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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, mayo 24, 2020

Una maestra rural, un cheque millonario y el empresario anónimo que lo envió: un secreto que tardó 43 años en develarse.

Una maestra rural, un cheque millonario y el empresario anónimo que lo envió: un secreto que tardó 43 años en develarse.

En 1977, el autor de esta nota recibió un cheque por diez millones de pesos (una fortuna entonces) para entregárselo a una docente de un paraje remoto en Tucumán. ¿La condición? Que no revelara la identidad del benefactor. El hombre, otrora poderoso, murió en 1988. Tiempo suficiente para contar quien tuvo aquel gesto generoso, y qué vio en esa maestra que lo conmovió.Por Julio Lagos.Ella tardaba casi diez horas en llegar a su escuelita, montada en un burro. Se desbarrancó y quedó moribunda. Poco después, el autor de esta crónica estuvo con ella.Todo empezó una tarde de marzo de 1977, cuando yo hacía “El programa es usted” en Radio Belgrano.Ese día comenté una noticia que venía de Tucumán: en Tafí del Valle había aparecido una mujer joven tirada en el fondo de un profundo barranco.Estaba viva, pero en muy malas condiciones. Si hubiesen pasado un par de horas más, habría muerto. Pero gracias a que unos lugareños encontraron su mula, que deambulaba sin cabalgadura, pudieron rescatarla.Ella tardaba casi diez horas en llegar a su escuelita, montada en un burro. Se desbarrancó y quedó moribunda. Poco después, el autor de esta crónica estuvo con ella.Todo empezó una tarde de marzo de 1977, cuando yo hacía “El programa es usted” en Radio Belgrano.Ese día comenté una noticia que venía de Tucumán: en Tafí del Valle había aparecido una mujer joven tirada en el fondo de un profundo barranco.Estaba viva, pero en muy malas condiciones. Si hubiesen pasado un par de horas más, habría muerto. Pero gracias a que unos lugareños encontraron su mula, que deambulaba sin cabalgadura, pudieron rescatarla.Como en esa época no había internet ni teléfono celular ni WhatsApp, puse en el aire dos canciones seguidas y pegué una tanda, para tener tiempo de llamar a mis colegas de LV 12, que me dieron más detalles:-La chica es maestra, Julio… Trabaja en Mala Mala, en la escuelita de allá arriba, en el cerro… Estaba yendo a trabajar y se ve que la mula se desbarrancó...Ella quedó inconsciente un día y una noche allí tirada…A medida que transcurría el programa se fueron agregando más datos. Pude saber que la maestra se llamaba Aída Miriam Gómez, que tenía 25 años, que efectivamente trabajaba en Tucumán, pero en realidad era jujeña.Y que para recuperarse de las magulladuras y del susto, cuando saliese del hospital, iba a ir a la casa de su familia.Fue entonces que mi operador, el legendario Frank Boga, me dijo por el talkback:-Tenés una llamada en el pasillo…Salí del estudio, levanté el auricular y una voz masculina me dijo:-Buenas tardes, escuché lo que contó de esta maestra… Me gustaría hablar con usted hoy mismo… ¿Podrá venir a mi oficina?Me dio su nombre y su dirección. Y quedamos en que luego del programa iría a verlo.A las seis de la tarde entregué la transmisión.Y un rato después empecé a vivir una aventura inolvidable.El tipo era grandote, alto, semicalvo. Le calculé más de 60 años. Tenía voz grave, con cierto aire provinciano. Y se notaba que estaba acostumbrado a mandar:-Yo lo escucho siempre a usted… Y hoy me interesó mucho la noticia de la maestra. Por eso le voy a encomendar una misión. Pero eso sí, debe ser absolutamente secreta. No es para que lo comente por la radio, nadie se tiene que enterar. ¿Está de acuerdo?Nunca me hubiera imaginado lo que vino después:-Le voy a dar a usted un cheque para esa chica y su escuela, para que vaya a verla y se lo entregue personalmente… Lo que ella hace es patriotismo puro y merece apoyo… Pero le repito, esto es confidencial… Ella no tiene que saber quién se lo envía. Si usted está de acuerdo, ya mismo hago que le consigan los pasajes y se va para allá.Ir “para allá” significaba alterar mi ritmo familiar, de joven papá, entonces de 32 años, con varios hijos. Y además salir del aire durante todo el tiempo que durase el viaje, dejando un programa de cuatro horas diarias en una de las radios más escuchadas del país.La lógica era que le contestara que no, que muchas gracias por el ofrecimiento, pero que no era posible por razones personales y profesionales.Eso era lo que debía responderle.Pero por supuesto le dije que sí, que aceptaba.Rápidamente, le ordenó a su secretaria que me tramitara los pasajes. La ida, para la mañana siguiente. Y el regreso abierto.Y entonces me hizo el cheque.En nuestro querido país hay pocas cosas más difíciles que comparar magnitudes económicas de diferentes épocas. Ni siquiera la conversión a dólares es confiable, porque un dólar de 1977 no es lo mismo que uno de 2020. Ni en Argentina ni en Estados Unidos. Además, a lo largo de los años hemos tenido Peso Argentino, Peso Ley 18.188, Patacones, Austral y convertibilidad, de modo que tan sólo puedo evocar la cifra: el cheque era de 10 millones de pesos.Ni por asomo yo ganaba esa plata por mes.Y el hombre, que me veía por primera vez en su vida, me extendió ese papelito para que yo se lo llevara a una maestra rural que no conocíamos.Pero había asumido el compromiso, por varias razones. Primero, porque el tipo me parecía sincero. Luego, porque ese dinero iba a ser providencial para esa escuelita perdida en los cerros tucumanos.Y además, porque siempre tuve facilidad para meterme en situaciones complicadas.Un rato antes yo estaba en el estudio de la radio, haciendo mi programa. Y ahora un señor desconocido me daba un cheque por una cifra descomunal y un par de pasajes para volar inmediatamente.Atiné solamente a decirle:-Vea, me está dando un montón de plata… Hagamos un recibo, para que usted tenga un comprobante…Jamás olvidé su respuesta:-Vea m´hijo… Si usted hace una macana, si se queda con la plata… el problema va a ser para usted con su conciencia… No para mí… Vaya, vaya tranquilo.Al día siguiente, tempranito, fui al Aeroparque. En el mostrador de Austral ya estaban los pasajes a mi nombre.Y volé a Jujuy, porque la información era que Aída Miriam Gómez había ido allí, a la casa de su familia.Pero las cosas nunca son tan fáciles. Cuando llegué a su domicilio, me dijeron que la maestra no estaba en Jujuy:-No, no vino aquí… Se fue a Salta, a la casa de unos tíos…43 años después, frente al teclado de la Mac, la frase apenas tiene un cierto rigor anecdótico. Pero en aquel momento, con la presión de la tarea encomendada y el cheque de diez millones en el bolsillo de la campera, la situación fue catastrófica. ¿Y ahora? En fin, no había muchas alternativas. Así que con la misma ropa puesta, me tomé un micro y viajé a Salta.Y por fin estuve ante la protagonista de esta historia.Sonrisa fácil, en los labios y en la mirada. Carita redonda, morocha, de pelo revuelto. Muy conversadora:-¡No me diga que vino de Buenos Aires especialmente para verme! Por favor, esto le pudo pasar a cualquiera que tenga ganas de trabajar… Lo importante de esto es que se conozca el trabajo de los maestros rurales, de los maestros del interior… Es bastante feo, a veces es difícil, una tiene que luchar porque a veces los chicos tienen un bajo nivel mental, pero no porque sean tontos de nacimiento, sino porque esos chicos están abandonados, porque nadie les da una mano…Dos cosas me sorprendieron en cuanto me puse a hablar con ella. Primero, su arrolladora humildad. Y luego su inocultable formación, que le permitía analizar su trabajo con llamativa madurez:-Toda la zona de Mala Mala es muy quebrada, muy abrupta… Difícilmente encuentre allí llanuras o mesetas… Es muy monótono, bastante feíto y pedregoso, ¿no?…La cadencia tenía acento tucumano, más que jujeño, seguramente producto del contacto lugareño:-Ese lugar hacia el año 1870 fue comprado a la familia Colombres, que era muy arraigada en Tucumán, por un señor Cruz y un señor Romano… Ellos fueron los primeros que habitaron esa zona y ahora en Mala Mala hay más de una docena de familias Romano, descendientes de la primera… Se casan entre primos, incluso se han dado casos de incesto que yo los he comprobado… Pero lo hacen porque no tienen conocimiento…Algún gesto revela que aún perduran los dolores. Sin embargo, la caída y los golpes pasan a segundo plano:-Cuando la mula me tiró recé… recé hasta quedar inconsciente… me acordé de todos los recitos que me enseñaron cuando hice la comunión… Yo que estaba medio a las patadas con Dios… y me ayudó tanto…Cuando le pregunté cuánto tardaba en llegar a su escuelita, me dijo con toda naturalidad:-De siete a nueve horas, según cómo esté el tiempo… Eso si hace un sol espléndido y los ríos no están crecidos… Pero de lo contrario se echan de doce a veinte horas… Y a veces se echan dos días…El “se echan” bien norteño adorna un lenguaje pulido, con el que me describió su escuelita:-La escuela es demasiado pobrecita, como toda escuela del cerro… Son dos ambientes, que los llamamos pomposamente aulas…. No tienen revoque no tienen piso, el techo es de cinc, tiene un espacio de diez o doce centímetros entre la pared y el techo, falta que se complete eso… Hay un aula que tiene dos agujeros, uno que sirve de ventana y otro que sirve de puerta. El agujero de la ventana no se tapa, no hay con qué… En lo que sería la puerta se pone una chapa de cinc, con el peligro para las criaturas porque cuando corre viento hay que arrimarle un banco…-¿Y por qué se llama Mala Mala?-Ah… por esta zona antes se hacía el camino del Inca… los reseros llevaban la hacienda al norte, a Salta, a Bolivia, más arriba… Y era una zona muy fea, poblada de leones, tigres, víboras… Y cuatreros, gente de mal vivir, asesinos. Y si alguien se quería echar a dormir por ahí, bajo un árbol, o lo devoraban los leones o lo mataban los cuatreros… La fama tremenda del lugar, de esa tierra “mala”, le dio el nombre de Mala Mala…Resultaba raro que una chica joven eligiese semejante lugar para vivir y trabajar:-Tengo ganas de volver a la escuelita de Mala Mala… Esa gente necesita que alguien los ayude… Mi madre suele reprocharme porque ella me ha dado varios estudios, soy maestra y bachiller, y además llegué a cuarto año de medicina… Y ella me dice que voy a perder mi juventud en esos lugares… pero yo no voy a perder, yo voy a ganar… Esa gente me ha enseñado mucho, así como yo les pude haber enseñado… Me gusta esa gente porque es de un estado de pureza de alma tremenda, que yo no lo he logrado ver ni vivir en ninguna otra parte…Aquella conversación con Aída Miriam Gómez la registré en mi pequeño grabador portátil. Los oyentes pudieron escuchar las palabras de esa joven mujer, que con toda naturalidad hablaba de su trabajo:-Cada cual cumple con su responsabilidad en el lugar en el que esté… Si el río estaba crecido, yo me iba igual a la escuela… Son ríos de montaña, muy bravos… Y si estaba muy crecido, daba la vuelta, cruzaba otro cerro y llegaba lo mismo. Faltar por faltar no me gusta. No pienso en mí, sino en los chicos, que son los que se atrasan… Por desgracia para ellos, si son faltones es porque los padres los hacen faltar… Los padres los usan a los chicos, los chicos tienen que ayudarlos a sembrar, a cosechar, a regar, a desgranar el maíz, a moler, ayudarlos en un montón de cosas… hasta en la esquila de las ovejas… ¿Y por qué razón yo maestra voy a seguir aumentando las faltas para que este chico no aprenda? No puede ser, yo voy igual…Todo esto salió al aire a los pocos días, por Radio Belgrano.Y Marcos Cytrynblum, por entonces secretario general de redacción de Clarín, me invitó a escribir una crónica para su diario.Pero en ninguno de esos testimonios periodísticos se reveló lo del cheque. Eso quedó como un secreto, de acuerdo a lo convenido.Y a la propia Aída, al entregárselo, le oculté el nombre de la persona que se lo enviaba. Ella no lo podía creer:-¿Todo este dinero me manda?… ¡Va a ser para la escuelita!… ¡Lo bien que nos viene!… Que Dios lo bendiga…Como les dije, esto sucedió en marzo de 1977. Hace 43 años.Creo que el tiempo transcurrido me absuelve del compromiso contraído. Y por eso puedo revelar el nombre de quien se conmovió ante la odisea de una joven maestra y además confió en alguien que era para él sólo una voz de la radio.Aquel empresario se llamaba César Cao Saravia y era el dueño de una empresa metalúrgica.Cuando volví de Salta lo fui a ver a su oficina del barrio de Once y le conté todo esto.Me abrazó y nos despedimos.Después me enteré que con frecuencia hacía cosas parecidas. Por ejemplo, regalarle en secreto autos 0 km. a varios taxistas de Buenos Aires.De la escuela de Mala Mala he visto algunas fotos hace poco. Se la nota muy distinta, ampliada, con nuevas construcciones. Hasta con paneles solares.¿Y Aída? ¿Cómo habrá seguido su vida?Querría reencontrarla, saber qué fue de ella.Quizás haya otro capítulo de esta historia de radio, que unió a una maestra rural y a un bienhechor anónimo.















Publicado en INFOBAE, 23 de Mayo del 2020. Las imágenes y destacado color amarillo corresponden a la misma publicación.

* Visto por internet. 

Dicen que hay cosas que el dinero no puede comprar.
Pero a César Cao Saravia no le importó esa regla: en marzo de 1977, decidió comprar las Islas Malvinas.
Para ese entonces ya eran patrimonio inglés y desde mucho antes también: el conflicto entre el Reino Unido y la República Argentina viene desde 1833.
Un reconocido empresario metalúrgico de la época del presidente Juan Domingo Perón decidió arreglar todo con dinero. Su idea era adquirir el paquete accionario de la Falkland Islands Company, la sociedad anónima que virtualmente monopolizaba la producción económica del archipiélago de las Malvinas, con money.
La lamparita se le prendió en marzo del 77, cuando él tenía 59 años. Se comunicó, mediante telégrafo, con la casa matriz de la empresa, con sede en Londres, y les informó a sus responsables que quería iniciar las discusiones de la transacción a través del Banque Occidentale. En una entrevista periodística de la revista argentina Somos de ese mismo año, César dijo algo así:
—Dicen que están interesados en mi propuesta y que la están considerando. Me lo adelantaron telefónicamente y después recibí un cable.
— ¿Cuál es el monto estimado de la transacción? – le preguntó el periodista.
—Estimo que unos diez millones de dólares. –contestó el metalúrgico y le puso un número a la descolonización de las islas. Una lucha que hasta el día de hoy continúa y que ningún gobierno aún pudo, hasta el momento, lograr: recuperar la soberanía de las islas.
En 1982, el presidente de la última dictadura militar del país, Leopoldo Fortunato Galtieri, quiso recomponer la deteriorada imagen de su gobierno y llegó la Guerra. El resultado fue una derrota estrepitosa del joven ejército argentino, que perdió 649 vidas, frente a las fuerzas armadas inglesas, cuyas bajas no poseen un número oficial. Aunque se estima que se trata de un número similar al argentino.
Durante el año de la Guerra, César decidió vender la empresa Establecimientos Metalúrgicos Patricia Argentina (EMEPA), nombre que le puso en honor a su única hija. Pero antes de eso, él insistió con la operación de compra de las Islas, que como era de sospecharse, nunca se concretó. De haber sucedido, él tenía pensado entregar un porcentaje a los pobladores de las Islas y otro a las Fuerzas Armadas; así como también distribuir los beneficios en obras de bien público.
—Dios quiera que este sea el cambio indispensable para que allí puedan convivir ingleses y argentinos. Esto no es una cuestión de metros cuadrados de tierra, que a la Argentina le sobran, sino de principios. Los ingleses deben comprender que su jurisdicción sobre las Malvinas es una castración a nuestra soberanía que no podemos seguir aceptando –le aclaraba a aquella revista.
Su capital.
Su empresa se dedicaba a construcciones de gran porte, como las tribunas del estadio San Martín de Mar del Plata, los puentes peatonales para la ciudad deportiva de Boca Juniors, la instalación de la base Sobral en la Antártica,  hangares, galpones y vagones de tren. Fue también proveedor de obras públicas de diversos gobiernos, desde el de Arturo Frondizi, Artuto Illia y Juan Domingo Perón, hasta Leopoldo Galtieri y Rául Alfonsín. Una fuente muy cercana a su familia confiesa que “más de once presidentes pasaron por su casa”. También fue amigo íntimo del suboficial de la Armada Argentina y dirigente sindical metalúrgico Augusto Timoteo Vandor.
—Nunca tuve la foto de ningún presidente en mi despacho –se jactaba Saravia. También destacaba el hecho de no trabajar para empresas extranjeras, ni depositar dinero en otros países. Los  empleados de EMEPA llegaron a nombrarlo delegado sindical de su propia compañía. El mismo los incentivaba para ir a las movilizaciones y “el único paro general que se dio en la empresa fue para que dejara de fumar”.
Nació en la provincia de Salta y dice “haber salido de la miseria”. Por eso, él remarcaba que “todos aquellos que tienen grandes responsabilidades y una infancia difícil, deben darle una mano a los de abajo”.
Sus familiares y amigos resaltan su costado solidario. Entre sus colaboraciones más importantes, se encuentra la que dio a la expedición al Polo Sur encabezada por el Gral. Jorge Leal, quien en gratitud denominó Saravia a un paso muy difícil en el Continente Blanco.
—Nosotros tuvimos una gran amistad, él nos donó una casa nueva que soportara las condiciones climáticas en la base más austral del mundo –cuenta el Gral. Jorge Leal, en el comedor de su casa con 92 años.
El empresario metalúrgico también donó dinero para el Operativo Cóndor Malvinas, que consistió en un secuestro en 1962 de un avión de Aerolíneas Argentinas por parte de jóvenes militantes peronistas, quienes durante 36 horas hicieron flamear una bandera argentina en las islas.
En su momento, el reconocido dirigente y militante metalúrgico, asesinado durante la dictadura militar, Dardo Cabo, le obsequió a Saravia, en prueba de su agradecimiento, la única bandera que flameó durante 36 horas en el archipiélago austral. Actualmente, se encuentra en un museo de la ciudad del sur de Buenos Aires, Lezama. César además llegó a formar parte del directorio de Hoy S.A., la empresa que se constituyó para editar el diario Noticias de la agrupación de izquierda, Montoneros.
Más compradores.
Parece que Cao Saravia no fue el único interesado en comprar las Islas. Unos días antes, Francisco Capozzolo, un empresario ganadero, que ya había adquirido una empresa inglesa en territorio argentino, la compañía Forestal en la provincia Chaco, también había realizado una propuesta para la compra de la compañía Falkland Islands. Hasta llegó a viajar a la capital británica. Pero la respuesta no fue positiva. En su momento, el director de Falkland Islands Company, Francis Mitchell reveló que tenía conocimiento de las ofertas, pero que la empresa no negociaría con ningún argentino por una prohibición del gobierno británico.
—Casi podría asegurarle que la Charringtons Industrial Holding Locket no vendería la Falkland Islands a ningún grupo argentino -completó el ejecutivo inglés a la revista. 
Como la historia lo demuestra, ninguna de las compras rindió sus frutos. Pasan los años, y la lucha sigue. Seis años después de la Guerra de Malvinas, César Cao Saravia falleció sin lograr su cometido.
Publicado 2 de abril del 2020.
https://escrituracronica.com/el-hombre-que-quiso-comprar-las-malvinas/

LOS GOBERNANTES.
César Cao Saravia, injustamente olvidado, supo pensar la Patria, con intención de grandeza. Dejó testimonio de ello en sus afiches, en sus libros y en los reportajes que se le hicieron. Con claridad meridiana reivindicaba una Patria ‘Libre, Justa y Soberana‘.
En su interesante opúsculo ‘Argentina Acosada‘, publicado en el año 1968, en una humilde edición de autor, dejó conceptos suyos sobre los ‘gobernantes‘, que huy tienen una vigencia que asombra.
Sobre ellos escribió lo siguiente: ‘Los gobernantes deben gobernar los intereses para ponerlos al servicio del pueblo y no gobernar al pueblo sometiéndolo a los intereses‘.
‘Los gobernantes deben comprender que son servidores transitorios del pueblo y no patrones vitalicios de sus súbditos‘.
‘Los gobernantes no son los privilegiados, sino los responsables del pueblo‘.
‘Los gobernantes deben sacrificarse, y no sacrificar al pueblo‘.
‘Los gobernantes son los mandantes, no los curadores del pueblo‘.
‘Los gobernantes no tienen que dictar, sino escuchar al pueblo‘.
‘Los gobernantes que sacrifican el bienestar del pueblo, en beneficio de una minoría, no son gobernantes, sino gerentes de intereses‘.
‘Los gobernantes sin pueblo, no son gobernantes, son asaltantes con público‘.
En otro de sus fragmentos se refiere con crudas reflexiones sobre los políticos que gobiernan:
‘La suma de hogares forman una comunidad y la suma de comunidades forman un pueblo. Cada etapa tiene su jefe o grupo responsable de mantener el equilibrio de la relación humana‘.
‘Cuando mayor es el agrupamiento, mayor es su complejidad‘.
‘Además, si lo espiritual es lo que realmente une a los hombres y lo material lo que los ata o los enfrenta, convengamos que el primer factor es preponderante en el núcleo familiar, que virtualmente desaparece en el gran conglomerado que constituye a un pueblo‘.
‘Ante esta realidad quienes tienen la responsabilidad, o sea los gobernantes, deben comprender que no pueden limitarse a gobernar para el gobierno, sino para el pueblo, pues el gobierno en sí es una minoría con más obligaciones que derechos‘.
‘Por lo tanto, es recomendable que los auténticos gobernantes, para concretar su destino y su objetivo, aprenda a practicar los siguientes verbos: regular, equilibrar, proteger, comprender, cuidar, defender, instruir, organizar, velar, respetar, servir, trabajar y si no pueden aprender estos verbos como corresponde, será imprescindible que conjuguen el único que queda a su disposición: renunciar. Si no lo hace constituirán un grupo que, disfrazado de gobierno, vive del pueblo y lo sacrifica‘.
Porque, -expresa más adelante-: ‘Gobernar es dinámico. Reinar es estático. Para gobernar es necesario unir; para reinar es imprescindible dividir. Quién gobierna tiene por objetivo el bienestar de la mayoría; quién reina tiene por propósito el interés de una minoría. Para consolidar el bienestar hace falta gobernar. Para consolidar solamente intereses es suficiente con reinar. Los intereses, en consecuencia, reinan, pero no gobiernan. El gobierno de hombres capaces y auténticos, los intereses utilizan incapaces y obsecuentes. El gobierno se orienta en la crítica y no lo confunden los aplausos; el interés necesita del aplauso para silenciar la crítica. El gobierno tiene su fuerza en la autenticidad, capacidad y justicia; el interés consigue su fuerza en la fuerza que hace desarrollar a los débiles, los incapaces y serviles. El gobierno tiene autoridad, que nace valores morales; el interés tiene poder, que nace egoísmos materiales. El interés publicita el derecho pero niega su ejercicio; el gobierno defiende el derecho y asegura por igual su ejercicio. El gobierno da claridad a sus objetivos; el interés oculta sus propósitos‘.
Conviene cerrar esta nota sobre Cao Saravia con la siguiente frase: ‘Sea en la función pública, política, gremial o civil el estar a cargo de la conducción o dirección no es beneficio sino sacrificio, no es comodidad sino responsabilidad, no es privilegio sino ejemplo, no se está en la cúspide parta enceguecer, oscurecer y recibir, sino para ver, iluminar y dar‘.
Por Jorge CASTAÑEDA.
https://www.noticiasnet.com.ar/nota/2019-2-1-3-0-0-los-gobernantes Castañeda. 

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