CORONAVIRUS Y CUARENTENA: ¿CÓMO PROTEGERSE CON EL DELIVERY Y EL TAKE AWAY?
Sentarse a la mesa de un restaurante, revisar la carta, esperar al mozo y decirle qué plato elegiste son actividades que ahora parecen de otro siglo. En este, aprendé qué tener en cuenta cuando pedís a domicilio o para llevar.
Por Tomás Linch -27 mayo, 2020.
Un restaurante no es solo su comida. Es la decoración, la
música, el servicio, el diseño de la carta, la intensidad de la luz, incluso el
nombre. Son tantas variables que todo el paquete ha sido estudiado por
neurocientíficos, especialistas en marketing y arquitectos. Sin embargo, en
esta nueva normalidad que nos toca vivir, la labor de un restaurante parece
reducirse solo a dos cosas: la comida, principalmente, y la atención desde que
llamamos o pedimos por teléfono hasta que la moto llega a casa o, en el mejor
de los casos, lo pasamos a buscar. ¿Y qué pasa con la higiene? ¿Hay algo más
que tenemos que tener en cuenta que podamos preguntar?
“Si ibas a ese restaurante, ¿por qué no le vas a comprar
algo ahora?”, dice Mariana Koppmann, una de las responsables de @cazabacterias
y reconocida por su trabajo como asesora en salud e higiene. “En última
instancia, hay un voto implícito de confianza cada vez que elegimos un lugar
donde comer. Si ese restaurante respetaba antes las normas y los protocolos
establecidos, no hay mucho que cambiar más allá de la higiene de sus empleados
y el lavado de manos”.
Que el virus del COVID-19 no se transmite a través del
alimento es casi un hecho: la mera razón estadística lo avala. Cualquier cosa
que se diseminara a través de la comida multiplicaría la cantidad de infectados
en un día. Son conocidas, por ser la excepción, las ocasiones en las que
después de una cena en un restaurante hay una cadena de personas intoxicadas.
Por otro lado, una gripe común tampoco se contagia a través de lo que se
ingiere y, por último, sabemos que la temperatura elevada elimina los
patógenos.
Koppmann va más lejos. “Si bien recomendamos la limpieza a
conciencia de las superficies y prevenir los focos de distribución del virus,
todas las posibilidades del contagio por superficie son extremadamente más
bajas que las de persona a persona”. Esa es la razón por la que pudimos
controlar en Argentina la distribución de la pandemia: todos compramos comida,
salimos al supermercado y a realizar tareas y sin embargo, la tasa de contagios
sigue baja y, sobre todo, la difusión de la enfermedad se produce por contacto
entre personas. Nada de enloquecerse, entonces, pasándole lavandina al envase
descartable del delivery o del take away.
Del restaurante al delivery.
“Con esta pandemia entendimos que eso que suma el
restaurante teníamos que ponerlo en la comida y en todo lo que había
alrededor”, dice Guido Tassi, responsable de la cocina en la parrilla Don Julio
y El Preferido. “Además de entrenar a nuestro personal, sanitizar todo al pie
de la letra con un régimen muy estricto y controlar cómo viajan los empleados,
lo primero que hicimos fue cambiar los puntos de cocción de algunas cosas. En
mi caso, que soy un poco obsesivo con el control, medí más o menos el tiempo promedio
entre que el plato salía y llegaba a la casa del cliente. Calculé ese tiempo
como una cocción bajísima que cambia, por ejemplo, la textura del guiso de
lentejas o de una carne braseada. A las papas fritas les ponemos papel
absorbente arriba y abajo para evitar que la condensación que se produce en el
envase cerrado las humedezca y así pierdan su textura crocante”.
Tassi considera que la forma de acercar el restaurante a la
casa es dar “ese algo más” y lo aplica en los sabores y también en el diseño de
los platos: el pastel de papas, por ejemplo, lleva una pequeña reproducción del
filete de la ventana.
“Separamos”, dice Leonardo Azulay, chef propietario de
Sudestada. La cocina del Sudeste Asiático tiene dos ventajas para que crezcan
los pedidos: la primera es que es algo difícil de replicar en casa, y la
segunda es que no pierde tanto en el camino desde el restaurante. “Separamos
los ingredientes para que en el viaje no pierdan textura, humedad y crocancia.
Hacemos, por ejemplo, un pan chino en el que se envía el pan por un lado, la
salsa por otro y las hierbas frescas por otro. Lo único que tiene que hacer el
comensal es agruparlos, casi un juego”. Por otro lado, el restaurante dividió
los dos turnos de sus empleados para que no se crucen y cada grupo repite el
protocolo de sanitación.
La industria de la gastronomía solo se sostiene a través de
sus comensales. Esos que confían en sus restaurantes desde siempre porque los
conocen y comen rico cada vez que van. Ese vínculo no ha cambiado demasiado y
es de esperar que se mantenga: nada más lindo que volver al lugar donde la
pasamos bien, aunque sea, llevando un poco de ese lugar a casa.
Fuente de información e imagen: Vinómanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.