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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

viernes, enero 15, 2016

Tribulaciones del periodismo militante por James Neilson.

Los empleados de aquellas empresas mediáticas que se acostumbraron a depender de la pauta publicitaria oficial y que, en algunos casos, deben su existencia misma a la generosidad del gobierno kirchnerista, tienen buenos motivos para sentirse preocupados por la llegada al poder de quienes insisten en que no es su intención invertir mucho dinero público en propaganda partidaria. Desde su punto de vista, sólo a un reaccionario como Mauricio Macri se le ocurriría permitir que el mercado periodístico tenga la última palabra, de tal modo manifestando su desprecio por las pasiones políticas. ¿Es que el compromiso con la causa nacional y popular no vale nada? La mera idea les causa asco.
En principio, tienen razón los convencidos de que sería nefasto subordinar absolutamente todo a los dictados del mercado que, si no fuera por los esfuerzos de los resueltos a domesticarlo, privilegiaría sistemáticamente a los productores de basura comercial. Para luchar contra la dictadura del mercado, en todos los países civilizados el Estado apoya actividades minoritarias, subsidiando teatros, orquestas sinfónicas y editoriales especializadas, que de otro modo apenas lograrían sobrevivir en un medioambiente que les es hostil.
Lo que no hacen es repartir los fondos disponibles según criterios que son desembozadamente políticos, práctica esta que el gobierno kirchnerista llevo a extremos más apropiados para una sociedad totalitaria que para un país pluralista. Podría argüirse que el elitismo cultural sí tiene fuertes connotaciones ideológicas y que por lo tanto sería más justo gastar la plata aportada por los contribuyentes en modalidades artísticas populares, pero en Europa, América del Norte y Japón son muchos los políticos, empresarios y otros que entienden muy bien que, cuando de la llamada cultura popular se trata, el mercado es más que capaz de suministrarla en cantidades abrumadoras.
Para defender lo que toman por derechos adquiridos, los beneficiados por la magnanimidad politizada de quienes gobernaron el país durante más de doce años acusan a Macri y compañía de querer amordazar a los disidentes. Hablan del regreso de la censura. Dicen que el nuevo gobierno lleva a cabo una purga brutal, echando a docenas, tal vez centenares, de militantes kirchneristas de diarios, revistas, canales televisivos y emisoras de radio con el propósito de reemplazarlos por militantes macristas.
El más célebre de los perjudicados por el cambio político es el relator futbolero Víctor Hugo Morales, que acaba de ser despedido de Radio Continental. Por ser cuestión de una empresa privada, es perfectamente lógico que lo hayan empleado mientras suponían que su presencia garantizaría una pauta publicitaria jugosa, para entonces prescindir de sus servicios al agotarse dicha fuente de dinero. De todos modos, el "valor de mercado" de Víctor Hugo seguirá siendo bastante alto aun cuando se limitara a opinar acerca de las vicisitudes de los jugadores de fútbol, de suerte que es poco probable que caiga en la indigencia, víctima heroica del terror macrista, destino este que podrían sufrir otros periodistas cuya notoriedad se debió exclusivamente a su fervor oficialista.
No sirve para mucho cuestionar la sinceridad de periodistas militantes como Víctor Hugo, de la gente de la farándula que se enorgullece de los favores recibidos en el transcurso de la gestión de Cristina o de los intelectuales orgánicos del kirchnerismo que tuvieron su momento de gloria pero ahora se ven tratados con desdén. Aunque muchos están aprovechando la oportunidad para calificarlos de mercenarios venales y recordar la forma en que algunos procuraron justificar la persecución de colegas castigados por su supuesta relación con aquel genio del mal, Héctor Magnetto, sería más caritativo darles el beneficio de la duda. Al fin y al cabo, movimientos políticos mucho más truculentos que el que se aglutinó en torno a la pareja santacruceña han merecido el apoyo de legiones de personas como los abnegados militantes locales.
En retrospectiva, parece increíble que pensadores eminentes, poetas, ensayistas, músicos y pintores talentosos hayan elogiado la calidad humana de monstruos como Mussolini, Hitler, Stalin y Mao, homenajeándolos con, entre otras cosas, odas grandilocuentes u obras filosóficas sesudas, pero, como dijo en un momento George Orwell, "Hay ideas tan absurdas que solo un intelectual es capaz de creerlas", razón por la cual la adhesión, interesada o no, de tantos hombres y mujeres presuntamente listos al congénitamente inviable, y a menudo ridículo, proyecto kirchnerista no debería motivar extrañeza.
Pero, como pudo haberles advertido el oficialista serial Julio Grondona, en este mundo todo pasa. El imperio periodístico creado por el matrimonio Kirchner y sus amigos ya está desintegrándose. Sin los miles de millones de pesos sacados del erario público, las distintas partes tendrán que aprender a competir con las empresas netamente privadas que, para indignación de los creyentes, siguieron siendo muchísimo más populares que los subsidiados por el gobierno anterior. Que este haya sido el caso puede parecer paradójico, ya que en una oportunidad Cristina arrasó en las urnas, pero sucede que para la mayoría las preferencias políticas importan relativamente poco a la hora de comprar un diario o encender el televisor.
Los empresarios que invirtieron en distintas variantes del periodismo con miras a sacar provecho de la pauta publicitaria gubernamental no tuvieron que competir con nadie. Entendieron muy bien que para asegurar la rentabilidad de los diarios o canales televisivos que coleccionaban sería más que suficiente hablar maravillas de la sabiduría preternatural de Cristina. Puesto que ya no les sirve ensalzarla, algunos están intentando acercarse a los macristas con la esperanza de que resulten ser igualmente candorosos, mientras que otros han decidido cambiar de negocio sin preocuparse por el destino de los pronto a ser exempleados que, como es natural, ya han comenzado a organizar protestas callejeras que no les servirán para nada a menos que el mercado decida que valdría la pena ayudarlos a vender sus productos. Después de todo, comerciantes astutos como aquellos que transformaron al Che Guevara en un bien de consumo podrían intentar hacer lo mismo con algunos náufragos kirchneristas.
Publicado en Diario "Río Negro", viernes 15 de enero de 2016.

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