La historia es dolorosa, y da cuenta del largo recorrido de las mujeres en su lucha por la igualdad de derechos. Una ciudadana francesa, Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick, también conocida como "Nenette", también conocida como "Pablo del Cerro" es la autora o coautora de infinidad de clásicos del folklore argentino. Sin Nenette no hubieran sido posibles ni "Luna Tucumana", ni "El arriero va", ni "Zamba del otoño". Un total de 65 obras están registradas a su nombre en Sadaic. Nenette fue la compañera de vida y obra de Roberto Chavero, más conocido como Atahualpa Yupanqui y la coautora de muchos de sus temas, cuando no directamente la autora. Nenette había nacido en 1908 en la isla de Saint Pierre et Miquelón, ubicada en la costa atlántica de Canadá. A los seis años se mudó a Francia con su familia, y a los 20, en 1928, se instaló en el barrio porteño de Villa Ballester, donde retomó sus estudios de piano y composición y armonía, a los que sumó además estudios de folklore argentino con la investigadora Isabel Aretz.
En 1942, Nenette conoció a Yupanqui, que entonces estaba casado. Se enamoraron. En 1946, ya estaban conviviendo. Yupanqui y Nenette eran dos músicos y componer juntos era parte del romance. Sin embargo, ella no firmó jamás con su nombre sus músicas, sino con el de Pablo del Cerro. ¿Por qué lo hizo? Según Roberto "Kolla" Chavero, hijo de ambos, "lo tomó primero porque en los tiempos en que ella y mi padre se unieron, mi padre estaba casado pero no divorciado de su primer matrimonio. Y no estaba bien visto el aspecto de la concubina, no estaba bien visto además el hecho de que Yupanqui, que ya era Yupanqui, firmara ahora con una francesa. Todos esos prejuicios que solían haber. Por eso mi madre firmaba como Pablo del Cerro. Además, fue por el Cerro Colorado, que fue el lugar que nos albergó en tiempos duros y allí construimos ese rincón donde está el museo actualmente”.
Era mujer, era francesa, era "concubina": esa horrible palabra que todavía se usa para designar a las parejas sin papeles. Debía permanecer oculta ante el muy machista mundo del folklore y los folkloristas. Y para colmo era... ¡francesa! ¿Cómo iba a ser la autora de clásicos inoxidables? "Ella tenía una entereza espiritual tan grande que no tenía necesidad del aplauso, del reconocimiento. Y entonces reflexionamos sobre nuestra necesidad como artistas, de que el otro nos reconozca, nos defina. Hablamos del exitismo de esta era. Nenette sabía perfectamente lo que hacía.
Su aporte musical aparece en canciones no sólo hermosas, fundamentales. Ella renovó el arte de Yupanqui. Era estudiosa, armó las partituras, llevó adelante la administración. Ella sostenía al peregrino que caminaba. Sentía devoción por el arte. El hijo nos contó que Nenette abandonó los conciertos por su maternidad (ella fue huérfana de muy chica). Se dedicó al arte, a la maternidad y a sostener a semejante artista", explicó alguna vez María Palacios, directora de la obra teatral en su honor Vidala para una sombra. En la semana del 8M, al cabo de una multitudinaria movilización feminista, cabe este recuerdo a una artista inmensa cuyo talento permaneció velado bajo un nombre de hombre.
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