Marcha por la Vida.
Por Carlos Ialorenzi / Myriam Mitrece.
“La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten?”
Santa Teresa de Calcuta.
El 24 de enero de 1974, en el primer aniversario del fallo judicial que permitió que Estados Unidos legalizara el aborto, se realizó la primera marcha por la vida.
Después del mentiroso caso Roe Vs. Wade lo que debiera ser una obviedad -que el derecho a la vida es el primer derecho humano- hubo que salir a defenderlo en las calles. La primera manifestación provida impulsó a muchas otras alrededor del mundo.
Con la legalización del aborto en diferentes países, y a la vista de sus nefastas consecuencias, cada vez se fue haciendo más necesario pregonar públicamente por la defensa de los niños por nacer y sus madres.
Las marchas por la vida, según anuncian sus organizadores, son convocatorias ciudadanas que involucran a personas que tienen distintas posiciones partidarias y religiosas o que no adhieren a ninguna.
En Argentina.
El próximo 29 de marzo a las 14:00 se realizará la 10° Marcha por la vida, desde Plaza Italia hasta la plaza lindante con el Museo Nacional de Bellas Artes. Esta importante iniciativa ciudadana fue una idea del Ing. Carlos Lorenzo, que en 2016 contactó a su viejo amigo Alejandro Geyer y le propuso encabezar el proyecto de organizar una marcha en defensa de la vida, tomando como ejemplo la Marcia per la Vita que desde hacía una década se llevaba adelante en Italia. Es así que desde septiembre de 2017 Geyer junto a un laborioso y comprometido grupo de colaboradores, las vienen realizando.
Comenzó en nuestra ciudad y al año siguiente se federalizó. 2018 fue el año de su explosión a nivel nacional. Nació así la Ola Celeste que rápidamente contagió a varios países, en defensa de la vida del niño por nacer y de su mamá.
EN 2018.
Todavía recordamos con gran emoción, la multitudinaria Marcha por la Vida del 25 de marzo de 2018, que se llevó a cabo apenas unos días después que el Presidente Macri expresara, al inaugurar las sesiones del Congreso, que: “vemos con agrado que el Congreso incluya el tema (aborto) en su agenda de este año y espero que se escuchen todas las voces y se tomen en cuenta todas las posturas”.
En la Ciudad de Buenos Aires participaron más de 200.000 personas y en el resto del país más de 2.000.000. El 20 de mayo de ese año, ante el inminente tratamiento del proyecto para legalizar el aborto en el Congreso, se organizó otra con gran participación como la anterior.
Una misma acción no es siempre igual. No es lo mismo manifestarse cuando todavía los niños por nacer no están siendo atacados, que cuando ya existe una ley que habilita matarlos. No es lo mismo marchar cuando revertir la ley se vislumbra como políticamente imposible que cuando hay una luz de esperanza. Cada una tuvo su impronta.
Participar públicamente fue, en parte, el antecedente necesario que nos llevó a la fría y lluviosa noche del 8 de agosto de 2018, cuando se debatió en el Senado y en las pantallas apareció el resultado de 38 votos rechazando el proyecto y 31 por su aprobación. Ese memorable momento, que quedó grabado en la memoria y en el corazón de todos los que estuvimos allí, nos sigue poniendo la piel de gallina. Esperamos volver a vivir una alegría semejante.
AL CONGRESO.
Este año, por primera vez las puertas del Congreso se abrirán para la presentación de la Marcha por la Vida gracias a la intervención de la diputada libertaria, por Buenos Aires, Alida Ferreyra.
La reunión se realizará el lunes 17 a las 17:00 en el auditorio de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.
¿POR QUÉ MARCHAR?
Quizás la respuesta más evidente sea que se busca es expresar disconformidad con la ley de aborto vigente y pedir que sea derogada lo antes posible. Sin embargo, profundizando más la respuesta, la marcha también tiene un fin pedagógico. Todos los actos que realizamos en público, en mayor o menor medida, tienen repercusión en los demás, sobre todo, en los más pequeños.
Varias veces desde esta columna señalamos que las leyes además de normatizar, también enseñan. Porque lo que es ley se asume socialmente como algo bueno, o al menos, no tan malo. Así, al legalizarse, el aborto se va “naturalizando” y las nuevas generaciones se van anestesiando ante la matanza de niños por nacer.
Marchar por la vida, también enseña algo a los más chicos: que hay que luchar por lo bueno, aunque sea incómodo o haya que hacer esfuerzos; que no hay que bajar los brazos, aunque parezca que te derrotaron, que es necesario dar testimonio público de lo que se defiende porque como parte de la sociedad se tiene un compromiso con ella.
Es una verdad de perogrullo, pero, salir a defender la vida de los no nacidos es una de las demandas más generosas, porque involucra necesariamente a otros. Podríamos ser víctimas de distintos ataques a la dignidad humana, pero ninguno de nosotros corre el riesgo de ser abortado.
Y si aún se preguntan por qué marchamos, podemos responder parafraseando a Mario Benedetti:
…Marchamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo,
marchamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
Marchamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca,
marchamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota…
Marchamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida…
Publicado en LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/Marcha-por-la-Vida-557199.note.aspx
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