Le cuesta caminar. Se tiene que apoyar en una asistenta para
moverse por su chalet de tres plantas, en el que las persianas están siempre
bajas. Sale únicamente para visitar médicos. Rehúye de la vida social. Tiene
fobia a la política. "Son recuerdos muy dolorosos", se excusa si
alguien le menciona su pasado.
A los 85 años, Isabel Perón continúa su odisea para huir de
la historia. Decidió hace más de 20 años cortar lazos con la Argentina, hizo
votos de silencio, enterró las memorias de los 632 días de sangre y caos en los
que fue presidenta, antes del golpe militar del que se cumplen el jueves cuatro
décadas.
Acaso esos secretos emerjan algún día. Encerrada en una
habitación repleta de retratos de ella con el general Perón, pasa horas
escribiendo a mano en un cuaderno que no le muestra a nadie. Suele decir que son
sus "pensamientos".
"Lleva una vida monacal, con sus escrituras, sus
médicos. Está en la etapa en que quiere que la dejen vivir, nada más",
cuenta Alfredo García Serrano, un amigo español que la visita regularmente.
Quienes la tratan niegan que esté senil o sufra enfermedades
graves. Cuando en 2007 enfrentó el juicio de extradición por dos causas sobre
los crímenes de la Triple A sus abogados habían alegado un estado de salud de
extrema fragilidad, con pérdida de memoria y problemas psiquiátricos, para
reclamar que se le concediera la prisión domiciliaria.
"Ella está bien mentalmente, con las cuestiones lógicas
de la edad. Está muy despegada de todo. No quiere ser un obstáculo para la
política; no contesta agravios, no tiene contacto con dirigentes, no opina de
nadie", explica ahora su abogado Atilio Neira.
El Tribunal Superior de España falló en favor de ella con
argumentos lapidarios contra los jueces argentinos -Norberto Oyarbide y Héctor
Acosta- que intentaron detenerla por delitos de lesa humanidad. Las causas
siguen abiertas al otro lado del Atlántico, pero ella empieza a sentirse a
salvo.
Un accidente en la casa.
Aquellos días de estrés incrementaron su tendencia al
aislamiento. "Imagínese la violencia, que vengan a buscarla en medio de la
noche para llevársela detenida", cuenta García Serrano.
Durante el proceso de extradición sufrió un accidente
casero. Rodó por las escaleras, se fracturó un brazo y tuvo lesiones
importantes en la cadera. Estuvo hospitalizada. Pasó semanas en silla de
ruedas. Nunca más recuperó la movilidad habitual.
Ocho años después tiene sesiones diarias de rehabilitación.
Cada mañana su chofer la lleva en un Audi A4 gris a los médicos y cuando se
siente con fuerza sale a pasear apoyada en una asistenta por un centro comercial.
Es un trance duro para una mujer que hasta hace no mucho se vanagloriaba ante
sus íntimos de conservar la elasticidad de su época de bailarina.
Vive desde hace 15 años lejos del ruido, en un barrio
cerrado con vistas a la sierra en Villanueva de la Cañada, 30 kilómetros al
noroeste de Madrid.
Es un chalet de tres plantas, 300 metros cuadrados
construidos y un parque considerable que compró después de vender la mansión de
Puerta de Hierro que compartió con Perón y de recibir la indemnización millonaria
que cobró al volver la democracia.
Con qué dinero se mantiene hoy es un secreto inconfesable.
En su entorno dicen que la pensión de ex presidente y del manejo de
"algunas inversiones". Otro misterio es a quién donará su fortuna: su
única familia son unas sobrinas que viven en la Argentina.
La herencia de Perón -o al menos una parte de ella- sigue en
litigio en un juzgado de Madrid: pugna desde hace una década con una fundación
creada por Mario Rotundo, ex secretario del general. Hay 7,7 millones de dólares
en juego.
"Ya sufrió demasiado".
Pasa inadvertida entre los vecinos de su urbanización.
"Sabemos que vive allí y conocemos a sus empleados, pero poco más. A ella
no la vemos nunca", relata Mario Sandoval, encargado de un bar que queda a
200 metros de la valla que corta el acceso a la calle donde vive la viuda de
Perón. Ni siquiera se muestra ya en la iglesia de Santa María, en la entrada
del barrio, a donde solía ir a misa los domingos.
Las dificultades para caminar hicieron que dejara también de
asistir a los encuentros benéficos del Rastrillo Nuevo Futuro, una organización
de caridad ligada a la familia Borbón con la que colaboró durante años y que la
vinculaba de algún modo a la alta sociedad española.
Entre sus amistades se cuenta un vidente argentino de cierta
fama en la televisión local, Octavio Aceves, a quien conoció cuando estaba
presa en la Patagonia. Se reencontraron en Madrid. "Ahora nos vemos menos,
pero hablamos por teléfono. A veces me llama cuando está deprimida",
relata él. No da precisiones sobre si la ex presidenta mantiene la afición
esotérica que cultivó con "el Brujo" José López Rega.
¿Qué piensa hoy de la violencia política que se disparó en
su gobierno, de los desaparecidos, del golpe militar que la borró del poder?
Silencio. "De política se niega a hablar. Ya sufrió demasiado -dice García
Serrano-. Sólo repite que no guarda rencores. A nadie."
En eso coinciden todos los que la tratan. Quiere estar en
paz. Que la olviden.
Publicado en Diario "La Nación", domingo 20 de marzo de 2016.
http://www.lanacion.com.ar/1881528-los-dias-de-isabel-del-caos-de-los-anos-70-a-un-presente-marcado-por-la-fobia-a-la-politica
http://www.lanacion.com.ar/1881528-los-dias-de-isabel-del-caos-de-los-anos-70-a-un-presente-marcado-por-la-fobia-a-la-politica
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