Épocas de campañas militares y rebeliones, el segundo período de gobierno de Rosas se vio signado por situaciones que pusieron en peligro su poder, aunque todos fueron intentos fallidos debido a la particular forma de resolver estos conflictos y al apoyo popular que todavía mantenía desde que se había hecho cargo de la Confederación Argentina en el año 1835. Entre los problemas que debió enfrentar se puede destacar el conflicto desatado con el gobernador de Corrientes Berón de Astrada, quien declaró la guerra a Buenos Aires y Entre Ríos. El 31 de marzo de 1839 se enfrentan correntinos y entrerrianos en la Batalla de Pago Largo. Allí, Berón de Astrada encontrará la muerte en el campo de batalla y como consecuencia 800 de sus hombres fueron degollados.
Un intento de derrocamiento del tirano Rosas se produjo en junio de 1839, cuando la Asociación de Mayo decidió realizar un alzamiento, con la mala suerte de que Rosas se enteró y ordenó el arresto de todos los involucrados. Su cabecilla, Ramón Maza, fue detenido junto a los otros integrantes. Esta situación generó una gran agitación popular y el presidente de la Sociedad Popular Restauradora, Nicolás Mariño, cuya fuerza de choque era la mazorca, denunció públicamente que el padre de Ramón, Manuel Vicente Maza, era uno de los conspiradores, quien en ese momento se desempeñaba como presidente de la Cámara de Representantes. En esos días Manuel Vicente Maza fue asesinado y al día siguiente su hijo Ramón fusilado por orden de Rosas.
Cuatro meses después se lleva adelante el levantamiento de los hacendados del sur, al frente de Pedro Castelli, quien había participado de las guerras por la independencia. Lavalle preparaba la invasión a Entre Ríos y no a Buenos Aires como se esperaba, y ante las sospechas de que Rosas conocía el plan esta sublevación se precipitó con las terribles consecuencias del rápido accionar de Rosas que logró aplastar esta rebelión en la batalla de Chascomús. La cabeza de Castelli fue puesta en una pica en la plaza de Dolores, uno de los centros del levantamiento contra el Restaurador.
Entre idas y venidas recién en 1840 el general Lavalle se decidió invadir la provincia de Buenos Aires para derrocar a Rosas. Con la ayuda de barcos franceses logra desembarcar en cercanías de Baradero y llega hasta Mercedes. Una vez más la falta de ayuda popular y la ausencia de refuerzos llevan a Lavalle a retirarse hacia Santa Fe. Recién cuando se hallaba en retirada en la provincia de Córdoba es atacado por las fuerzas federales y derrotado en la batalla de Quebracho Herrado.
Rosas también debió enfrentar una guerra con Bolivia desde 1837 hasta 1839, en su siempre enfrentamiento con el dictador Santa Cruz, quien ya había intentado años atrás incorporar Salta y Jujuy a sus territorios.
Y uno de los problemas que tuvo que enfrentar relacionados con la soberanía fue el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires en el año 1838, un conflicto que duraría hasta 1840. Aunque causó problemas económicos a la Confederación, Rosas consiguió un buen acuerdo mediante un tratado firmado con los franceses.
Y no sería hasta 1845 que Rosas debió enfrentar un complicado conflicto, esta vez con las fuerzas aliadas de Gran Bretaña y Francia, cuyo objetivo era terminar con la guerra en Uruguay. Las fuerzas argentinas mantenían un sitio contra Montevideo y el general Oribe se hallaba presto a tomar Montevideo. Fueron los comerciantes y residentes extranjeros en Uruguay quienes presionaron para que Gran Bretaña y Francia intervinieran, ya que comerciantes ingleses pedían la apertura de los ríos de la Confederación Argentina. Finalmente Gran Bretaña se decidió por evitar el asalto a Montevideo y solicitar a Rosas que retire las fuerzas argentinas de Uruguay. Como Rosas se negó, el 29 de setiembre de 1845 se inició el bloque de las fuerzas anlo-francesas.
La Vuelta de Obligado
En noviembre de 1845 la fuerzas anglo – francesas organizaron una incursión aguas arriba del río Paraná, con la intención de comenzar esa apertura comercial que venían reclamando. De este modo, Rosas ordenó que se le impidiera el paso y se eligió como lugar de resistencia la Vuelta de Obligado, en cercanías de San Pedro. Allí se instalaron baterías y el 20 de noviembre se originó el combate. Se encontraba a cargo de las fuerzas argentinas el general Lucio Norberto Mansilla, quien ordenó colocar sobre el río tres gruesas cadenas: “Atravesaban las proas, cubiertas y popas de 24 buques y lanchones desmantelados colocados en línea, y que eran rematados por el bergantín Republicano en la orilla opuesta, armado de 6 cañones al mando del capitán Craig”. (*)
Aparte de las baterías instaladas se hallaban como apoyo y escondidos 2500 hombres, entre soldados, milicianos y paisanos.
El combate duró dos horas en las cuales se desató una feroz lucha en la cual las fuerzas argentinas trataban de impedir el paso de la flota extranjera, que intentaba cortar las cadenas. Finalmente lo logran, luego de hundir tres lanchones y averiar el bergantín Republicano, que ante la posibilidad de caer en manos enemigas su capitán termina haciéndola explotar, para pasar a resistir con sus hombres en las baterías del lado derecho.
En el enfrentamiento son heridos el propio general Mansilla y Juan Bautista Thorne, quien estaba a cargo de la batería “Manuelita”. Del lado argentino hubo 250 muertos y 400 heridos. Por el lado francés se contaron 18 muertos y 70 heridos.
La Batalla de San Lorenzo
La flota, en su camino aguas arriba, encontraría más resistencia. Dos cruentos enfrentamientos se llevarían a cabo en la zona de San Lorenzo y Puerto Gral. San Martín, con la conocida Batalla de Punta Quebracho
Seguramente un día caluroso, un 16 de enero en estas tierras a la orilla del río Paraná, se llevaría a cabo otra batalla contra las fuerzas invasoras anglo-francesas. El historiador sanlorencino Prof. Miguel Angel Piagentini, en su libro “Batalla de San Lorenzo”, narra lo siguiente:
El general Lucio Mansilla, cerca del histórico convento franciscano, apostó 350 soldados y ocho piezas. Los mismos de hallaban escondidos entre la altura de las malezas, observando hacia el río Paraná, donde suponían podían pasar los invasores en cualquier momento. El citado convoy extranjero estaba compuesto por el vapor Gorgon, la corbeta Expeditive, los bergantines Dolphin y King, además de dos goletas. Todo ello muy bien pertrechados. Llevaban cincuenta barcos mercantiles. La intención no era la guerra, sino el comercio que les resultaría económica y financieramente mucho mejor que las acciones de guerra. Solo que para comerciar debían llegar hasta Corrientes y desde allí a la República del Paraguay”.Además de los soldados criollos citados, de la división al mando del coronel Martín Isidoro de Santa Coloma, se hallaban unos doscientos santafesinos comandados por el sargento mayor José Agustín Fernández. Cuando pasan los invasores lanzan unos tiros para verificar si había alguien esperándolos. Las fuerzas de Mansilla esperaron unos minutos y luego, bajo la enseña nacional, comenzaron el fuego de artillería que desorientó a los invasores. El coronel Álvaro José de Alzogaray dirigía una batería de dos piezas. Los invasores totalizaban cincuenta y ocho buques. En la foja de servicios del coronel Fernández, que lo da a conocer el historiador Jacinto Yaben especifica que mandaba el ala derecha de las fuerzas criollas, sosteniendo un fuego violento “principalmente contra dos bergantines que detuvieron su marcha para contener el fuego enemigo”. El citado coronel fue promovido a teniente coronel sobre el mismo campo de batalla por su encomiable labor en defensa de la patria.Las baterías estaban dirigidas por el citado Alzogaray, José Cerezo, Santiago Maurice. En una batalla de siete horas parecería que los hechos sucedieron rápidamente, pero ello no fue así. Lentamente fue el ingreso de las naves extranjeras, rápido el ataque de los criollos, el desbande invasor fue semirápido porque no sabían qué hacer ante tal magnitud de los acontecimientos. Los buques mercantiles chocaban entre sí, buscaban un lugar por donde pudiesen escapar, los buques de guerra Dolphin y Expeditive quedaron bastante averiados. Los integrantes de la fuerza invasora se miraban desesperados, no esperaban un ataque de esa naturaleza, se encontraban perplejos, anonadados, como buscando un rumbo, hasta les resultaba pequeño el grandioso Paraná, se desesperaban tratando de llegar a las islas frente a la costa sanlorencina.
Del lado de los ingleses sufrieron 50 bajas y ninguna nave salió ilesa. Se desconoce si hubo bajas del lado argentino. Hasta que se produjo la batalla de Punta Quebracho, el 4 de junio, se desataron algunos encuentros y escaramuzas de relativa importancia en diferentes sectores desde Rosario hasta Puerto Gral. San Martín.
San Lorenzo en esa época
Para 1846 se sabe muy acerca de la población de San Lorenzo ni tampoco si hubo voluntarios en las contiendas contra las fuerzas anglo-francesas. Los nombres de las familias que habitaban que se conocen son Isasa, Rodrigáñez, Medina, Aldao, Miguel Gómez, Peralta, Francisco Rodríguez, Carlos Posadas, Pablo Paniagua, Mercedes Rodríguez, Pedro Lequizamón, Juan José Peynado, Centeno, Bartolo Farías, Petrona Gallo, Santiago Rodríguez, Agustín de las Casas.
En el Convento San Carlos se hallaban los franciscanos fray Pedro Cortina y Rubín (Guardián), y los frailes Miguel José Oteyza, Juan Ignacio Ayspuru, Manuel Castro, Diego Giménez, Mauro Mazzuferi, José Felipe, José Xiguez, Andrés Mandiola, Manuel del Carmen Peña (primer director del Colegio San Carlos), Martín Gorostidi, Felicísimo Varela y Gabriel Oliva.
Después de todo
El bloqueo anglo-francés y las batallas por la soberanía que iniciaron las fuerzas de la Confederación Argentina, lograron que el sitio de Montevideo se extendiera por tres años más. Ninguno estaba dispuesto a enfrentarse a una guerra de mayor envergadura, por lo que las misiones de paz se sucedieron entre 1846 y 1848. El objetivo era comerciar libremente, que Uruguay lograse su independencia y la seguridad de los extranjeros. Recién en marzo 1848 se levantó el bloqueo y el 24 de noviembre de 1849 se firmó el tratado Arana-Southern para el levantamiento de la intervención inglesa. De este modo Oribe se convirtió en el primer presidente de Uruguay, se entregó la Isla Martín García y devolvieron los buques que habían retenido los extranjeros, además de reconocer que la navegación del río Paraná “era un problema interno a la Confederación”.
Rosas se vio fortificado por todas estas situaciones de defensa de la soberanía. El mismo general José de San Martín, desde el exilio, había enviado cartas de agradecimiento a Rosas por la defensa de la soberanía. A partir de esos años, se disolvió la mazorca, se devolvieron propiedades confiscadas y algunos emigrados pudieron regresar, a pesar de que Rosas sabía que muchos unitarios habían estado conspirando detrás de esos acontecimientos.
(*) “La batalla de la soberanía”, artículo de Francisco Hipólito Uzal.
Bibiliografía
Piagentini, Miguel Angel, “Batalla de San Lorenzo”, 2015.
Savatore, Ricardo, Consolidación del régimen rosista (1835-1852), Nueva Historia Argentina, Tomo III Revolución, República, Confederación, dirección de tomo Noemí Goldman, Editorial Sudamericana, 2005.
Biraghi, Roberto, Historia de San Lorenzo, Editorial Almafuerte, 1980.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.