Luis Augusto Huergo fue el primer ingeniero recibido en el país. Llevó adelante importantes proyectos de obra pública. El que más trascendió fue el del Puerto de Buenos Aires. |
Ni la persona con la mayor imaginación habría aventurado que con el correr de las décadas Huergo y Madero, que la historia y la ingeniería los habían enfrentado en una durísima polémica, compartirían el nombre de una avenida en la ciudad de Buenos Aires.
Cuesta creer todo lo que hizo Huergo. Su diploma de ingeniero del 6 de junio de 1870 lleva el número 1. Habían sido 13 los alumnos que se habían inscriptos en 1866.
Había nacido en Buenos Aires el 1 de noviembre de 1837 y cuando a los 12 años quedó huérfano de padre, su hermano mayor lo mandó a estudiar al Santa María, un colegio jesuita de Maryland, en Estados Unidos. Volvió a Buenos Aires en 1857 manejando perfectamente el inglés y con un apodo que describiría su personalidad: “Bull”, toro.
En 1862 se recibió de agrimensor y cuando el rector de la Universidad de Buenos Aires Juan María Gutiérrez creó en 1865 la carrera de Ingeniería, se anotó. El 6 de junio de 1870 se convirtió en el primer ingeniero en graduarse en el país, con la tesis “Vías de comunicación”.
Gran parte del país tiene una deuda de honor con él: estudió el cauce del río Salado, la canalización de los ríos Tercero, Cuarto y Quinto, y proyectó un canal de navegación por el río Primero desde Córdoba al río Paraná.
Fue el responsable del tendido del ferrocarril entre Buenos Aires y Villa Mercedes, en San Luis. Proyectó el dique de San Fernando y aumentó la capacidad del San Roque, en Córdoba.
En Mendoza y Río Negro desarrolló obras de irrigación, se ocupó de la salubridad en la ciudad de Córdoba y proyectó mejoras en el puerto de Asunción.
Hizo el primer trazado de un camino que unió las ciudades de Buenos Aires y La Plata. Además, estableció el ejido urbano de lo que se transformaría en la ciudad de Ensenada.
Fue ministro de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires, fue el presidente de la Sociedad Argentina de Ingenieros Civiles, del Centro Argentino de Ingenieros y fundó la Sociedad Científica Argentina en 1872 con un grupo de compañeros con los que había estudiado ingeniería. Fue por muchos años profesor y decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA.
Hasta se involucró en la incipiente industria petrolera. En 1910 el presidente Roque Sáenz Peña lo nombró a cargo de la flamante Dirección General de la Explotación del Petróleo.
De todas formas, su nombre quedaría asociado al famoso y polémico proyecto del puerto de Buenos Aires, que se venía debatiendo desde la época de Bernardino Rivadavia.
Para Luis Augusto Huergo, la cuestión de dotar a la ciudad de un puerto acorde a las circunstancias lo hizo sentir como un Quijote luchando contra los molinos de viento.
Cuando fue nombrado director técnico de las obras del Riachuelo, demostró lo que tenía en mente. Convenció a las autoridades y gracias a la legislatura provincial que votó la suma de medio millón de pesos fuertes para mejoras en el Riachuelo. En 1876 comenzó a trabajar en un ambiente de mucho escepticismo. Pocos le tenían fe a mejorar ese curso de agua que su profundidad no llegaba al metro ochenta. Estaba convencido que esas obras serían la base del puerto que Buenos Aires precisaba.
Trazó un canal artificial que partía de la boca del Riachuelo y que terminaba en las aguas profundas, por el que comenzaron a ingresar buques de gran calado, de hasta 21 pies. Era momento de presentar su gran proyecto para el puerto porteño, con una serie de muelles como si fueran los dientes de un peine.
Pero no imaginaba la maraña de intrigas y favoritismos que se jugaban a sus espaldas.
Eduardo Madero era cuatro años mayor que Huergo y su infancia la pasó en Montevideo junto a su familia, exiliada durante el rosismo. El padre había armado una próspera empresa de importación y exportación y cuando Eduardo regresó a Buenos Aires, quiso continuar con el negocio familiar, pero para ello se necesitaba un puerto acorde.
Su proyecto consistía en cuatro diques cerrados, con esclusas, intercontectados mediante puentes, y dos dársenas, la norte y la sur. Madero corría con ventaja: era el sobrino de Francisco Bernabé Madero, vicepresidente de Julio A. Roca. No demoró en lograr una audiencia en gobierno para presentar su idea, que contemplaba una inversión de 20 millones de pesos fuertes.
Mientras tanto, Huergo siguió los canales burocráticos. En 1881, el mismo año que lo hizo Madero, presentó su proyecto para el que se necesitaba una inversión de 3.500.000 de pesos fuertes. En abril del año siguiente le solicitaron los planos para ser analizados por el Departamento de Ingenieros para así luego girarlos al Congreso. Nunca se supo qué pasó con ellos.
Madero y el gobierno sabían que su proyecto no pasaría el examen del Departamento de Ingenieros y lo giraron primero al Congreso. Roca hizo conformar una comisión ad-hoc para analizarlo, pensando que tendrían una opinión positiva. Pero su dictamen fue lapidario: lo que Madero había presentado era un mero bosquejo.
La idea había sido desarrollada por el ingeniero civil británico John Hawkshaw, que había participado de la construcción de puertos en su país, y hasta había sido consultado sobre la viabilidad del proyecto del Canal de Suez, cuando las obras ya habían comenzado.
Aun así, en 1884, con los planos definitivos, se firmó el contrato y el gobierno hizo caso omiso al dictamen que los ingenieros había suscripto en 1886. Para darle mayor validez al acto, Roca convocó a los ex presidentes Mitre, Sarmiento y Avellaneda. En abril de ese año Huergo renunció a su cargo de director técnico del Riachuelo.
La historia es conocida: en marzo de 1887 empezaron las obras y dos años después se inauguró la Dársena Sur y el malecón exterior. Cuando estalló la crisis económica de 1891 ya estaban listos los diques 1 y 2 y faltaban el 3 y el 4, la Dársena Norte y el canal norte. Las obras continuaron hasta 1898. De los 20 millones iniciales se pasó a un costo de más de 50 millones. Para 1902 el puerto desbordaba de tráfico, era operativamente lento y caro.
Roca, nuevamente en la presidencia, le pidió opinión al ingeniero Elmes Corthell, que dijo que la solución era hacer un puerto con el sistema de peine de Huergo. El presidente se negó, ya que hubiese sido admitir su error. Finalmente en 1907 José Figueroa Alcorta llamó a concurso para hacer el Puerto Nuevo, con el diseño de Huergo. Para 1925 Puerto Madero fue abandonado hasta que en el gobierno menemista se reconvirtió en un barrio exclusivo, y del puerto solo le quedó el nombre.
Al final de su vida, Huergo fue director honorario del primer yacimiento petrolífero descubierto en Comodoro Rivadavia y se destacó por su defensa del recurso natural.
Tenía 76 años cuando murió el 4 de noviembre de 1913. En su honor el 6 de junio se celebra el día de la ingeniería argentina. Alcanzó a ver el inicio de las obras del puerto, tal como lo había proyectado. Murió seis años de su inauguración. Pero el tiempo le había dado la razón.
Autor: Adrián Pignatelli.
PUBLICADO EN INFOBAE.
1º de Noviembre de 2022.
Luis A. Huergo y la Patagonia.
Un poco olvidado o no muy conocido? En relación con la Patagonia casi nada, aunque una localidad rionegrina del Alto Valle lleve su nombre y en Comodoro Rivadavia el antiguo club petrolero haya instalado su apellido, lo mismo que algunas calles del sur argentino. Luis Augusto Huergo -nacido en Buenos Aires en 1837- nunca mostró los blasones heráldicos pero una publicación ubica su apellido por el 1600 y algo: «Los Huergo: es un linaje de Asturias originario del Consejo de Siera. Hubo varias casas con ese apellido. Tirso de Avilés dice que el tronco o fundador de este linaje en Asturias era originario de Grecia, que se llamó Georgias de Güergo, que vino en compañía del Capitán Gijón, edificando una ciudad. Aparecen con el tiempo escudos, asignados a esa familia, siempre con un brazo armado, las cabezas degolladas de moros y flor de lis, como elementos comunes. En el nobiliario del Virreynato del Río de la Plata aparecen como antecesores de los Huergo, José María de Jove, casado allí con María Josefa de Huergo». El padre había nacido en Catamarca en 1795 -según otra publicación en Tucumán- constituyendo una de las primeras familias en ese territorio. Luego se trasladó a Buenos Aires, donde instaló industrias yerbatera y tabacalera. Vivieron en Belgrano 38, casi esquina Balcarce.
Luis Augusto Huergo -más conocido como Luis A. Huergo- tuvo enseñanza primaria en su casa con docentes particulares y luego fue enviado a Estados Unidos para que cursara el secundario en el colegio jesuita Mount St. Mary;s College, Emmitsburg, Maryland. También su hermano menor, Dalmiro. Otros fueron enviados con similar propósito a Inglaterra. Parece que en Estados Unidos, «a más de las materias de cultura general, siguió cursos de matemática, agrimensura e ingeniería», regresando en 1856. Como su padre había fallecido, con su hermano mayor se hicieron cargo de tareas industriales y ganaderas y además tuvieron una intensa vida social, tertulias mediante, entre la encumbrada elite porteña de entonces.
El gobierno nacional creó en la UBA (1865) el Departamento de Ciencias Exactas -primeros profesores italianos- «con el fin de formar ingenieros y profesores de otras esencias», cuyo rectorado era ejercido por Juan María Gutiérrez, carrera que tuvo a Luis A. Huergo como aventajado alumno, tanto que al finalizar estudios obtuvo el diploma número uno, el 6 de junio de 1870 (33 años): «Universidad de Buenos Aires. Nos el Rector y Cancelario de la Universidad. Sea motivo a todos cuantos vieren este público instrumento que a consecuencia de haber sido Luis Augusto Huergo ganador de los cursos necesarios, tanto en las facultades preparatorias como en la mayor de Ciencias Exactas y por último haber acreditado previamente haber dado las pruebas y los exámenes respectivos con aprobación de los examinadores… en virtud del cual se lo considera como ingeniero de la Escuela de esta Universidad en la Facultad de Ciencias Exactas». Posteriormente aquella fecha sirvió de bautismo para fijar anualmente la celebración del Día de la Ingeniería Argentina y del Ingeniero: 6 de junio. Esa promoción mostró otros destacados apellidos de la ingeniería argentina: Guillermo White, Francisco Lavalle, Luis Silveyra, Guillermo Villanueva y otros.
Se casó con su prima Ana Molina Regueira, con quien tuvieron quince hijos de los que sobrevivieron seis. Según una publicación, «era de altura normal, más bien alto. Tez blanca, cabello negro, ojos agrisados y sus amigos lo llamaban». La actuación más destacada que ha perdurado hasta en publicaciones especiales fue por su proyecto del puerto porteño y su ejercicio profesional en otros lugares del país, sin olvidar su paso como ministro de Obras Públicas y también diputado y senador bonaerense. Fue decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; miembro de varias sociedades científicas, con varios viajes al exterior, y representante argentino en congresos internacionales. Lo trasladamos a la Patagonia.
Con motivo de la campaña de Roca a la Norpatagonia en 1879, surgió la necesidad de contar con naves adecuadas para navegar sus ríos. Inglaterra fue la destinataria para que los vapores «Río Neuquén» y «Río Negro» llegaran desarmados a Buenos Aires primero y luego, a Carmen de Patagones, donde fueron ensamblados. Previo a todo ello estuvo el proyecto, «Según los estudios realizados por una comisión compuesta por los ingenieros Luis A. Huergo y Guillermo White, el doctor Estanislao Zeballos y el entonces coronel de marina Ceferino Ramírez», detalle éste poco conocido de la afinidad de Huergo con aquellas primeras navegaciones en los ríos Negro, Neuquén y Limay.
Todavía no sabemos cómo se produjo la llegada de Luis A. Huergo al Alto Valle rionegrino, pero no sería equivocado pensar que fue a raíz de contactos con algunos terratenientes porteños que habían elegido la región de Colonia Roca para sus proyectos productivos, sin desechar a directivos de la inglesa Ferro Carril Sur. En una publicación se expresó que «en 1908 realizó trabajos de irrigación con Cipolletti sobre la zona del Alto Valle del Río Negro» (sic), lo cual es incorrecto porque el ingeniero Cipolletti falleció en alta mar en enero de 1908. ¿Pudo ser con algunos de sus colaboradores que llegaron al país? Otra mención similar: «en 1910 fue asesor de la Cooperativa de Irrigación de la Colonia General Roca y, a título de simple vecino, publicó un folleto titulado; Carta al Presidente de la Cooperativa de Irrigación; por haberse contratado un práctico en canales chilenos, en vez de un ingeniero nacional, defendiendo así la profesión». El mismo autor escribió: «Entre citas de la historia vitivinícola del país, hallamos que realizó un desmonte de 400 ha. Y asociándose con el Ing. Humberto Canale se abocó a la plantación de viñedos y construyó la primera bodega de importancia económica de la época». Un periodista y escritor que visitó el emprendimiento por 1918 resaltaría en libro de su autoría: «La bodega de Huergo y Canale es la más importante de la zona, atendiendo a la cantidad de vino que elabora anualmente… se inició con cubas de madera… pueden contener 80 hectolitros y dan un resultado excelente… están construidas en raulí patagónico… La maquinaria de este establecimiento vinícola es absolutamente moderna… Esta bodega elabora, actualmente, 5.000 bordalesas… sus plantaciones abarcan 170 hectáreas, con 100 de viñedos y el resto de frutales». Supo que elaboraban tipos malbec, semillón, pinot y cabernet y un poco de criolla». (Molins, W. J., 1919)
También citó su tarea en el Alto Valle un médico francés en libro de su autoría en ese idioma (Doleris, J. A., 1912) y en la «Revista del Ferrocarril Sud» (1928) se sitúa el establecimiento «próximo a la estación kilómetro 1156, es uno de los grandes establecimientos de la zona explotado directamente por sus propietarios y administrado desde hace muchos años por el señor Taduro». Da cuenta de que la bodega se inició en 1914 y llegó a poseer «105 toneles de 11.000 litros y 55 piletas de cemento armado de 20.000 litros cada una. La última producción fue de 10.000 barriles de vino común blanco y tinto». Además, el año anterior habían industrializado 40.000 kilos de ciruelas con «secadores a vapor y al aire libre».
Llega la última actuación patagónica del ingeniero número uno de la Argentina. Luego del descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia, el gobierno nacional (Roque Sáenz Peña-Eleodoro Lobos), mediante decreto de diciembre de 1910, creó la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia. Designada la primera comisión administradora, se celebró la sesión inicial el 20 de enero de 1911 (local de Maipú 1241), presidida por Luis A. Huergo e integrada también por el ingeniero Enrique M. Hermitte, el Dr. Pedro N. Arata, José A. Villalonga y Adolfo Villate (h). Huergo sostenía la explotación del petróleo por parte del Estado nacional y no por empresas extranjeras. En el corto período de su presidencia se concretaron valiosas iniciativas que impulsaron la explotación petrolera. Por razones de salud debió abandonar el cargo y falleció dos meses después, el 4 de noviembre de 1913. Hubo decreto nacional y de la provincia de Buenos Aires en señal de duelo con bandera a media asta «y honores militares de general de brigada». En el pedestal del monumento a Luis A. Huergo que ejecutó el escultor Torcuato Tasso -Capital Federal- puede leerse la frase «Iustus et tenax». Sin duda, acertada definición.
Por HÉCTOR PÉREZ MORANDO (Periodista. Investigador de historia patagónica).
Especial para «Río Negro», Año 2008.
Bibliografía y fuentes principales: Álbum Centenario de YPF, Bs. As., 1972; Gran Omeba, DEI, 1969; «Revista del Ferrocarril Sud», 1928; Mayorano, Martha: «Un ingeniero», 1998. González Lonzieme E.: «La Armada» (HMA, tomo VIII), 1990; Ministerio de Agricultura: «Petróleo, informe», 1913. Doleris, J. A.: «Le Nil Argentin», París, 1912; Toledo, T. L.: «Historia», 1972; Molins, W. J.: «El Alto Valle», 1919; Fernández Díaz, A.: «Canal a San Antonio», 1916; Bordi de Ragucci, N.: «Ingeniero Luis A. Huergo» (IV Congreso IHA) Bs. As., 1982; Reggini, H. C.: «El ejemplo» (La Nación), 2001. Archivo y bibliotecas del diario «Río Negro», B. Rivadavia (Cipolletti) y Central UNC. Biblioteca Patagónica (VECh) y otros.
PUBLICADO EN DIARIO RÍO NEGRO.
https://www.rionegro.com.ar/luis-a-huergo-y-la-patagonia-HHHRN200861609601/
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