez acompañaron la realización del ciclo la Facultad de Derecho de la UCA (Universidad Católica Argentina), la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNSTA (Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino), la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), y el Colegio San Pablo.
La conferencia se realizó en la sede de la Corporación de Abogados Católicos, sita en la avenida Santa Fe 1206, y estuvieron presentes en el homenaje las hijas y nieta de Enrique Shaw: Sara Shaw de Critto, Elsa Shaw de Canale y Sara Critto de Eiras.
Enrique Shaw -según expresó el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera- vivía y enseñaba que el empresario tenía un deber propio de perfeccionamiento. Un deber de servicio abierto a las necesidades de los otros. A su vez, Shaw concibió a la empresa como un ámbito de promoción humana, de dignificación humana personal (sabiendo superar las barreras artificiales, individuales y colectivas, que separan al dirigente de empresa del personal).
"Enrique es digno de ser seguido en sus gestos, en sus escritos, en su vida, en su testimonio de joven aspirante de la Armada, fiel novio y esposo, solícito padre de familia, y ejemplar ´encarnación´ de la Doctrina Social de la Iglesia en su vida empresarial". En conceptos del obispo castrense, sin duda Enrique -fundador en 1952 de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa -ACDE-, es un "faro" que ilumina cómo vivir el Evangelio ya sea como joven, como militar, como novio, como esposo, como padre de familia. "Según leemos y escuchamos de él -de aquellos que lo conocieron-, procuró siempre vivir según el proyecto de Jesús transmitido en el Evangelio", indicó Olivera. (N.de la R.: Cabe recordar que el domingo 28 de agosto de 2016, la comunidad ACDE juntamente con la Acción Católica Argentina, compartió la misa que celebró en nuestro país el cardenal italiano Cardenal Angelo Amato, actualmente Prefecto Emérito de la Congregación para las Causas de los Santos. El alto dignatario eclesiástico destacó que Enrique Shaw "orientaba su vida según las bienaventuranzas evangélicas, que eran la carta náutica de su navegación como empresario cristiano").
UN CASO UNICO EN LA IGLESIA.
Por su parte, el segundo disertante, Licenciado Fernán de Elizalde, recordó que la causa de canonización de Enrique Shaw -un caso único en la Iglesia por tratarse de un dirigente de empresa con previo desempeño profesional como oficial de la Armada Argentina (donde obtuvo el grado de Teniente de Fragata) - está en el Vaticano en proceso de estudio. Se analiza el posible primer milagro y, de resultar positivo el estudio, Enrique Shaw podría ser nombrado beato. (N.de la R.: El primer milagro que se le atribuye a Enrique Shaw es el de haber sanado a un niño que había sido golpeado por un caballo. Los médicos le diagnosticaron pocos días de vida, y sus padres, que eran empleados de Enrique Shaw, le pidieron a él por su salud. A los pocos días, el chico se recuperó y no le quedaron secuelas).
Explicó Fernán de Elizalde que por los avances obtenidos en las dos primeras etapas, realizadas en Buenos Aires -y durante la primera llevada adelante en el Vaticano- están validadas, desde lo administrativo, la fama de santidad y las virtudes heroicas. Las pruebas aportadas en estas etapas permiten comprobar que Enrique Shaw califica para la santidad en caso de producirse los dos milagros requeridos (se necesita un primer milagro por la intercesión del candidato para que pueda ser nombrado beato, y un segundo milagro para ser canonizado, o nombrado santo).
DIALOGO CON LA PRENSA.
En conversación con La Prensa el disertante (vicepostulador de la causa de canonización) manifestó que Shaw generó un modelo de empresa que siempre buscaba la rentabilidad y simultáneamente el respeto y crecimiento de las personas. Decía que "no debemos aceptar jamás este materialismo que sacrifica la persona humana al dinero y al lucro". También señalaba que "la desocupación es un mal moral porque viola los designios de Dios que quiere que el hombre trabaje y obtenga de su tarea los medios para llevar adelante él y los suyos una vida humana útil a la comunidad".
"El `caso Shaw` demuestra que se puede tener una empresa que, buscando siempre la rentabilidad, elemental para pagar dividendos a los inversores, buenos salarios y beneficios sociales, etc., puede simultáneamente tener una política social de respeto a la persona y su desarrollo en todo sentido", añadió De Elizalde.
Para el vicepostulador de la causa de canonización no fue nada fácil vencer la resistencia (tanto de muchos fieles como de la autoridad eclesiástica) y poder demostrar las pruebas y testimonios que validaban su visión sobre el doble rol de Shaw como posible santo, más la gestión empresaria exitosa desarrollada. "Además de lo difícil que fue superar esta etapa de aceptación -de la posible santidad de un empresario- creo que las pruebas aportadas fueron muchas y de calidad. Lo mismo vale para los testimonios", ratificó De Elizalde a este diario.
Los testimonios de terceros sobre Shaw son contundentes y eso se ve claro en el libro "El evangelio de los audaces" escrito por Gustavo Villapalos y Enrique San Miguel, ambos profesores de la Universidad Complutense de Madrid, donde lo incluyen (al empresario) como uno de los doce hombres que vivieron con autenticidad sus creencias en un mundo muy difícil, especialmente en el ámbito de la acción pública. Entre esas doce personalidades se incluye a Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi, Giorgio La Pira, Robert Schumann (arquitecto del proyecto de integración europea), junto con otras figuras de máximo nivel. Allí se menciona a Shaw como un hombre que haciendo presente el mensaje de una empresa exitosa puede a la par de la necesaria rentabilidad trabajar en el desarrollo de la persona y su crecimiento pleno.
"El ejemplo de muchos de sus obreros dando sangre por él en la etapa final de su enfermedad poco antes de su muerte a los 41 años, es una prueba contundente de lo fuerte que fue esa relación y el reconocimiento de todos para con su jefe ante la situación extrema por la que pasaba. Hoy nuestro país -con empresarios capaces y respetuosos de las normas de la empresa exitosa- tiene un ejemplo a imitar si somos generosos en el accionar conjunto", concluyó De Elizalde.
VALIENTE OPOSICION A LOS DESPIDOS DE RIGOLLEAU.
Las palabras de apertura de la conferencia (ver texto central) estuvieron a cargo del presidente de la Corporación de Abogados Católicos, Pedro J.M. Andereggen, quien sostuvo que Enrique Shaw fue "uno de los más grandes dirigentes católicos de los muchos que afortunadamente ha tenido el país".
Se espera su pronta beatificación porque su "testimonio evangélico e intercesión" sin duda contribuirán positivamente "en estos trágicos momentos de nuestra Patria".
Recordó Andereggen que Sara Shaw de Critto en el texto "Viviendo con alegría" (Editorial Claretiana, Buenos Aires, 2017), dice que "en 1961, cuando llegó una orden de la Corning Glass Work para despedir alrededor de 1200 empleados de las Cristalerías Rigolleau, Enrique se opuso. Preparó una nota firmada por él,. diciendo que, si se echaba una sola persona, él renunciaba. Estaba totalmente entregado en las manos de Dios. Ya estaba enfermo, tenía 9 hijos. El teníamucha fe, yo temía quedar sin su pensión y obra social. Era ya el final de 1961, los norteamericanos tenían el control de esa empresa. Corning lo llamó a Estados Unidos y él pudo hablar muy bien dando explicaciones y no se echó a nadie. Lo que jugó fue su amor por los obreros. A él no le interesaba el becerro de oro".
Shaw subrayó de modo muy contundente -según consignó el doctor Andereggen- el fundamento de las obligaciones morales y sociales de los empleadores: "Que en la empresa haya una comunidad humana; que los trabajadores participen en la producción y, por lo tanto, den al obrero el ´sentido de pertenencia´ a una empresa; que le ayude a adquirir el sentido de sus deberes hacia la colectividad, el gusto por su trabajo y de la vida, porque ser patrón no es un privilegio, sino una función".
Por Carlos E. Hartmann.
PUBLICADO EN DIARIO "LA PRENSA".
https://www.laprensa.com.ar/523025-La-vida-de-Enrique-Shaw-es-un-don-para-nuestra-Patria.note.aspx
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