Se trata de una serie de dibujos geométricos formados con piedras volcánicas en una zona escondida entre montañas. Están a lo largo de 600 metros. Incógnitas alrededor de su origen.
Domingo Castro camina con cuidado por el terraplén, mientras siente que el pasado se le viene encima. Lo percibe, se mueve con él. Sus pies van y vienen entre los montículos de piedra recién descubiertos, recorriéndolos, tomando nota, haciendo suposiciones. Tiene casi 80 años pero se mueve con la curiosidad de un chico cuando sale a explorar. Y con su equipo parece que acaban de hallar algo gigante.
Formado por centenares de rocas volcánicas precisamente colocadas de maneras geométricas a lo largo de unos 600 metros, Domingo y el equipo del Museo Einstein, de San Juan, se toparon con una serie de geoglifos en el Departamento Zonda.
Son dibujos realizados en el suelo, similares a las famosas Líneas de Nazca en Perú o al Gigante de Atacama en Chile. Son un misterio a cielo abierto.
Según estiman sus descubridores, la formación puede llegar a tener más de mil años de antigüedad, pero es difícil de precisar y la comunidad científica puso en marcha más estudios. Hay más preguntas que certezas. Es que son formas distintas a cualquier cosa que se haya encontrado hasta el momento y una pregunta sobrevuela el hallazgo: ¿Quién levantó esta obra gigante en el medio de la nada?
Terreno inhóspito.
A una hora y media de la ciudad de San Juan, cerca de la zona del Dique Punta Negra, los geoglifos de Zonda se ubican en un área de difícil acceso. Encontrarlos demanda pasar dos precordilleras. Recorriendo en camioneta es imposible detectarlos. Hace falta una vista desde el aire o "peinar" el terreno a pie.
A eso se dedica Domingo, investigador autodidacta, explorador y entusiasta. Ha realizado más de 250 campañas en el terreno sanjuanino para conocer mejor los secretos de una geografía que esconde su historia bajo la tierra. Es el fundador del Museo Einstein, el cual tiene una particularidad que lo hace único: se encuentra emplazado adentro de una cueva. Por eso se ganó el apodo del "Loco de la Caverna".
La colección del Einstein cuenta con monos, cocodrilos, pirañas, esqueletos de nativos, estrellas de mar y hasta huevos de dinosaurio. Desde su caverna, haciendo malabares para conseguir señal, habla con Clarín.
"(Ese día) íbamos a sacar fotos de fauna, de guanacos, de zorros... Queríamos caracoles y fotografías de botánica. Y apareció esto, no lo buscábamos", repasa.
El descubrimiento ocurrió a mediados de enero, cuando había salido a recorrer la zona junto a Jorge Femenía y Juan Cruz Femenía, responsables también del hallazgo. Como parte del trabajo, tenían mapeada la zona por cuadrantes. Una jornada de rutina.
Pero los tres divisaron algo distinto.
Se trataba de una formación de pilas de piedras negras, algunas de hasta un metro de alto, que resaltaban por sobre un terreno plano, donde la capa superficial había sido removida por el hombre.
Tomaron algunas notas, sacaron fotos y organizaron para volver más equipados. Olfateaban que había algo valioso ahí.
En una segunda recorrida volvieron con Gendarmería para documentar el material y ponerlo a resguardo bajo la ley 25.743 de protección del patrimonio arqueológico y paleontológico, una forma de garantizar que "eso" quede a disposición de la comunidad.
También llevaron un equipo de documentalistas y un drone que pudiera registrar mejor el hallazgo. La vista a vuelo de pájaro les confirmó que era más grande de lo que creían.
Todavía no terminan de descifrar qué tan grande.
Ubicado sobre un terraplén, el dibujo que forman las piedras se encuentra en una zona sin tierra fértil ni cursos de agua cercanos. En épocas pasadas, la vida allí hubiese sido muy difícil. Por eso, desde el Museo Einstein se inclinan a pensar que descubrieron el lugar de culto de una etnia aún no identificada. Un tesoro de la antigüedad.
"Es similar a Luján, en las afueras de Buenos Aires, o la Difunta Correa en San Juan. Un lugar alejado al que la población va para adoración, recreación corporal y espiritual", aventura Domingo.
Se puede observar una especie de círculo central que, según su interpretación, podría haber servido de plataforma ceremonial del líder del grupo. Alrededor, una treintena de "plateas" ubicadas alrededor del terraplén, que podrían haber servido para observar lo que pasaba en el centro.
En los últimos días, las imágenes satelitales y de los drones ayudaron a descubrir pistas que indican que el presunto espacio ceremonial podría extenderse para el lado de la montaña. Por eso no se sabe todavía qué tan grande es el hallazgo.
Estas piedras podrían apenas ser una punta de lanza.
Un lugar privilegiado.
La zona cercana al Dique Punta Negra es de enorme valor arqueológico. Hace unos años, durante la construcción de la represa inaugurada en 2015, se descubrieron una serie de petroglifos (dibujos sobre piedras) pertenecientes a un poblamiento indígena que vivió entre los años 1200 y 1400 DC.
También hallaron restos de asentamientos en las cercanías, además de un rico historial de culturas. Se estima que la provincia está poblada desde el 8000 antes de Cristo.
Ahora, la aparición de los geoglifos causó un alto impacto en la provincia de San Juan. Muchos especialistas ya están preguntando dónde están exactamente, para ir a buscar pistas que ayuden a descifrar el misterio que salió de la tierra.
Desde la Universidad Nacional de San Juan por ahora prefieren manejarse con mesura. "Todavía hay que hacer un estudio para considerar que sea un sitio arqueológico; probablemente lo sea, pero no podemos quedarnos con eso”, comenta Claudia Mallea, directora del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Prof. Mariano Gambier”, de la UNSJ.
Según explica, luego de recorrer el terreno hay algunas cosas que les llaman la atención y requieren más estudios. "Hay indicios de cursos de agua en las cercanías de la formación del geoglifo, pero este no se ve afectado. Si fuese un registro arqueológico de mucha data, los restos materiales tendrían que estar más erosionados y corridos, cosa que no pasa en esta formación. Por lo que queremos evacuar una serie de dudas recién para poder dar una conclusión al respecto", señala.
Para eso, trabajan con un geólogo, con el que analizarán cómo el paso del tiempo impactó en los geoglifos y responder una de las grandes incógnitas: hace cuánto la formación está allí. De confirmarse el valor arqueológico, agrega Mallea, podría situarse entre los años 700 y 1400.
El desafío de la preservación.
Por su extensión, otra de las preocupaciones pasa por cómo resguardar este hallazgo. "Queremos evitar la depredación, el tráfico. Hay un mercado negro muy grande de fósiles y elementos espirituales que tuvieron los antiguos", advierte en diálogo con Clarín el documentalista sanjuanino que participó del segundo relevamiento, César Carmona.
Junto a la cámara de su programa, Huellas del hombre, registró el momento del hallazgo. En ese video también se siente la emoción que se le sale del cuerpo. "Como documentalista es un sueño participar de algo así", se sincera.
Si bien la zona es de difícil acceso, el equipo se cruzó en el camino con personas que practicaban motocross y ciclistas que hacían mountain bike, actividades que crecen en la provincia y ponen en riesgo la integridad del lugar.
Pero el principal tema de conversación pasa por entender qué es exactamente lo que se toparon.
"Hay mucha curiosidad en la provincia. Todos quieren saber dónde está", cuenta Carmona. "Es rescatar las huellas de los antepasados, conocer más de los pioneros de esta tierra", resume.
En definitiva, un pedazo de pasado que esperó pacientemente en el suelo y ahora vuelve al presente de una nueva manera. En forma de misterio.
PUBLICADO EN DIARIO "CLARÍN", 2 de abril de 2022.
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