ARQUITECTURA OFICIAL
CARLOS
SCHULMAISTER
La arquitectura es el reflejo notable y transparente
de los vínculos entre sus producciones y sentidos, por un lado, y el poder, por
el otro. La planificación urbanística como el diseño de edificios no es
independiente de la ideología, de modo que más que hablar de arquitectura
oficial vale abrirse a la consideración del contexto más amplio en el que ella
se inscribe, es decir, la arquitectura capitalista.
Esta
última mercantiliza no sólo la tierra, los materiales de construcción y la mano
de obra del albañil y los técnicos sino, fundamentalmente, la de los
intelectuales intervinientes en el proceso: arquitectos o ingenieros.
En
1961 Paul Baran ubicaba a éstos junto a otros profesionales como los contadores
en la categoría de trabajadores intelectuales, en lugar de intelectuales a
secas. La diferencia estribaba, a su juicio, en que el verdadero intelectual
tiene un compromiso de denuncia, de contestación del sistema, es decir, no es
un mero profesional técnico.
Por tanto,
según sean nuestras profesiones también tendremos ciertas tendencias
ideológicas. El arquitecto moderno, como el consumidor de imágenes, celebrará
al ser humano cuando se extasíe ante las Torres Petronas, y el filósofo u otro
profesional dedicado al pensamiento especulativo tenderá o estará más cerca de
ver la tremenda contradicción entre la monumentalidad, como celebración del
capitalismo actual, y el egoísmo de la explotación del hombre por el hombre.
Así es como debería plantearse en el secundario la reflexión sobre el arte
funerario de los egipcios; concretamente, al estudiar las pirámides. Tras la
grandeza del faraón está la sangre de los que las construyeron...
Pero
en esos tiempos la arquitectura no era una profesión liberal. Hoy es lo mismo,
pero con apariencias de liberal. De modo que decir que la arquitectura oficial
depende del político es una verdad a medias. Las decisiones técnicas son
profesionales; la corrupción, obviamente, es del político, pero...
Pero
los arquitectos, como los ingenieros, están de ambos lados del mostrador. No
hay que olvidarlo. Por tanto, su complacencia con el poder se suma a los
intereses y necesidades del político y los refuerza. Que esto sea así explica
fácilmente la existencia de un señor arquitecto argentino totalmente distinto,
como es Ramón Gutiérrez, y que haya otros como él en otras partes del mundo.
En
ese sentido, la construcción de una cárcel se origina en una ley. El Ejecutivo
dispone las partidas presupuestarias necesarias y los profesionales ya mencionados
elaboran el proyecto, por supuesto que con todos los recaudos de actualización
en la materia y contactos con colegas de todo el mundo.
Pero
las cárceles que tenemos, irradiadas desde el centro del mundo, están perimidas
desde todos los puntos de vista; comparadas con las nuevas no se diferencian en
nada puesto que hoy se globaliza lo malo antes que lo bueno y persiste una
concepción determinada de hombre que ha de ser allí encarcelado. He aquí la
cuestión: a lo mejor la teoría más actualizada es conocida, pero los resultados
siguen siendo los mismos (...). Por eso tenía razón Paul Baran con su
clasificación. Por cierto, sin generalizaciones arbitrarias.
Pero
de lo anterior se desprende algo más: esos profesionales, junto con otros,
incluidos los filósofos y los cientistas sociales, no escapan al
cuestionamiento desde comienzos del siglo XX acerca de la función de los
intelectuales en general.
Digo
"función", no "formación", por más que ésta también se
halle inmersa en la crisis de la universidad en general. No por nada han
aumentado las demandas por mala praxis contra arquitectos e ingenieros y, a
diferencia de antes, muchas son ganadas por los demandantes.
La
inmensa mayoría de los intelectuales (ahora sí en sentido amplio) funciona como
legitimadora de las decisiones, necesidades y conveniencias del sistema global,
local y mundial.
Por
lo tanto, no es progresismo ni humanismo social construir casas baratas para
los pobres en barrios de 1.200 unidades o más, como si fueran colmenas de
abejas obreras, con trazas cuadradas como falanges militares, despersonalizadas
hasta el paroxismo, impidiendo la existencia del barrio como espacio social
donde se construyen relaciones humanas entre vecinos, fragmentando y atomizando
a los seres humanos, inhibiendo los lazos y las interacciones y generando
nichos de agresividad (leer las noticias) entre individuos concebidos como
islas.
¿Por
qué esto es así en todas partes? La optimización del espacio, mejor dicho, del
derecho de propiedad, al servicio del lucro individual de los que más tienen y
de los costos de producción, más las condiciones expresas y tácitas (prácticas
ilegales e ilegítimas), explican el resultado final de amontonamientos de casas
adocenadas, impersonales, uniformizadas.
Vivimos
en un contexto de Tercer Mundo aunque no nos guste, y la arquitectura que
tenemos no es la respuesta liberadora ni creativa que necesitamos sino la
arquitectura capitalista que el Primer Mundo utiliza en su propio beneficio
paliando nuestros problemas sociales en proporción a nuestro grado de
desarrollo. Por ende, no es justa, adecuada ni conveniente.
Constituye
una excepción a esa arquitectura capitalista para obreros-abejas el barrio de
los docentes de Villa Regina, con su óptima resolución del espacio y un diseño
de sectores que favorecen la diversidad y la interacción social entre sus
miembros y con un marco estético estimulante.
Es
conocido que la estandarización genera la indiferencia. Esto es el corolario
del trato a los pobres como si fueran recursos de mano de obra barata y
consumidores compulsivos.
Pero
más triste es tratar así a los escolares y sostener que la monumentalidad no es
un problema porque en el pasado grandes genios realizaron en esos contextos sus
estudios y sus obras. Con ese criterio, que se haya sobrevivido a la Inquisición en Europa
ya es suficiente para no cuestionar nada.
¿Alguien
se imagina un jardín de infantes en un edificio de oficinas reciclado? Los hay.
Pero ¿no sería mejor que las salitas fueran individuales, en un parque, o de a
dos juntas, con gran desarrollo estético de formas y colores, incorporando la
luz y el entorno adentro? ¿No sería más agradable permanecer unas horas allí
que hacerlo en un mamotreto cuadrado de cemento y de color cemento con largas
galerías?
Conocemos
un Instituto de Profesorado de Enseñanza Primaria con una escuela primaria
anexa, con siete divisiones, en el que se hicieron sendos baños para ambos
sexos, ¡a compartir entre los niños, adolescentes y adultos en el turno
matutino!
Tal
imprevisión obligó a que los estudiantes de magisterio utilizaran el baño de
los profesores, dos cubículos impenetrables separados mediante un estrecho
corredor de una pileta y una kitchenette para preparar mate o té. En
consecuencia, cuando alguien necesita usar el baño los que calientan el agua en
la pava se tienen que alejar de allí, hasta tanto salga ese alguien del baño de
enfrente... y para entonces ya se les hirvió el agua.
Allí
también se construyó una galería o patio de juegos cubierto, con un techo muy
alto del cual cuelgan los focos de la luz. ¡A medida que se fueron quemando fue
disminuyendo la iluminación nocturna por imposibilidad de contar con escaleras
gigantescas para subir y cambiarlos! Y como el Consejo no garantizaba su
reposición se palió el problema instalando proyectores a media altura. Pero la
iluminación empeoró.
¿No
lo pudieron prever con anterioridad?
o0o o0o
o0o
En: www.rionegro.com.ar 24/01/2008.
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