Lo que NO me gusta de vos, reina Cristina... Por Carlos Schulmaister.
Para no caer en la trampa de la discusión o el debate acerca
de las supuestas bondades o carencias del supuesto “modelo Kirchnerista”, o de
las sofisticadas “políticas de Estado” del gobierno nacional, o de formular
innumerables e increíbles denuncias contra la Dinastía K -dado lo inútil de
cualquier intento-, ni tampoco sobre otras cuestiones políticas o ideológicas
de fondo, prefiero expresar lo que no me gusta de la estética de la Reina
Cristina, es decir, aquello que traslucen sus exposiciones conceptuales, su
cuerpo y su gestualidad en cada uno de sus advenimientos.
Este esfuerzo de mi parte debería ser tomado -además de una
crítica estética- como una asesoría de imagen absolutamente gratuita, ya que
renuncio anticipadamente a reclamar a Ella, al Estado Argentino y a la Patria
(obviamente… la que se escribe con mayúscula) cualquier derecho o satisfacción
que me pudiera corresponder en el carácter de contraprestación por este
servicio, el cual ofrezco con todo cariño a mis compatriotas (de esa patria que
va con minúscula)
Una aclaración previa: el tuteo no es falta de respeto. Es
el voseo real propio de su investidura.
De Vos no me gusta:
1. Tu estilo comunicativo afectadamente académico, por
momentos doctoral, constantemente pontifical, soberbio, insoportablemente
tedioso, que en lugar de generar optimismo y esperanza a los argentinos que te
ven o te escuchan nos deja hechos una piltrafa, llenos de angustia y
desesperanza.
2. Tu sonrisa en ocasiones sobradora, desagradable para tus
enemigos -y para muchos de tus seguidores- que saben que es una actitud vulgar,
impropia de estadistas, y menos aún de una dama.
3. Cuando tus ojos se convierten en dos líneas horizontales
(no para ver, sino para ser vistas), mientras tus labios apretados marcan un
horrible rictus en tu boca. Como esto lo acompañás con un “aire castigador” no
cabe duda que es deliberado.
Si es deliberado vas por mal camino [ya lo ¿habrás?
comprobado], pero si te nace de adentro ¡fuiste!.
4. Tus miradas furibundas y amenazantes a los traidores, los
vendepatrias y los oligarcas, a quienes aun siéndolo o pudiendo serlo deberías
garantizarles sus derechos y garantías individuales ante la justicia y el
derecho como a todos los habitantes de nuestro país.
En un verdadero sistema republicano y democrático no caben
impulsos ni pulsiones autocráticas de nadie, sean individuos o grupos sociales.
5. El tono que usás y la impostada aspereza de tu voz con
reminiscencias -en tu caso melodramáticas- de otras oradoras realmente
dramáticas. Segundas partes nunca fueron buenas. Además, ¡Evita era mucho más
linda!
6. Que blandas tu índice acusador apuntando al Cielo
-poniendo a Dios como testigo de tus promesas y tus vaticinios- y hacia delante
para amenazar a tus enemigos, esos que conspiran contra tus sueños hegemónicos.
7. Las pausas que dejás para los aplausos del auditorio,
para los bombos, las consignas y el desfogue apasionado de tu guardia
pretoriana necesitada de mostrarse ante Vos, ¡Oh, Reina Nuestra!
8. La reiteración de la última palabra al reiniciar tu
discurso. ¿Será para favorecer la tarea de los encargados de registrar tus
futuros “Discursos a la Nación Argentina”? ¿O será porque estás improvisando
sin rumbo?
9. Que siempre tengás doble sentido en tus “mensajes”. No
sólo no es propio de una supuesta estadista, sino que ¡es muy
infantil!(podríamos agregar "delirante")
10. Que hablés de todas las cosas como si supieras. ¿Acaso
no tenés Ministros y demás funcionarios expertos?
11. Las ondulaciones de tu cabeza y de tus extensiones
capilares cuando tus ojos panean sobre el auditorio con aire “democrático e
incluyente”.
12. El toqueteo permanente de los micrófonos.
13. Que te creas linda.
14. Que te la hayas creído.
15. Que creas que sos “didáctica”. No te cansés, ni aclarés,
que oscurece…
16. Que nos tomés a todos por “cabecitas negras” del 45
necesitados de una mamá.
17. Que tengás, en consecuencia, un discurso y una praxis
paternalista.
18. Que hablés constantemente mal de otros argentinos. Dejá
de lamentarte por tantos supuestos agravios a Vos y a “Tu” Pueblo.
19. Que embarrés la cancha para que no podamos jugar todos
juntos.
20. Los amigos que tenés: los de adentro y los de afuera.
21. Tus perros de presa.
22. Que hayas traicionado la confianza de quienes te votaron
y las expectativas razonables de quienes no lo hicieron.
23. Que nos tomés por boludos. ¡Ya somos grandes…!
24. Tu cambio de estilo ante las cámaras después de la lucha
del campo, tu sonrisa meliflua, tus labios distendidos, tu mirada plácida, tus
ojos chispeantes, tu sonrisa tierna, fresca y bondadosa.
25. Que ahora te hagás la dulce y juvenil en los discursos y
en las conferencias de prensa.
26. Que tu impostación de enfant terrible sea pura
pantomima.
27. Que hayas creído que Argentina te necesita.”
Por Carlos Schulmaister
Gentileza en exclusiva para NOTIAR.
Esta nota fue publicada en 2009.
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