El edificio Kavanagh fue inaugurado el 3 de enero de 1936, con sus 120 mts., una verdadera joya que fue en su momento considerada el edificio de hormigón armado más alto de Sudamérica y el primer edificio para viviendas de Buenos Aires que contó con equipo de aire acondicionado centralizado provisto por la firma estadounidense Carrier.
El Kavanagh: la joya de Retiro cumple 80 años. En 1936 fue
el edificio más alto de América latina y guarda una historia de venganza.
Un día como hoy, en 1936, un golpe de venganza llegó hasta
el cielo porteño: la ciudad estrenaba el edificio Kavanagh, en Retiro, que supo
ser el más alto de América latina. Pero, según los rumores de la época, y que
aún resuenan en la actualidad, el rascacielos de hormigón armado escondía una
mala intención, producto de una historia de amor fallida.
Quienes viven en la torre, que hoy festeja sus 80 años,
repiten esta historia: que Corina Kavanagh, una mujer de ascendencia irlandesa
que pertenecía a una familia acaudalada, pero no patricia, lo mandó a construir
en un ataque de furia, tras enterarse de que el matrimonio entre una de sus
hijas y un joven de la familia Anchorena había sido rechazado.
Disgustada por aquella decisión, aparentemente tomada por
Mercedes Castellanos de Anchorena, madre del joven en cuestión, Corina quiso
desquitarse. Y prometió obstruir la vista de la basílica del Santísimo
Sacramento, que los Anchorena habían edificado como sepulcro familiar.
Así que le pidió a los arquitectos Ernesto Lagos, Luis María
de la Torre y Gregorio Sánchez que construyeran un edificio, con una entrada
principal en Florida 1065 y vista a la plaza San Martín, que tapara la iglesia.
Se lo entregaron 14 meses después, todo un récord para la época. Y desde su
inauguración, el 3 de enero de 1936, la basílica sólo se puede apreciar
parándose en el pasaje Corina Kavanagh, que pertenece al rascacielos.
Hoy, de ese origen destructivo sólo queda una anécdota. Lo
que perdura es una obra de arquitectura racionalista, con geometrías simples,
que es parte insoslayable del patrimonio cultural porteño. Y que parece demasiado
perfecta para haber sido obra del rencor. Con sus 120 metros de altura, superó
los 100 metros del Palacio Barolo y fue el primero que contó con aire
acondicionado central.
Son 103 departamentos, todos distintos y con palier privado,
distribuidos en cinco alas yuxtapuestas con un total de 31 pisos. Las
propiedades estuvieron o están habitadas por personalidades de la cultura y la
política nacional. También residen allí importantes empresarios. Los
propietarios consultados, que prefirieron mantenerse en el anonimato, dijeron
que el valor del metro cuadrado cuesta entre 3000 y 3500 dólares.
La torre tiene 12 ascensores y posee terrazas jardín pero,
curiosamente, no posee cocheras ni portero eléctrico: cada visitante debe
anunciarse en una recepción, similar a la de un hotel, y desde allí se avisa
por teléfono al departamento correspondiente. En el edificio trabajan en forma
permanente 30 personas, entre personal de administración, seguridad, limpieza y
mantenimiento. Las expensas llegan hasta 10.000 pesos. Los habitantes no pagan
el impuesto de ABL, pues el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional
en 1999.
Los departamentos más pequeños tienen 140 m . El más grande
es el del piso 14, de 726 m2, que Corina Kavanagh se reservó para ella. Posee
cinco habitaciones, todas en suite, y una vista en 360 grados al Río de la
Plata, la plaza San Martín, Puerto Madero y el resto de la ciudad. En 1948,
Corina le vendió la unidad al banquero Henry Roberts. Hoy pertenece al
empresario francés Alain Levenfiche.
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