BENDICIÓN Y JURAMENTO DE LA BANDERA DE LOS ANDES.
El miércoles 1 de enero, San Martín comunicó en orden general a su ejército que en la iglesia matriz de Mendoza se declararía oficialmente a la Virgen del Carmen de Cuyo, patrona del ejército de los Andes, así como se bendeciría la bandera realizada por las damas mendocinas, durante una ceremonia que sería el próximo domingo. ¡Ni él mismo sabía si, para ese entonces, la enseña de la que hablaba iba estar terminada!
Afortunadamente, el trabajo de esas mujeres había sido decidido y sin descanso, logrando buenos resultados. Pudieron concluir la confección a tiempo, para que la bandera estuviera lista en el plazo en que se habían comprometido.
El domingo 5, las tropas abandonaron, momentáneamente, el campamento del Plumerillo, ya de día, para entrar a las 10 horas en la ciudad. Llegados primero a la iglesia de San Francisco, los oficiales y todos los soldados estuvieron esperando delante del templo, que fuera sacada la imagen de Nuestra Señora del Carmen. Se hizo una procesión, con los clérigos y principales autoridades civiles y militares, seguidos por los efectivos, hacia la iglesia matriz, donde habría de bendecirse la bandera. Allí se celebró la misa, momento en el cual el capellán del ejército, Lorenzo Güiraldes, habló sobre el sacrificio que estaba por hacerse por la libertad de los oprimidos. En esa ceremonia, y con las palabras en latín de rigor, la bandera distintiva quedó bendecida.
Luego de la misa, salieron y fueron hasta un tablado construido al lado de la iglesia, frente a la espaciosa plaza mayor. Traídas la bandera y la imagen de la Virgen, presentaron armas e hicieron un desfile. Por su parte, San Martín procedió a colocar su bastón de mando en manos de la imagen.
Todos pudieron contemplar cómo era, la enseña que se había confeccionado a las apuradas pero con esmero. Ésta, muy simple en su diseño, consistía en los colores azul y blanco de la bandera argentina común, que incluía en su centro, al escudo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, dentro del cual, bajo los brazos que sostenían el gorro frigio, las damas habían decidido incluir una representación de las montañas de Cuyo. Ahora sosteniéndola, el general San Martín la alzó en sus brazos, para agitarla, batiéndola tres veces hacia los costados:
- ¡Soldados! - gritó - ¡Ésta es la primera bandera independiente que se bendice en América!
Estas palabras resultaron estremecedoras. Aquélla era una gran verdad: El símbolo que ahora se estaba exhibiendo, aparecía luego del histórico 9 de julio de 1816 y, como tal, estaba consagrado por la autoridad religiosa cristiana.
- ¡Jurad sostenerla, muriendo en su defensa, como yo lo juro!
Un grito unánime contestó:
- ¡Sí, juramos!
Tras la promesa de fidelidad, la imagen de la Virgen del Carmen fue devuelta al templo de San Francisco, y se dio por terminada la ceremonia. Con esto, los vecinos se retiraron a sus hogares, y el ejército al campamento que los esperaba.
Fuente de información e imagen:
San Martin, Jose Francisco de, sitio de face.
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