Un 9 de enero de 1927, nacía Rodolfo Walsh, emblema del periodismo y la literatura de la Argentina. Fue considerado el padre de la non fiction novel, su primera investigación periodística publicada en 1957, Operación Masacre, se anticipó diez años a A sangre fría, de Truman Capote, obra pionera del género en Estados Unidos.
Descendiente de irlandeses. De Río Negro, se trasladó a Buenos Aires en 1941 para realizar sus estudios secundarios y, parte de ellos, los realizó en el Instituto Fahy, en la localidad de Morón. Ese establecimiento educativo era un colegio pupilo a cargo de curas de una congregación irlandesa, destinado a hijos de familias con ascendencia de esa nacionalidad. La experiencia de Rodolfo Walsh en ese instituto le serviría para ambientar tres de sus cuentos: Irlandeses detrás de un gato, Los oficios terrestres y Un día oscuro de justicia.
Estudió dos años de la carrera de Letras en la Universidad de La Plata, pero abandonó para desempeñarse en los más diversos trabajos: "Fui lava copas, limpiavidrios, comerciante de antigüedades y criptógrafo" y todas estas enumeraciones son ciertas, aunque incompletas. Fue también un militante consecuente que pagó la coherencia con su vida, un periodista sagaz que puede considerarse el fundador de un nuevo género periodístico con Operación Masacre. En esta obra se mezclan la investigación periodística con técnicas tomadas de la literatura, lo que da como resultado una crónica que golpea, como lo hubiera dicho Roberto Arlt, como un cross a la mandíbula.
Fue cofundador de la agencia de noticias Prensa Latina, en 1959, en Cuba. Lo acompañaron Jorge Masetti, Rogelio García Lupo y Gabriel García Márquez. Durante su estadía en esa isla, en plena Revolución, interceptó por accidente y logró descifrar las comunicaciones secretas entre la CIA y agentes en Guatemala sobre los preparativos para la invasión de Playa Girón. Esta operación fracasó gracias a la labor y advertencia de Walsh.
A partir de 1973 escribió en el diario Noticias junto a Horacio Verbitsky, Paco Urondo, Juan Gelman y Miguel Bonasso.
Además de su libro sobre el fusilamiento en la localidad bonaerense de José León Suárez durante la dictadura militar de 1955 encabezada por Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, uno de los escritos más conocidos de Walsh es la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. El periodista había comenzado a difundirla un año después del golpe de Estado de 1976. Al otro día, el 25 de marzo de 1977, un “grupo de tareas” lo secuestró ilegalmente. Así pasó a ser uno de los desaparecidos de la última dictadura militar argentina.
El día anterior a su muerte, cuando se cumplía un año de la dictadura, había enviado la Carta a la Junta militar a todas las redacciones. Al día siguiente circulaba por el barrio de San Cristóbal y en la esquina de San Juan y Entre Ríos es interceptado por un grupo de tareas compuesto por unas 30 personas. Algunos testigos dicen que alcanzó a sacar su arma y a herir a uno de sus secuestradores en una pierna. Walsh recibió varios disparos en el pecho y fue llevado a la ESMA.
Con respecto a su carrera literaria, escribió en su autobiografía: ¨Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos. La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y en el dinero. Me callé durante cuatro años más porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que, en todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces. En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez. ¨
https://www.historiahoy.com.ar/trascender-el-terror-n672
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