Gracias a las canciones de Joaquín Sabina sabía lo que era
La Doce, dónde quedaba San Telmo y qué era un colectivo, pero cuando llegué a
Buenos Aires un 21 de abril de 2012 conocía poco sobre este país, que aún estoy
intentando descifrar.
Lo que sigue no es más que un compendio muy subjetivo (y
algo nostálgico) sobre algunas cosas que puede aprender un periodista
extranjero de Argentina. Del trabajo y de la vida. De los paseos por la Avenida
Corrientes, de los piquetes en la 9 de Julio, de las caminatas por la
Patagonia, de los calores de Misiones y de los coyas de Salta:
1. El tango es patrimonio nacional, pero la verdadera música
que reina en la calle argentina es la cumbia.
Gardel y Piazzolla son grandes maestros del tango. Gilda,
Nene Malo y Agapornis son los dueños de la calle.
2. El mundo se divide entre Boca y River, entre Charly y
Gustavo, entre Macri y Cristina, entre el interior y la capital, entre los que
dicen "publicidad" y los que dicen "propaganda", entre el
periodista Jorge Lanata y el programa kirchnerista 6,7,8, entre las rochas y
las chetas, entre las divas televisivas Mirtha Legrand y Susana Giménez.
3. En Argentina, el fin del mundo siempre parece a la vuelta
de la esquina, pero rara vez suele llegar.
Tan acostumbrados están los argentinos a vivir al borde del
precipicio que han inventado un arte, el del "atado con alambre", que
ha vuelto a este país creativo e ingenioso, sobreviviente y con una capacidad
infinita de adaptarse a la montaña rusa que es este fascinante lugar.
Tener la oficina en pleno Microcentro porteño parecía buena
idea... salvo por las protestas que pueblan la Avenida Corrientes cada día.
4. La vida es vertiginosa y el ritmo político de Argentina,
más.
Lo que hoy es seguro puede cambiar radicalmente al día
siguiente. Y esa es una lección que aprendió a golpes este periodista, que se
equivocó muchas veces y al que le costó entender que muchas cosas no son lo que
parecen y que muchas otras necesitan buena dosis de perspectiva y contexto.
El político que parece un líder indiscutible en enero puede
no ser nadie el diciembre. Y viceversa.
El equipo que arranca con dudas un Mundial de fútbol puede
llegar a la final del campeonato.
El "default técnico" que muchos temían en julio de
2014 no trajo el apocalipsis al país.
Y cuando pensabas que jamás podría gustarte el mate o el
fernet, sucumbiste. Todo cambia.
5. El choripán no es un pan con chorizo. Es un ícono pop y
un símbolo político. Más allá de eso, en Argentina siempre hay que darle un
aplauso al asador.
Aquí, el causante de la baja forma de este corresponsal y de
su felicidad.
6. Y el tema del dólar "es complicado". Pero el
del Peronismo, aún más.
Unos días los argentinos creen que éste es un "país de
mierda", que en algún momento de su historia se frustró su destino de
potencia mundial o que no hay manera de ser "normal", pero a mí me
gustan más cuando desafían al resto del mundo: "Decíme qué se
siente".
7. El argentino es humilde, amable y familiar, reparte
abrazos y dice te quiero a menudo. Se interesa por saber más de quien viene de
fuera.
Son mujeres y hombres para los que el asado del domingo es
sagrado, que golpean cacerolas para protestar y para celebrar, que han hecho un
arte de la costumbre de hacer fila y esperar, para los que la amistad está por
encima de todo.
No importa que en realidad seas manchego y que nunca en tu
vida hayas pisado Galicia. Si eres español, el argentino te llamará
"gallego".
8. Ah, la "interna". Una de esas palabras que todo
periodista extranjero debe aprender para entender que detrás de cada historia
hay un conflicto, una rivalidad, una tensión, a menudo entre grupos que buscan
fines similares.
La interna peronista, la interna del sindicato, la interna
de la asociación de víctimas. El reflejo de una sociedad que ama el debate y la
discusión y una trampa para el que crea que en este país todo es como parece.
El arte de hacer fila en Argentina..
9. Cuando tienes una duda no pides que te la aclaren,
preguntas "si puedes hacer una consulta".
10. Llegas a Argentina y te causan gracias los chamuyos (el
arte nacional del piropo), pero detestas el drama y el histeriqueo (ahora me
gustas y después no, ahora que me buscas ya no te quiero).
Ahora te cansa el chamuyo, pero te has convertido en un
dramático histérico y vivirás con esa divertida maldición por el resto de tu
vida.
11. Besos. Besos por todos lados.
En la fila del mercado, besos. En el cine, besos. Y cuando
te presentan a alguien nuevo, besos.
12. Los argentinos no responden al estereotipo de seres
arrogantes ni se creen superiores.
Los argentinos tienen las cataratas de Iguazú y el glaciar
Perito Moreno, los cerros del Norte y los picos de la Patagonia, los vinos de Mendoza
y las ballenas del sur.
Los argentinos tienen el dulce de leche, la carne, la mano
de Maradona, a Ricardo Darín y a Las Leonas, la noche de Palermo, Relatos
Salvajes, Esperando la Carroza y las páginas de Borges.
El argentino no es arrogante, es sólo que es consciente (y
perdón por el porteñismo que estoy a punto de soltar) de que vive, sin lugar a
dudas, en uno de los mejores lugares del mundo.
Nota de Ignacio de los Reyes.
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